El libertador San Martín quiso introducir la libertad de culto y otras reformas liberales, pero no logró obtener la aprobación del Congreso peruano14. Aun antes de haber derrotado al poderoso ejército español en la Sierra, las diferentes facciones en Lima empezaron a pelear entre sí. San Martín se dio cuenta de que le iba a ser imposible completar la Independencia, por lo que salió de Lima en septiembre de 1822. Por fin, en mayo de 1823, después de una breve ocupación de la Capital por las fuerzas españolas, el Congreso pidió la ayuda de Simón Bolívar y le otorgó poderes omnímodos. Simón Bolívar llegó al Perú en septiembre de 1823, pero tardó casi un año en promover cierta estabilidad política y formar un ejército disciplinado. Después de la victoria, a fines de 1824, Simón Bolívar trató de instaurar un gobierno estable en el Perú; pero tuvo que abandonar el país en 1826 por causa de la presión que ejercían los líderes nacionalistas, quienes lo consideraban como un extranjero, y la población de Lima, a la cual le incomodaba la presencia de sus soldados colombianos15.
La República
Durante los primeros cien años de la República peruana, hubo unas cien revoluciones. Por supuesto que no se trataba de movimientos populares, sino de los efectos de una lucha de poder dentro de una oligarquía. El régimen colonial no había hecho cosa alguna para capacitar a los criollos en el gobierno de su país. Otro factor adverso fue la herencia individualista de los españoles. Pero quizás la causa decisiva de la inestabilidad haya sido la falta de una vigorosa clase media. Se trataba de un círculo vicioso. La estratificación de la sociedad impedía el crecimiento de este segmento social. Desgraciadamente, la Iglesia Católica se había aliado con la clase alta, y lejos de promover el cambio, constituía más bien un factor conservador.
Después de la salida de Bolívar, siguió un período de anarquía casi continua y de reacción conservadora hasta que Ramón Castilla, luego de ganar las elecciones, jurmentó como presidente del Perú en 1845. Excepto por un intervalo de tres años, se mantuvo en el poder hasta 1862. En 1860, Castilla instituyó una nueva Constitución, la decimoquinta de la República, la cual concentraba el poder en manos del presidente, limitaba tajantemente el número de personas elegibles al voto y seguía reconociendo a la Iglesia Católica como la única religión permitida para los peruanos16. Ramón Castilla de ninguna manera podría considerarse como un liberal, pero la estabilidad relativa que supo darle al país, posibilitó un reavivamiento del sentimiento liberal. Se quiso dar mayores facilidades a los comerciantes extranjeros, y en diciembre de 1845, se les concedió el derecho de celebrar cultos protestantes con tal de que no asistiera ningún peruano.
Después de la salida de Ramón Castilla, siguió un período de tensión casi continua que incluyó la Guerra del Pacífico y que terminó con la toma del poder por Andrés A. Cáceres en el año 1886. La Guerra del Pacífico tuvo su origen en el descubrimiento de ricos yacimientos de nitratos en el desierto de Atacama. Tanto Perú como Bolivia y Chile reclamaron los yacimientos como suyos. El ejército chileno logró derrotar a los de Bolivia y Perú, y avanzó por la costa hasta apoderarse de Lima. Este desastre tuvo un aspecto saludable para el Perú en cuanto que la sociedad peruana aprendió por la fuerza la necesidad de modernizarse. Desde entonces, a pesar de los períodos de conservadurismo reaccionario, la historia peruana se ha caracterizado por un avance lento, pero definido hacia el establecimiento de un gobierno más democrático, hacia la libertad de pensamiento y hacia una sociedad más justa.
De 1886 a 1890, Andrés A. Cáceres procuró reconstruir el país y su presidencia se caracterizó por su liberalismo. En 1890, Cáceres fue depuesto y siguió un período de desasosiego hasta el año 1895. Con todo, en 1891 la Corte Suprema del Perú estableció la legalidad del culto no católico para los peruanos siempre que fuera de índole completamente privada.
Del año 1895 al año 1908 se sucedieron varios gobiernos civilistas, o sea, conservadores y pro católicos. El país experimentó un período de calma, pero la situación del incipiente movimiento protestante se tornó muy difícil. Con todo, en diciembre de 1897, el Congreso aprobó una ley de matrimonio civil para aquellos que pudieran demostrar que no eran católicos. Esta ley trajo consigo muchos problemas de interpretación, por lo que en 1899 se trató, infructuosamente, de esclarecerla. Por fin, en 1903 se promulgó una ley que reconocía la validez del matrimonio civil para todos aquellos que declarasen ante las autoridades que nunca habían sido católicos o que habían dejado de serlo17.
Augusto B. Leguía fue presidente de 1908 a 1912, y al principio mostró tendencias liberales. En 1915, el Congreso modificó la Constitución en el sentido de tolerar el culto protestante. En 1919 Leguía se apoderó de la presidencia y gobernó como dictador por espacio de once años. Ayudado por préstamos de los bancos norteamericanos, hizo mucho en pro de la economía, pero su proclividad a censurar la prensa y encarcelar a sus opositores provocó al fin una fuerte reacción. En 1929, Leguía firmó una ley que prohibía dar instrucción protestante inclusive en colegios administrados y financiados por protestantes; pero antes de que entrara en vigencia esta ley, la caída de la bolsa en Wall Street lo privó de una de sus principales fuentes de apoyo, y en 1930 Sánchez Cerro lo derrocó.
El liberalismo
En general los períodos de relativa tranquilidad política coincidían con el avance de los sentimientos liberales, nacionalistas y anticlericales. Es difícil hacer afirmaciones tajantes al respecto, pues como escribió el señor Juan Ritchie poco después de su llegada al Perú en 1906 “el partido liberal se forma alrededor de personalidades más bien que de principios. Sería posible que un católico fanático fuera también un liberal ardiente”18. Por cuestión de amistades personales, un nacionalista ferviente podía ser políticamente conservador, vehementemente anticlerical y amigo decidido de los extranjeros.
Con esta salvedad, se puede decir en términos generales que se producía una corriente de ideas liberales cada vez que ascendía al poder un gobierno que procuraba mantener la tranquilidad interna por medio de un régimen autoritario fundado en la ayuda del extranjero y una alianza con la Iglesia Católica. El liberalismo, el nacionalismo y el anticleralismo constituían las manifestaciones de la reacción contra tales gobiernos. El liberal se oponía al aspecto autoritario del gobierno, el nacionalista buscaba liberarse de la dependencia del extranjero y el anticlerical objetaba la injerencia de los curas en los asuntos gubernamentales. Tales situaciones creaban alianzas curiosas. Algunos dictadores se valían de préstamos de países democráticos para mantenerse en el poder frente a una posición liberal. Los anticlericales eran capaces de unirse con los despreciables protestantes para detener las aspiraciones políticas de la Iglesia Católica, y los liberales a veces usaban a los protestantes como arma contra sus enemigos conservadores. Estas alianzas con los protestantes solían ser de corta duración porque ambas partes pronto se percataban de que sus objetivos eran muy distintos.
Los anticlericales querían restringir la autoridad de la Iglesia Católica, especialmente en el campo político, a pesar de lo cual, solían aceptar la autoridad de la iglesia en la esfera religiosa y familiar. La gran mayoría de los protestantes que llegaron al Perú a fines del siglo pasado estaban convencidos de que la política no se relacionaba en nada con la religión, y por eso apoyaban a los liberales en su lucha contra la injerencia católica en los asuntos políticos. Con todo, había una diferencia. Los liberales querían una restricción de la autoridad de la iglesia, mientras que los protestantes pretendían reformarla totalmente. Los liberales y los protestantes se hallaban de acuerdo en cuanto a la necesidad de un programa educativo. Las escuelas desempeñaron un papel muy importante en la implantación del protestantismo en el Perú y los primeros misioneros estaban conscientes