Diego Thomson
Precisamente cuando el clero conservador había sido desterrado o huido y prevalecía el clero liberal, Dios le ofreció a la iglesia latinoamericana una oportunidad singular. En el año 1818, Diego Thomson, pastor bautista escocés, viajó a Buenos Aires como agente del “British & Foreign School Society”. Esta asociación tenía como fin establecer escuelas populares al estilo Lancaster. Los alumnos que habían aprendido a leer bien eran empleados como maestros de grupos nuevos. La iglesia de Thomson en Edimburgo pagó su pasaje a Argentina, y corrió con los gastos de manutención durante su primer año61, pero después, todos sus ingresos provinieron de los gobiernos latinoamericanos que lo habían invitado. Además de su deseo de establecer escuelas populares, Thomson tenía un vivo interés en la distribución de las Sagradas Escrituras. Por eso mantuvo relaciones con la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera62. Logró combinar sus dos intereses, haciendo imprimir pasajes escogidos de la Biblia en letras grandes a costa de los gobiernos que le patrocinaban, para uso en su programa escolar. Los alumnos usaban estos textos para aprender a leer. También, por dondequiera que iba Diego Thomson, se esforzaba por vender Biblias y porciones, y en el Perú hizo los arreglos para que se tradujera el Nuevo Testamento a los idiomas indígenas.
La obra de Diego Thomson en Argentina llamó la atención de O’Higgins, el director supremo en Chile, quien lo invitó a pasar a Chile por un año con todos los gastos pagados. Thomson viajó por el Cabo de Hornos y llegó a Santiago a mediados de 1821. En Argentina, el clero lo había apoyado, pero en Chile la mayoría se opuso63. Sin embargo, en menos de un año Thomson pudo fundar tres escuelas en Santiago, una de las cuales servía de centro normal para preparar a directores de escuelas nuevas. Además, fundó una escuela en Valparaíso64, y uno de sus alumnos fundó otra en Coquimbo65. El 31 de mayo de 1822, el director O’Higgins honró a Thomson otorgándole la ciudadanía chilena. Pero, en vista de que Anthony Eaton, en Chile desde septiembre de 182166, podía llevar adelante la obra, Thomson se sintió en libertad de aceptar la invitación que le había hecho San Martín en el Perú. Partió de Valparaíso el 18 de junio de 182267, pero desafortunadamente, Eaton se enfermó unos meses después y tuvo que regresar a Inglaterra68. No hubo suficiente tiempo para preparar a un coordinador nacional, y con la salida de los maestros británicos la obra decayó. Después de diez años no quedaba rastro alguno69.
Thomson llegó al Callao el 28 de junio y un día después fue a Lima, donde inmediatamente se presentó ante San Martín. El día siguiente el libertador visitó a Thomson e hizo los arreglos para que éste se reuniera con sus ministros70. El 6 de julio se publicó en la “Gaceta del Gobierno” un decreto que autorizaba el establecimiento de una escuela normal según el sistema lancasteriano y el uso del convento dominicano como plantel71. Se estipuló que todos los maestros de las escuelas públicas tendrían que asistir a la escuela normal lancasteriana, junto con sus dos mejores alumnos, para después poder establecer escuelas lancasterianas en todas las capitales provinciales72. El colegio normal se abrió oficialmente el 19 de septiembre, pero el día siguiente San Martín abandonó Lima en forma definitiva y durante varios meses no se pudieron iniciar las clases. Las nuevas autoridades obstruyeron los esfuerzos de Thomson, posiblemente porque este había estado tan ligado a San Martín.
Durante el último trimestre de 1822, mientras Diego Thomson perdía la esperanza de poder comenzar con las clases, un sacerdote liberal llamado José Francisco Navarrete reunió a doce personas, quienes, por espacio de cuatro semanas, fueron todos los días a la casa de Thomson para capacitarse en el sistema lancasteriano. Terminada esta instrucción, solicitaron a las autoridades que proveyeran al maestro de lo que él necesitara para iniciar las clases en la escuela normal73. Por fin, Thomson escribió una carta al Congreso en la cual exponía las tácticas dilatorias que se le habían aplicado y expresaba su deseo de salir del país cuanto antes74. Este ultimátum surtió efecto, y el 6 de diciembre del año 1822 el Congreso ordenó que empezaran las clases a la brevedad posible y encargó a Navarrete formar un comité de enlace entre el gobierno y la escuela.
Este arreglo tuvo dos ventajas. Navarrete era un sacerdote respetado y su asociación con la escuela ayudó a disipar el prejuicio contra las ideas religiosas de Thomson. Además, este encontró en Navarrete un fiel colaborador y un buen amigo que continuó con su obra en el Perú hasta la mitad del siglo. En mayo de 1823 pudo informar que la escuela estaba en plena marcha. Lo que antes había sido el refectorio del convento de Santo Tomás, se había convertido en un aula para trescientos alumnos, aunque todavía no se habían matriculado más de cien75.
Este progreso fue interrumpido por la irrupción en la ciudad del Ejército real el 18 de junio, y Thomson salió para Trujillo. Cuando el Ejército real se retiró de Lima en julio, Thomson decidió regresar. Se entrevistó con Simón Bolívar, quien llegó al Callao el 1.° de septiembre. El 29 de febrero de 1824, por segunda vez tropas reales entraron a la Capital, pero esta vez Thomson decidió quedarse allí y seguir adelante con la escuela. Se entrevistó con el general español y las fuerzas reales no le pusieron trabas76. Con todo, los disturbios hicieron que se mermara la matrícula y para mayo de 1824, aunque se había establecido una segunda escuela, Thomson había preparado sus valijas para salir, convencido de que no podía hacer más en Lima. La tesorería nacional estaba vacía y las escuelas no recibían sostén, ni Thomson su salario. Si quería comer tendría que irse. En este trance intervino Navarrete y organizó un comité de padres de familia para que pagaran entre todos el salario de Thomson77. Sin embargo, continuó la guerra y la gente se empobreció de tal manera que, finalmente, el 5 de septiembre de 1824 Thomson se vio obligado a despedirse de sus amigos, quienes eran, según él, “mayormente curas”78, y volvió a Trujillo. De allí se fue a Ecuador y luego a Colombia, donde estableció una sociedad bíblica79.
Precisamente, en el país donde aparentemente Thomson pudo hacer menos, su obra resultó más duradera. En la gaceta del gobierno con fecha 3 de marzo de 1825, se autoriza al establecimiento de un colegio según el modelo británico en el convento de Santa Rosa de Ocopa, en el valle de Jauja-Huancayo