PROPUESTAS. LA DEMOCRACIA MESTIZA
A finales del siglo XX, la migración se planteó desde una perspectiva transnacional, con todas las esperanzas fortalecidas por la mayor facilidad en comunicaciones y transportes. En 1991, Roger Rouse observaba: “Vivimos en un mundo confuso, un mundo de economías entrecruzadas, sistemas de significado que se cruzan e identidades fragmentadas. De repente, las imágenes modernas y reconfortantes de los Estados nacionales y de las lenguas nacionales, de comunidades coherentes y subjetividades constantes, de centros dominantes y márgenes distantes, ya no parecen adecuadas” (Rouse, 1991: 10).
Para resolver la convivencia y la interculturalidad, John F. Burke (2003: 252) propone una democracia mestiza en la que las diversas culturas, filosofías y espiritualidades puedan comprometerse entre sí en formas no violentas, aunque a veces antagónicas, que culminen en una transformación mutua más que en el triunfo de una tradición a expensas de todas las demás. En la democracia mestiza de Burke, los procesos políticos se revitalizarían al enfrentar los desafíos del multiculturalismo. Este autor basa su planteamiento teórico en la idea de una ciudadanía extraterritorial entendida como “ciudadanía en una comunidad imaginaria territorialmente ilimitada” (Burke, 2003: 10).
Sin embargo, las propuestas previas que rechazan o disminuyen el papel del Estado en las relaciones internacionales y el movimiento transfronterizo de personas han considerado un reto a los recientes programas políticos que restringen la migración de todo tipo, aun la calificada, a los grandes destinos de la migración internacional, como Estados Unidos o Reino Unido. Si la migración es una manera de disminuir la desigualdad internacional (Milanovic, 2016), que ya no se presenta entre clases sociales en sí sino entre países, entonces a dicha fórmula la está retando nuevamente el resurgimiento del Estado-nación. Cuando empezábamos a creer en el multiculturalismo, el mundo ha dado un paso hacia la crisis de la globalización, las migraciones y los refugiados.
1 La autodeterminación se refleja, en primer lugar, en la determinación del yo —la formulación de criterios para pertenecer a un pueblo—, que es el elemento subjetivo en la definición de la condición de persona. La autodeterminación también significa que cada persona tiene derecho a decidir libremente su rumbo futuro (Dinstein, 1976: 102).
LA HISTORIA: ESTEREOTIPOS SOBRE LOS LATINOS Y MEXICANOS
En este capítulo se estudian los estereotipos, los prejuicios y la discriminación en la historia reciente de las comunidades de origen mexicano que radican en Texas, como el segundo estado en importancia para la inmigración de mexicanos en Estados Unidos. Nuestro objetivo es reflexionar sobre la relación compleja entre estereotipo y verdad, que afecta la manera en que se recibe a las poblaciones de origen mexicano en Estados Unidos en general, y en Texas en particular.
Además de la reflexión teórica, el estudio se basa en un trabajo de acervo en el que se consultaron veintiséis historias orales recuperadas de programas radiofónicos del los setenta y los ochenta, así como entrevistas inéditas de la Colección Latinoamericana “Nettie Lee Benson” de la Universidad de Texas en Austin (CLNLB) (Anexo 1). Dichos archivos suman un total de aproximadamente trece horas (setecientos ochenta y cuatro minutos) de grabación y fueron sometidos a un análisis de contenido para recuperar aquellos elementos relevantes para el tema de la percepción acerca de los mexicanos en Estados Unidos. Además se revisaron documentos que dan cuenta de las discusiones sobre segregación y discriminación en Texas, como son los reportes educativos del distrito escolar de Houston disponibles en la colección de libros raros de la misma CLNLB.
El capítulo se divide en dos partes: la primera estudia el impacto de categorías como hispano, latino y mexicoamericano en el imaginario colectivo estadounidense, mientras que la segunda describe los estereotipos y retos de integración de la población de origen mexicano en Texas durante el siglo XX.
Los problemas de identidad
¿HISPANO, LATINO O MEXICANO?
En 1987, Portes y Truelove describían a los hispanos como aquellos individuos cuyos ancestros declarados o ellos mismos habían nacido en España o en los países de América Latina. A diferencia de latino, que se refiere a compartir una identidad lingüística y cultural común, “hispano” era una categoría administrativa y estadística, por lo menos cuando comenzó a utilizarse (Killian, 1996: 25). De esta forma, afirman Portes y Truelove, la minoría hispana fue una construcción del gobierno estadounidense, más que ser un grupo consolidado y autodefinido como tal (Portes y Truelove, 1987: 359). Entre los hispanos no existe una autoidentidad colectiva, a pesar de que hablen una misma lengua y las culturas englobadas sean parecidas:
Bajo la misma etiqueta encontramos individuos cuyos antepasados vivieron en el país al menos desde la época de la independencia y otros que llegaron el año pasado; encontramos un número considerable de profesionales y empresarios, junto con humildes trabajadores agrícolas y trabajadores de fábricas no calificados; hay blancos, negros, mulatos y mestizos; hay ciudadanos de pleno derecho y extranjeros no autorizados; y, finalmente, entre los inmigrantes hay quienes vinieron en busca de empleo y un mejor futuro económico y los que llegaron escapando de los escuadrones de la muerte y la persecución política en el hogar (Portes y Truelove, 1987: 360).
A pesar de que Portes y Truelove (1987: 373) aceptan diferencias esenciales en cuanto a la cultura, educación y condición socioeconómica de los hispanos, también identifican ciertos parecidos, entre ellos: a) niveles educativos básicos, lo que dificulta la adquisición de un nuevo idioma, el inglés; b) flujos continuos entre sus países de origen y Estados Unidos, y c) la tendencia a concentrarse en ciertas áreas geográficas con más compatriotas o hispanohablantes, lo que disminuye la necesidad de aprender inglés para la vida cotidiana.
Sin embargo, la categoría estadística determinó la existencia de estudios sobre la población amalgamada bajo el nombre de “hispanos”, provocó que los políticos y los medios usaran el concepto y, finalmente, quizás también determinó la existencia de una identidad hispana a la cual los migrantes hacen referencia.
CUADRO 1
EXPERIENCIAS DE DISCRIMINACIÓN EN ADULTOS, SEGÚN SU
IDENTIFICACIÓN CON LA CARACTERÍSTICA HISPANO/LATINO
Frecuentemente | A veces | Rara vez | Nunca | |
Autoidentificados como hispanos | 7 | 32 | 19 | 42 |
Nacidos en el extranjero | 8 | 34 | 15 | 43 |
Segunda generación | 7 | 31 | 26 | 35 |
Tercera generación o más | 6 | 23 | 24 | 46 |
Autoidentificados como no hispanos | 2 | 5 | 5 | 87 |
FUENTE: López, González-Barrera y López (2017).
De hecho, en estudios recientes del Pew Hispanic Center (Cuadro 1) los investigadores preguntan sobre los niveles de discriminación en la población con raíces hispanas. Los datos muestran por lo menos tres conclusiones en cuanto a la discriminación, que dependen de si la población adulta estadounidense se identifica o no con esta categoría:
a) los que se sienten más discriminados son los adultos autoidentificados como hispanos y nacidos en el extranjero;
b) los que menos experimentan la discriminación son los adultos autoidentificados como no hispanos, a pesar de que tengan algunas raíces hispanas; y
c) la experiencia relativa a la discriminación mejora significativamente a través de las generaciones, de forma tal que en la tercera generación la mitad de este segmento poblacional nunca sufre trato discriminatorio.
Más resultados sobre el tema expuesto por Hugo López, González-Barrera y López (2017), con base en los sondeos del Pew Hispanic Center, muestran lo siguiente: