JOSEPH CARYL [1602-1673]
Vers. 5. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. [Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. RVR] [Los que se ensalzan no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. LBLA] [Los arrogantes no se presentarán ante tu vista, aborreces a todos los que hacen iniquidad. BTX] [No hay lugar en tu presencia para los altivos, pues aborreces a los malhechores. NVI] [No resisten tu mirada los necios, odias a los malhechores. BLP] [Por lo tanto, los orgullosos no pueden estar en tu presencia, porque aborreces a todo el que hace lo malo. NTV]60
Los insensatos no estarán delante61 de tus ojos. Pecadores y necios vetados. Un pecado leve es una necedad grave, y la mayor de las necedades es un grave pecado. Razón por la cual semejantes fantoches han de ser excluidos de la corte celestial. Los reyes de la tierra solían rodearse de necios y bufones en sus séquitos, pero el Dios único y sabio no alberga necios ni tolera bufonadas en su palacio arriba en los cielos.
Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Lo que Dios siente hacia los que obran iniquidad no es una leve aversión, sino un odio profundo y arraigado. Y ser blanco del odio divino es algo terrible. ¡Seamos pues fieles y honestos a la hora de advertir y amonestar debidamente a los malvados que nos rodean, ya que caer en las manos de un Dios airado es algo ciertamente horrendo!62
C.H. SPURGEON
Aborreces a todos los que hacen iniquidad. ¡Cuán asombroso es el pecado, capaz de transformar al Dios de amor y Padre de todas las misericordias en enemigo de sus propias criaturas, hasta el punto de que solo pueda ser expiado por la sangre bendita del Hijo de Dios! Aunque esta es una realidad que debería ser ampliamente sabida por todos aquellos que conocen y creen la Biblia, lo cierto es que la extraordinaria gravedad del pecado únicamente la perciben y asimilan quienes conocen más profundamente las escrituras, y por ello nunca alcanzará a ser reconocida plenamente en este mundo.63
THOMAS ADAM [1701-1784]
“Private Thoughts on Religion”, 1824
Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Para comprender mejor lo que Dios piensa del pecado basta con leer algunos de los numerosos pasajes en la Escritura que expresan claramente su aversión y odio al mismo: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma”.64 De ahí surgen todas las plagas y juicios horrendos pronunciados contra él con voz de trueno por su boca llameante al enunciar su ley más sagrada.65 Y no solo aborrece la iniquidad en sí misma, sino que también los “obradores de iniquidad” se convierten en objetivo de ese odio.
WILLIAM GURNALL [1617-1679]
“Christian in complete armour, or, a treatise of the saints war against the Devil”, 1655
Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Si el odio de Dios se vuelve en contra de los que hacen iniquidad, ¡cuán intenso y profundo será contra la iniquidad en sí misma! Si sentimos aversión a un bicho venenoso, mayor será nuestra aversión al veneno. Toda la intensidad del odio divino se vuelca contra el pecado, y así deberíamos odiarlo también nosotros, intensamente; puesto que, si es abominación a Dios, ha de serlo también para nosotros. “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”.66
WILLIAM GREENHILL [1591-1677]
“An Exposition of the Five First Chapters of the Prophet Ezekiel with Useful Observations Thereupon. Delivered in Several Lectures in London”, 1649
Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Aquellos a quienes el Señor aborrece perecerán irremisiblemente. Pero él odia únicamente a los pecadores impenitentes: “Aborreces a todos los que hacen iniquidad” Ahora bien, ¿quiénes son propiamente estos “hacedores de iniquidad”, tan ansiosos de llevarla a cabo, y tan apegados y amantes de su labor, que no se muestran mínimamente dispuestos a abandonarla siquiera ante el riesgo de perecer a causa de ella? Cristo mismo nos lo deja muy claro: “apartaos de mí todos vosotros, hacedores de iniquidad”.67 Aquellos contra quienes el Señor testificará en su ira perecerán, pues Dios despedaza a quien odia.68 ¿Y acaso el odio no es lo más apropiado para tales pecadores impenitentes? ¿Acaso no se ganan a pulso una ira que justamente merecen por su obstinación y corazón empedernido?69 ¿Va el Señor a cobijar en el seno de su amor a quienes aborrece su alma? No; su porción es destrucción.70 Si todas las maldiciones de la ley, todas las amenazas del Evangelio, todos los juicios ya sea en la tierra y o en el infierno, están contra ellos porque no han querido enmendarse, decididamente, perecerán. Si el brazo del Señor les hiere en la cabeza con toda su fuerza, morirán irremisiblemente.71 (…) Evitemos todo aquello que Cristo aborrece. Pues si aprobamos y nos recreamos en cosas inicuas que Cristo aborrece, ¿cómo podemos esperar que nos ame? ¿Y qué es lo que Cristo aborrece? El salmista nos lo aclara en otro salmo: “Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad”;72 es decir, uno de los atributos de Cristo es odiar la iniquidad (…) Y si Cristo aborrece la iniquidad, aborrece también a los que “hacen iniquidad”. En consecuencia, no podemos amarlos, intimar con ellos, deleitarnos en su compañía, porque son personas malignas que se burlan abiertamente de la piedad y obstruyen su eficacia.73 Quien se empeñe en relacionarse e intimar con los inicuos ha de saber que Cristo no tendrá parte ni suerte con él.74 Si deseas mantener una dulce comunión con Cristo y con sus acciones fructíferas de amor, no