THOMAS WATSON [1620-1686]
“The Godly Man’s Picture”, 1666
Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios. Por “los malos” hay que entender en este caso las personas que no han sido regeneradas, sean quienes sean, que se encuentren todavía en estado de no regeneración155 (…). Se las describe aquí como personas que “se olvidan de Dios”, es decir, que no se acuerdan de él frecuentemente y con afecto, con temor y deleite, que no piensan seriamente en él (…) Olvidarse de Dios y comportarse de forma malvada son una misma cosa. Así se confirma la afirmación del salmista: “olvidarse de Dios” excluye por un lado todos los elementos primarios y esenciales de la fe; y por otro incluye los factores más atroces de la maldad, potenciándose ambas cosas entre sí hasta que dominan al sujeto, convirtiéndolo en mala persona (…) Olvidarse de Dios excluye los elementos primarios y esenciales de la religión. Excluir a Dios de nuestros pensamientos es dejar de apreciar la omnipotencia y santidad divina, como su amor, su bondad y el cuidado que tiene de sus criaturas; hace que el hombre viva sin ningún temor de Dios y pase por alto todas sus leyes y mandatos; y que prescinda de buscar la gloria de Dios como fin de su existencia; convirtiéndole con ello en una persona esencialmente mala (…) Excluir a Dios de nuestros pensamientos y negarle un lugar en nuestra mente, es la mayor maldad que se pueda cometer. Por tanto, aunque no sea abiertamente un borracho, un blasfemo, un estafador o un tirano; el hombre que se olvida de Dios y vive toda su vida sin importarle la existencia de su Creador ni pensar en él, ha cometido sobrado delito como para hacerse acreedor de su ira, y ser arrojado irremisiblemente al infierno.
JOHN HOWE [1630-1705]
“Thirteen Sermons on Various Subjects”, 1744
Los malos serán trasladados al Seol. Serán abocados, lanzados, arrojados de cabeza, hundidos en las profundidades del infierno. El texto hebreo es muy enfático en este sentido יָשׁ֣וּבוּ רְשָׁעִ֣ים לִשְׁאֹ֑ולָה yāšūḇū rəšā‘îm liš’ōwlāh.
ADAM CLARKE [1760-1832]
“Commentary on the Whole Bible”, 1831
Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios. La maldad surgió originalmente del maligno salido del infierno; y allí será enviado de nuevo juntamente con todos aquellos que están de su parte y que le acompañarán en su regreso a ese lugar de tormento donde quedarán confinados para siempre. El estado de “naciones”, y de los individuos que las forman, ha de ser valorado a partir de una única circunstancia: si en su obrar se acuerdan de Dios o se olvidan de él. Recordar a Dios es el manantial de la virtud; olvidarle, la fuente del vicio.
GEORGE HORNE [1730-1792]
“A Commentary on the Psalms in which Their Literal Or Historical Sense, as They Relate to King David, is Illustrated”, 1825
Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios.
Al infierno, su justa morada, fraguada en fuego
que nunca se apaga, la casa de la aflicción y el dolor.
JOHN MILTON [1608-1674]
“El Paraíso Perdido”, Libro VI
Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios.
Voluntad carente de poder: elemento clave del infierno,
que abortará todas las iniciativas haciendo que los deseos
estallen revolviéndose contra sí mismos… ¡Oh angustia terrible!
¡Justa recompensa para el orgullo humano!
El malicioso seguirá frunciendo el ceño contra su acérrimo enemigo,
a quien su labio despectivo desearía ensartar y aniquilar;
pero no lograrán verse el uno al otro, ni escucharse,
pues tan densa será la oscuridad de sus mazmorras
que no alcanzarán a distinguir los barrotes que les aprisionan.
La lujuria anhelará la muerte y el dolor beberá sus propias lágrimas,
ambas sumidas cada una en su propia soledad.
El odio peleará contra sí mismo, y se alimentará de su cadena
cuyas argollas de hierro lacerarán con cada movimiento su propia alma.
Una terrible soledad hará que las mentes enloquezcan,
cada uno en su propio lugar de confinamiento, solo en su prisión,
sin ninguna simpatía que le ayude a mitigar su dolor.
JOHN ABRAHAM HERAUD [1799-1887]
“The Descend into Hell”, 1830
Vers. 18. Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente. [Porque no estará perpetuamente olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá para siempre. RVR] [Pues el necesitado no será olvidado para siempre, ni la esperanza de los afligidos perecerá eternamente. LBLA] [Porque no para siempre será olvidado el pobre, ni la esperanza de los afligidos perecerá para siempre. BTX] [Pero no se olvidará para siempre al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza del pobre. NVI] [El pobre no caerá para siempre en el olvido, ni se desvanecerá eternamente la esperanza del humilde. BLP] [Pero aquellos que pasen necesidad no quedarán olvidados para siempre; las esperanzas del pobre no siempre serán aplastadas. NTV]
Porque no estará perpetuamente olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá para siempre. La misericordia y la justicia siempre están dispuestas a ser ejercidas. Las almas necesitadas temen haber caído en el olvido; aún si así fuera, ¡alégrense! pues no será así siempre. Satanás dice a los temblorosos que su esperanza está acabada; pero aquí encontramos la certeza divina de que sus expectativas no perecerán perpetuamente. «El pueblo de Dios es un pueblo humillado, afligido, vaciado, sujeto a necesidad, llevado a una dependencia constante de su Señor, mendigando de él día tras día y viviendo en la esperanza de lo que él ha prometido»156 puede que deba esperar, pero descubrirá que no ha esperado en vano.
C. H. SPURGEON
Porque no estará perpetuamente olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá para siempre. ¡Qué promesa tan dulce es esta para cualquier ocasión! Y cuando la presentamos ante el trono en nombre de Aquel que encierra en sí mismo todas promesa, y que es en sí mismo la gran promesa de la Biblia, resulta doblemente preciosa y efectiva.
ROBERT HAWKER [1753-1827]
“Poor Man’s Commentary”, 1816
Porque no estará perpetuamente olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres perecerá para siempre. Al acoger en su regazo a un pájaro asustado por un halcón un pagano diría: «No voy a traicionarte ni voy a entregarte a las garras de tu enemigo, puesto que has buscado asilo en mí.» Cuánto menos entregará Dios en manos de su enemigo al alma que habiendo buscado refugio en su nombre, exclama: «Señor, me