2 El título en la versión griega de los LXX o Septuaginta es: ἐκὁμολογέω σύ κύριος ἐν ὅλος καρδία ἐγώ διαἡγέομαι πᾶς ὁ θαυμάσιος σύ que la Vulgata traduce al latín como: “In finem, pro ocultis filii, Psalmus David”, “Para el fin, por los arcanos del Hijo, Salmo de David”. Un título perfecto para la interpretación cristológica que hacen los Padres de la Iglesia y demás comentaristas de la antigüedad, que ven en sus estrofas una exposición de los arcanos y misterios de Cristo y la Iglesia: su primera venida, su pasión y muerte, su resurrección, las persecuciones y sufrimientos de la Iglesia, y su segunda venida.
3 Se refiere al escritor puritano THOMAS WILCOCKS [1549-1608] en “A Right Godly and Learned Exposition upon the whole Booke of Psalmes”, 1586
4 Ver al respecto la nota 23 en el comentario de Martín Lutero al versículo 1 de este mismo Salmo 9.
5 En hebreo בֵּ֡ן bên y וּבְנָיָ֡הוּ ūḇənāyāhū de בְּנָיָה Benayahu “el Señor ha edificado”.
6 1 Crónicas 15:18.
7 1 Samuel 17:1-58.
8 Salmo 143:3; Colosenses 2:13-15; Hebreos 2:14-15; 1 Pedro 5:8; 1 Juan 3:8.
9 Aunque la versión Reina-Valera traduce הָֽאוֹיֵ֨ב hā’ōwyêḇ de אוֹיֵב oyeb en plural: “los enemigos”, está claro que se trata de un singular: “el enemigo”, y de hecho así lo traducen tanto la versión inglesa KJV “O thou enemy”, como también todas las versiones españolas modernas. Con ello, la referencia a Satanás como “Campeón del mal” que hace Spurgeon queda mucho más clara.
10 ATANASIO DE ALEJANDRÍA [296-373] en su carta a su discípulo Marcelino sobre la naturaleza y valor de los salmos le dice refiriéndose a este salmo: «Nunca te otorgues la gloria a ti mismo, ni por la victoria sobre tus enemigos ni por el uso y disfrute de las cosas creadas, recuerda que todos estos hechos magníficos son obra del Hijo de Dios, dale pues a él toda la honra entonando el Salmo 9.». El Tomo I de “El Tesoro de David” incluye una traducción completa de la Carta de Atanasio a Marcelino. [Tomo I - pp. 49].
11 Apocalipsis 19:16.
12 Se refiere a ANDREW ALEXANDER BONAR [1810-1892], pastor de la Free Church of Scotland y hermano menor del también pastor HORATIUS BONAR [1808-1889] en su obra “Christ and His Church in the Book of Psalms”, 1859.
13 Comparar con Cantares 1:4; Apocalipsis 19:7.
14 Salmo 22:22,26; 35:18; Hebreos 2:12.
15 Hebreos 6:20; 7:1-28.
16 Comentando este versículo: “Alabaré al Señor con todo mi corazón”, JUAN CRISÓSTOMO [347-407] nos habla de dos formas distintas de alabanza: (1) dar gracias a Dios por las bendiciones y bienes recibidos y, (2) dar gracias a Dios por las aflicciones y correctivos aplicados. «Debemos dar gracias al Señor no solo por los días felices, sino también por los días adversos; y ambas cosas, como el salmista: “con todo nuestro corazón”, es decir, con todo nuestro empeño, con toda la voluntad del alma. Porque el agradecer al Señor no solo los bienes, sino también los males rindiéndole gloria por encima de todo, es la alabanza más sublime, la que a Dios más complace y la que se hace acreedora de una mayor recompensa. (…) Nadie da gracias a Dios por las cosas que padece, porque nuestra limitada visión humana nos hace muy difícil entender que aún las propias aflicciones son en sí mismas recompensa: forjan nuestro carácter, eliminan la molicie, y nos apartan del mal. Cuando Dios te priva de algo y tú reaccionas dándole gracias por ello, te invade la esperanza y te llenas de alegría; lo cual te acoraza contra el arma más poderosa del diablo: la tristeza y el desaliento, lo que constituye su mayor derrota».
17 Mateo 7:6.
18 Romanos 9:20-24.
19 Dice AGUSTÍN DE HIPONA [354-430]: «“Contaré todas tus maravillas”. Quien duda de las maravillas de Dios y cuestiona la realidad de su providencia no lo alaba con todo su corazón, pero sí quien vislumbra los secretos de la sabiduría divina escondidos en todas las cosas, aunque sea en los detalles más insignificantes (…) Proclamar con propiedad las maravillas de Dios es reconocerlas no solo en las cosas físicas a la vista de todos; sino también en las cosas espirituales que permanecen ocultas. Porque ahí se esconden las mayores maravillas, que no percibimos con los ojos corporales, pero que vemos innegables y grandiosas con los ojos de la fe (Hebreos 11:1). Los ojos materiales están más atraídos y fascinados por la resurrección de Lázaro enterrado en un sepulcro que por la de Pablo perseguidor de la Iglesia. No obstante, el milagro físico visible es solo un medio de atraer el alma hacia la luz mientras que el milagro espiritual invisible fortalece al alma que ha sido iluminada; por ello tan solo puede decir con propiedad “contaré todas tus maravillas” el que creyendo por la realidad de maravillas físicas y visibles, avanza hacia la comprensión de las maravillas espirituales e invisibles».
20 Lucas 15:9.
21 Lucas 1:44.
22 Lucas 1:47.
23 El término hebreo עַלְמ֥וּת almūṯ, es de muy difícil traducción. Algunos lo han interpretado como “joven” o “juventud”, tal es la aplicación que le da ADAM CLARK [1760-1832] comentando 2 Samuel 16:5 בַּֽחוּרִ֑ים baḥūrîm, “ciudad del joven”, ligándolo con el עֲנָתוֹת֙ ‘ănāṯōwṯ de Josué 21:18, y el עָלֶ֣מֶת ‘ālemeṯ de 1 Crónicas 6:60. Hay quienes lo interpretan como un instrumento musical, dado que en algunos textos antiguos, como es el caso de la Biblia inglesa de Thomas Matthew –seudónimo– publicada en 1537, el título del Salmo 9 en lugar de “Al músico principal sobre Mut-labén” como figura en nuestras versiones españolas, lee: “Al músico principal; sobre Almuth-laben”. Hay quienes basándose en la raíz hebrea: עַל al opinan que significa “secretos”, y otros lo entienden como “doncella” o “virgen” relacionando esa virgen con algo secreto. Mucho se ha especulado sobre este término, valga como ejemplo la obra de JAMES STEVENSON BLACKWOOD, “Almuth the Messianic Enigma of the XLIX Psalm”, (1880). Pero el significado más probable parece ser el que se desprende del propio texto bíblico en el Salmo 48:14: “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; él nos guiará aún más allá de la muerte”, en hebreo יְנַהֲגֵ֣נוּ עַל-מֽוּת yənahăḡênū al-mūṯ. La Septuaginta o versión griega de los LXX lo traduce como: εἰς ὁ αἰών; y AQUILA DE SINOPE traduce עַלְמ֥וּת almūṯ como: ἀθανασία, atanasia, “inmortalidad”. Se trata pues de un término rabínico para expresar la manera en que Dios dirige a su pueblo en este mundo y en el mundo venidero, es decir, aún más allá de la muerte. Lutero identifica este “almūṯ”, con lo que él define como la “ecclesia abscondita”, esa iglesia visible