En primer lugar, para que haya suficientes testigos de lo que él ha hecho, y por tanto memoria y registro público de ello, al menos en las mentes y recuerdos de las personas fieles en generaciones venideras.
En segundo lugar, para que su justicia y procedimientos de la misma causen un efecto perdurable en aquellos que la contemplan sin estar por el momento bajo ella. Este fue el motivo por el cual el Señor amenazó con castigar a Jerusalén ante los ojos de las naciones.137 Dios iba a ejecutar su juicio contra Jerusalén, en medio de otras naciones vecinas, que habían presenciado y tomado buena nota de los extraordinarios favores, beneficios, liberaciones, y salvaciones que Dios había obrado en favor de la ciudad anteriormente; y tomarían también buena nota de sus juicios y amargo descontento contra ella. Jerusalén no estaba asentada en un rincón perdido del planeta, sino en medio de las naciones más importantes de la época, de modo que tanto su bondad como su severidad hacia ella serían bien visibles para todos (…). A veces Dios permite que algunos pecadores sufran, o los castiga públicamente, porque desea que los demás tomen nota de que aquello que han hecho le desagrada, y para que otros no caigan en el mismo error y tengan que sufrir las mismas consecuencias. Aprender en cabeza ajena, en los golpes que reciben los demás, es un enorme favor que Dios nos concede (…).
En tercer lugar, Dios golpea abiertamente a personas impías y malvadas, ante los ojos de todos, para consuelo de su propio pueblo, para infundirle aliento: “Se alegrará el justo cuando viere la venganza”.138 No es que se alegre de la venganza, regocijándose ante el dolor y sufrimiento ajeno, sino que se alegrará el justo de contemplar la justicia divina en acción, de presenciar el cumplimiento de las amenazas de Dios contra el pecado del hombre, que no dejan de ser una evidencia de su propia santidad (…) Cuando Dios ahogó a los egipcios en el Mar Rojo, los israelitas vieron a los egipcios muertos a la orilla del mar: Dios no dejó los cuerpos muertos de los egipcios sepultados en el fondo de la mar, hizo que flotaran hasta llenar la orilla, a fin de que los hijos de Israel pudieran verlos;139 y cuando Israel contempló la terrible mortandad ejecutada por el Señor sobre los egipcios, se dice que: “el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo”.140 De ese modo fueron confirmados en su fe por los juicios de Dios sobre los egipcios, que fueron golpeados abiertamente ante ellos como espectadores, es decir, públicamente para que el juicio divino fuera observado y visto por otros.
JOSEPH CARYL [1602-1673]
Jehová se ha dado a conocer en el juicio que ejecutó. Cuando Dios descarga su mano sobre los pecadores, los santos tiemblan considerando su poder, majestad, y la naturaleza de sus juicios; y en consecuencia se juzgan a sí mismos tratando de eliminar todo aquello que pueda provocarlo (…). Así como el fuego engendra alrededor de su núcleo una aureola de luz y esplendor, también los juicios de Dios exponen ante el mundo su gloria, justicia, y santidad.
WILLIAM GREENHILL [1591-1671]
“Exposition of the prophet Ezekiel, with useful observations thereupon”, 1846
En la obra de sus manos fue enredado el malo. La recompensa que el pecador busca con su pecado es una combinación temporal de vida fácil, placeres y provecho; pero el precio que paga por ello es muerte, tormento y destrucción. Quien quiera entender lo falso y engañoso del pecado debe comparar a la vez sus recompensas y lo que acarrean.
ROBERT SOUTH [1634-1716]
“Sermons”, 1715
En la obra de sus manos fue enredado el malo. No solo lo leemos en la Palabra de Dios, sino que toda la historia y la experiencia humana constatan la justicia de Dios al enredar al malvado en la obra de sus propias manos. Quizá el ejemplo más notable, aparte del de Amán colgado en su propia horca,141 se diera durante los horrores de la Revolución Francesa, en cuyos anales se nos cuenta que: «al cabo de nueve meses de la muerte de la reina María Antonieta142 segadas por la misma hoja rodaron también, una a una, las cabezas de todos los implicados en su trágico final: acusadores, jueces, jurado, fiscales, testigos, en fin, todos aquellos cuyo destino es conocido, sin excepción, perecieron en el mismo instrumento que su víctima». En la red que tendieron para ella se enredaron sus propios pies,143 en el hoyo que cavaron para ella cayeron ellos mismos.144
BARTON BOUCHIER [1794–1865]
“Manna in the heart or daily comments on the book of Psalms”, 1855
Higaion. Selah. Ainsworth145 afirma que el significado de esta combinación de palabras hebreas es: “Meditación. Pausa”, lo que significaría que el salmista hace él mismo una pausa para invitar a sus oyentes o lectores a detenerse y meditar profundamente sobre todo lo expuesto con anterioridad. Aunque la palabra hebrea הִגָּי֣וֹן higgāyōwn aparece de nuevo en el Salmo 92 entre los nombres de varios instrumentos musicales, lo que nos hace pensar que se trata de un instrumento o de un sonido “solemne”, ya que el texto hebreo dice: “con el decacordio, con el salterio, higaión y con la lira”.146
JOHN MAYER [1583-1664]
“A Commentary upon the whole Old Testament”, 1653
Vers. 17. Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios. [Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios. RVR] [Los impíos volverán al Seol, o sea, todas las naciones que se olvidan de Dios. LBLA] [¡Retornen los malvados al Seol, como todas las naciones que se olvidaron de Elohim! BTX] [Bajan al sepulcro los malvados, todos los paganos que de Dios se olvidan. NVI] [¡Que vuelvan al reino de los muertos los malvados, todos los paganos que se olvidan de Dios! BLP] [Los malvados descenderán a la tumba; este es el destino de las naciones que se olvidan de Dios. NTV]147
Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios. La justicia que en el pasado ha castigado a los malos, y preservado los justos, permanece intacta, y por tanto en los días venideros tendrá lugar la justa retribución. ¡Cuán solemne es este versículo diecisiete, especialmente en su advertencia a los que se olvidan de Dios! Los moralistas, pero no piadosos; los honrados, pero que no oran; los benévolos, pero que no creen; los amables, pero inconversos: lamentablemente todos tendrán su parcela, en compañía de malvados declarados, en el infierno preparado para el diablo y su ángeles.148 Hay naciones enteras en semejante situación; los que se olvidan de Dios son mucho más numerosos que los viciosos y libertinos, y según la expresión hebrea,149 que es de lo más contundente, el lugar donde todos ellos sean arrojados será lo más profundo de los infiernos. El olvido aparenta ser un pecado insignificante, pero acarrea la ira eterna sobre todo aquel que vive y muere en él.
C. H. SPURGEON
Los malos serán trasladados al Seol. Cuando mueren, los impíos tienen que afrontar la ira y la indignación de Dios. He leído sobre una piedra en Etiopía que tiene dos caras: la una atrae el hierro hacia sí, en tanto que la otra otro lo aleja con fuerza.150 De igual modo Dios tiene dos manos: la de misericordia y la de justicia; con una atrae a los piadosos al cielo, con la otra lanza al infierno a los pecadores; y, ¡qué lugar tan terrible es este! Para expresar los abundantes tormentos del infierno la Escritura utiliza el nombre de “lago de fuego”151; un lago, porque es vasto y abundante en tormentos; pero de fuego, por su ferocidad: el fuego es el elemento más torturador. Estrabón152 en su Geografía menciona la existencia en Galilea de un pequeño lago tan pestífero que escaldaba la piel de todo lo que se arrojara en él. ¡Pero ay! Este lago resulta refrescante comparado con el lago de fuego al que son lanzados los condenados por la justicia divina. Y para demostrar lo insufrible que resulta la Escritura cita dos características:
1. Es sulfuroso, el fuego se mezcla con azufre;153 es decir que además de quemar es asfixiante.
2.