Con todo mi corazón. La mitad del corazón no es corazón.
Contaré. Contar a otros con un corazón agradecido aquello que nuestro Padre celestial ha hecho por nosotros, constituye para todos aquellos que nos sentimos agradecidos a Dios un acto de verdadera alabanza. Este es, entre otros, un tema sobre el que los creyentes deberíamos hablar más entre nosotros. Y tampoco sería echar perlas a los puercos17 si los no cristianos nos escucharan hablar del amor y la bondad de nuestro Señor.
Tus maravillas. Mostrar nuestra gratitud personal por las misericordias que nos han sido otorgadas, sirve para refrescar la memoria de otros a millares. Un simple eslabón de plata en la cadena basta para provocar en ella toda una sucesión de recuerdos enternecedores. Y con ello llevamos a cabo una labor eterna, pues la constante divulgación de las obras del amor divino no puede tener fin. Si tomáramos más en cuenta nuestra propia pecaminosidad y lo poco que somos, descubriríamos que cada una de las cosas que el Señor ha hecho en nosotros o por nosotros: perdón, conversión, liberación, santificación, protección, etc., es una obra maravillosa. Y aún en el cielo, el amor y la bondad divina, seguirán siendo un tema tan prodigioso como embelesador.
C. H. SPURGEON
Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón. Así como un vaso revela el licor que contiene por el olor que desprende, así deberían nuestras bocas: exhalar continuamente el perfume de misericordia que ha impregnado y refrescado nuestros corazones, pues somos vasos de misericordia.18
WILLIAM COWPER [1568-1619]
“Three Treatises concerning Christ”, 1612
Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón, contaré todas tus maravillas. La frase “con todo mi corazón” sirve para mostrarnos la grandeza de la liberación de la que el salmista se había beneficiado; para distinguirle de los hipócritas zafios, que alaban la bondad de Dios tan solo de boca, únicamente con sus labios; o de los más refinados, que le alaban solo con la mitad de su corazón, mientras en su fuero interno se atribuyen la liberación a sí mismos más que a Dios.
“Todas tus maravillas”, es decir, todas las demostraciones asombrosas de tu gracia. Con estas palabras, el salmista hace evidente que las reconoce y valora en toda su grandeza.19 Y dondequiera que sucede esto, dondequiera que se reconoce y valora la grandeza de Dios, el Señor es alabado también con todo el corazón. Las medias tintas van de la mano con el desánimo y el desprecio de la gracia divina. El לֵב leb es el לֵבָב lebab, instrum. El corazón es el verdadero instrumento, el manantial, la causa de la alabanza; la boca no es más que el medio, el órgano físico a través del cual alabamos.
ERNS WILHELM HENGSTENBERG [1802-1869]
“Commentary on the Psalms”, 1860
Contaré todas tus maravillas. Cuando hemos recibido del Señor algún bien en especial, bueno es que en concordancia a las oportunidades que tengamos, lo contemos a otros. Cuando la mujer que había perdido una de sus diez monedas de plata la halló, reunió a sus vecinas y amigas y les dijo: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”.20 ¿Qué nos impide de hacer lo mismo? Podemos contar a nuestros amigos y vecinos que hemos recibido tal o cual bendición y que nos consta que procede directamente de las manos de Dios. ¿Por qué razón no lo hemos hecho aún? ¿Porque hay en nuestro interior un sentimiento oculto que nos hace dudar de si realmente vino de Dios? ¿Porque nos avergonzamos de testificar de ello ante personas que por regla general se ríen de las cosas santas?
¿Quién hay que conozca más acerca de las obras maravillosas de Dios y pueda testificar de ellas que su propio pueblo? Si su pueblo calla, ¿cabe esperar que el mundo vea y reconozca lo que él ha hecho? Jamás nos avergoncemos de glorificar a Dios contando a otros lo que conocemos y sabemos que él ha hecho; busquemos todas las oportunidades para exponer claramente sus maravillas; deleitémonos en hallar ocasiones en las que contar, partiendo de nuestra propia experiencia, todo aquello que sabemos ha de redundar en su alabanza. Pues a todos aquellos que honran a Dios de esa manera, Dios, a su vez, también los honrará; si estamos dispuestos a contar todas sus maravillas, él nos concederá en abundancia más y más maravillas para que tengamos de qué hablar.
PHILIP BENNET POWER [1822-1899]
“‘I wills’ of the Psalms”, 1862
Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. Como arrebatado por una avalancha de los más dulces afectos, el salmista exclama en pleno éxtasis: ¡“Te alabaré”; “contaré”; “me alegraré”; “me regocijaré”, y “cantaré”! Y no se limita a decir: “Te alabaré”, sino que añade: “con el corazón”, y más aún: “con todo mi corazón”. Tampoco se limita a mencionar las obras de Dios, sino que habla de “maravillas”, y no de algunas maravillas sino de “todas tus maravillas”. No hay la menor duda que su espíritu (como el de Juan el Bautista en el vientre de Elisabet),21 se alegra y regocija en Dios su Salvador, que ha hecho por él grandes cosas acompañadas de extraordinarias maravillas.22 Las palabras que abren este salmo establecen su disposición a cantar las obras maravillosas de Dios. Y son ciertamente maravillosas, porque transforman, mediante aquellos que no tienen nada, a quienes lo tienen todo; y el Almuth23 de aquellos que viven en la fe oculta, muertos para el mundo, trae humildad a quienes florecen en la gloria de este mundo y están bien vistos en la tierra. Y estos hechos portentosos se logran sin usar la fuerza bruta, sin armas, sin esfuerzo humano, sino por medio de la cruz y la sangre. Pero, ¿es posible encajar esta afirmación, “contar ‘todas’ tus maravillas”, con otras afirmaciones que encontramos en la Escritura, como la de Job cuando nos dice que: “Él hace cosas grandes e incomprensibles, y maravillosas, sin número”?24 Pues ¿quién podría mostrar todas las maravillas hechas por Dios? La afirmación que hace aquí salmista surge del mismo exceso de sensibilidad que le llevó a exclamar en otro salmo: “Todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas”.25 Es decir, había en él un deseo tan ardiente de contar las maravillas de Dios, que hubiese querido contarlas “todas”, aunque no le fuera posible hacerlo. Pero el amor no tiene ni límites, ya que no conoce principio ni fin, y como afirma el apóstol Pablo: “El amor (…) todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”,26 por tanto, el amor hace posible lo imposible, pues Dios ve el deseo que anida en nuestro corazón y nuestro espíritu.
MARTÍN LUTERO [1483-1546]
Vers. 2. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo. [Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo. RVR] [En ti me alegraré y me regocijaré; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. LBLA] [Me alegraré y me regocijaré en Ti; entonaré salmos a tu Nombre, oh Elyon. BTX] [Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo NVI] [En ti me alegraré y me regocijaré; alabaré, Altísimo, tu nombre. BLP] [Gracias a ti, estaré lleno de alegría; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. NTV]
Me alegraré y me regocijaré en ti. El gozo y la alegría son el espíritu apropiado para alabar la bondad del Señor.27 Las aves exaltan el Creador con sus trinos alegres; el ganado expresa su alabanza en grupo con mugidos gozosos; y los peces enuncian su culto saltando deleitosos. Moloch28 podrá ser adorado con aullidos de dolor, y Juggernaut29 honrado con gemidos agónicos y gritos inhumanos, pero Aquel cuyo nombre es Amor30 se siente mucho más satisfecho de recibir la santa alegría y regocijo santificado de su pueblo.31 El gozo diario es adorno propio del carácter cristiano, y la vestimenta apropiada para los que forman parte del coro celestial. Dios ama al dador alegre,32 tanto si lo que deposita sobre el altar es el oro de su bolsa como el oro de su sonrisa.
Cantaré a tu nombre, oh Altísimo. Los cánticos son la