AGUSTÍN DE HIPONA [354-430]
1 FRANZ DELITZSCH [1813-1890] se aventura en su comentario a enlazar este Salmo 35 con el capítulo 24 de 1 Samuel, entendiéndolo como una versión lírica amplificada de las palabras de David en 1 Samuel 24:9-16. Indica también que el Salmo 35 guarda una estrecha relación con el precedente (Salmo 34) en que son los dos únicos salmos que mencionan al מַלְאַךְ־יְהוָ֓ה mal’aḵ-Yahweh el ángel del Señor (Salmo 34:7, Salmo 35:5-6).
2 Sin cuestionar la autoría de David, TEODORO DE MOPSUESTIA [350-428] en su “Expositio in Psalmos” ve una estrecha relación entre el Salmo 35 y la experiencia del profeta Jeremías: «Cualquiera que lea el libro del bendito Jeremías encontrará numerosos pasajes que coinciden entre lo que se dice del profeta y lo que el santo David predice en este Salmo. La exactitud es tanta que en muchos casos coinciden no tan solo los hechos sino incluso las palabras. David profetiza: “Sea su camino tenebroso y resbaladizo” (35:6), y el profeta Jeremías dice: “su camino será como resbaladeros en oscuridad” (Jeremías 23;12); el Salmo afirma: “Porque sin causa me tendieron una trampa” (35:7), mientras el profeta hablando en nombre del pueblo: “Incluso de todos mis mayores amigos, los que acechan un traspiés mío: Quizá cometerá un desatino, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza” (Jeremías 20:10). El bendito David afirma en el Salmo: “Se levantan testigos malvados; de lo que no sé me preguntan” (35:11), Jeremías cuenta que cuando el ejército caldeo se retiró del asedio de Jerusalén el profeta abandonó la ciudad y se trasladó a las tierras de la tribu de Benjamín para comprar pan, pero un tal Irías le apresó acusándole falsamente de intentar pasarse a los caldeos (Jeremías 37:11-15). Dice también el bendito David: “Me devuelven mal por bien” (35:12), y las mismas palabras encontramos en la oración de Jeremías ante las maquinaciones contra él: “¿Es que se paga mal por bien, para que hayan cavado hoyo a mi alma?” (Jeremías 18:20). Quien lea con detalle los escritos de Jeremías encontrará sorprendentes similitudes entre lo que le escribió y sucedió con lo que se dice en este Salmo. Unas coincidencias que no hacen sino demostrar la armonía entre los textos de la Palabra inspirada, tanto en lo dicho como en los hechos».
3 Cristo mismo hace referencia al versículo diecinueve de este Salmo (35:19) aplicándolo a su persona: “Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron” (Juan 15:25) aunque también cabe la posibilidad enlazarlo con el Salmo 109:3. A partir de aquí la aplicación que hacen los Padres de la Iglesia y comentaristas antiguos de algunos pasajes del Salmo 35 a la Pasión del Salvador es ciertamente amplia. Partiendo del título mismo del Salmo:
–HESIQUIO DE JERUSALÉN [siglo v] dice en su “Fragmenta in Psalmos”: «El título de este Salmo es Claro: “de David”. Pero hemos de entender el David espiritual, que ofrece esta oración no en razón de su divinidad sino de su humillación asumida en la carne, cuando “se despojó a sí mismo tomando forma de siervo” (Filipenses 2:7). No ruega aquí por sus propios padecimientos y aflicciones, sino que proporciona un modelo de oración para todos aquellos que tendrían que soportar aflicciones en su nombre».
–ARNOBIO EL JOVEN [siglo v] en “Commentarii in Psalmos” nos amonesta a aplicar todo el Salmo a los sufrimientos del Señor «para que no nos pase por alto su mensaje y nos sirva de edificación».
4 Mateo 26:36-46.
5 ATANASIO DE ALEJANDRÍA [296-373] en su carta a su discípulo Marcelino sobre la naturaleza y valor de los salmos le dice refiriéndose a este salmo: «Si tus enemigos acaban por cercarte dispuestos a ejecutar sus propósitos sanguinarios, olvídate de recurrir a la justicia de los hombres y dirígete directamente a Dios, el único Juez justo, el único que juzga con justicia, entonando el Salmo 35». El Tomo I de “El Tesoro de David” incluye una traducción completa de la Carta de Atanasio a Marcelino. [Tomo I - pp. 50].
6 Se refiere al teólogo, escritor y pastor de la Iglesia Libre de Escocia ANDREW ALEXANDER BONAR [1810-1892] en su obra “Christ and His Church in the Book of Psalms”, 1859.
7 Mateo 11:25; Lucas 10:21-22; 1 Corintios 15:27-28.
8 1 Samuel 15:32-33.
9 Números 31:17; Deuteronomio 2:34; 20:16-17; Josué 6:21; Jueces 21:10; 1 Samuel 15:3; 22:19.
10 Apocalipsis 14:11; 19:1-5.
11 1 Corintios 6:2.
12 SCHÖKEL destaca lo apremiante de la petición y la fuerza de la solicitud por el uso de siete imperativos verbales en tan solo tres versículos, diecinueve palabras,: רִיבָ֣ה rîḇāh, “pleitea”; לְ֝חַ֗ם ləḥam, “pelea”; הַחֲזֵ֣ק haḥăzêq “embraza”; וְ֝ק֗וּמָה wəqūmāh, “levántate”; וְהָ֘רֵ֤ק wəhārêq, “blande”; וּ֭סְגֹר ūsəḡōr, “cierra el paso”; רֹדְפָ֑י rōḏəp̄āy, “enfréntate”; אֱמֹ֥ר ’ĕmōr, “di”. Algunos traductores leen וּ֭סְגֹר ūsəḡōr, como el nombre de un arma de origen persa o escita (así lo hace LBLA que traduce “hacha”) pero la versión griega de los LXX o Septuaginta lee συγκλείω que es claramente “cerca, o cierra el paso” que la Vulgata traduce al latín como “et conclude adversus eos”, “cierra contra aquellos”. SCHÖKEL hace al respecto el siguiente comentario: «Se ha discutido el sentido de וּ֭סְגֹר ūsəḡōr, como indicado en el análisis filológico: imperativo de סָגַר sagar, “cerrar”, o “arma de guerra”, o “una parte de la lanza”. Pero ni los soldados israelitas llevaban en dotación la doble hacha escita ni tiene sentido: “desenfunda la lanza y la punta (de la lanza)”. Los españoles nos acordamos sin querer del grito de los tercios: ‘¡Santiago y cierra España!’. María Moliner todavía registra: ‘Cerrar con o contra-atacar’ y cita la expresión ‘cerrar filas’».
13 El nombre de יְ֭הוָה Yahweh aparece ocho veces, cinco en la primera parte del Salmo (35:1, 5, 6, 9, 10); y tres en la parte final (35:22, 24, 27). En la parte central se utiliza אֲדֹנָי֮ ’ăḏōnāy (35:17, 22); אֱלֹהַ֖י ’ĕlōhay (35:23); y וַֽאדֹנָ֣י waḏōnāy (35:23).
14 Isaías 49:25: “con el que contienda contigo yo contenderé, y salvaré a tus hijos”.
15 Dice FRANCISCO LACUEVA [1911-2005] en su versión del “Comentario de Matthew Henry”: «Apela a Dios e interpone el testimonio de su inocencia y de la justicia de su causa. Si le hubiese perjudicado un súbdito, habría podido apelar al rey, como apeló San Pablo al César (Hechos 25:10-12); pero, al ser el rey mismo quien le perseguía, tenía que apelar al Juez y Soberano de cielos y tierra. En su oración ruega a Dios que pelee a favor de él contra sus perseguidores, de forma que éstos queden inhabilitados para hacerle daño y no puedan seguir adelante con sus malvados planes. Si Dios es amigo nuestro, no importa cuántos y cuán poderosos sean nuestros enemigos».
16 Apocalipsis 12:10.