AGUSTÍN DE HIPONA [354-430]
“Enarrationes in Psalmos”
Vers. 16. El rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. [El rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. RVR] [El rey no se salva por gran ejército; ni es librado el valiente por la mucha fuerza. LBLA] [El rey no se salva por la multitud del ejército, ni el poderoso escapa por la mucha fuerza. BTX] [No se salva el rey por sus muchos soldados, ni por su mucha fuerza se libra el valiente. NVI] [No se salva el rey con su gran ejército, ni el valiente se libra por su fuerza. BLP] [El ejército mejor equipado no puede salvar a un rey, ni una gran fuerza es suficiente para salvar a un guerrero. NTV]
El rey no se salva por la multitud del ejército. El poder humano de los seres mortales no es más que una ficción, y los que en él confían son unos ingenuos que se engañan a si mismos. Jamás las filas compactas de hombres fuertemente armados han sido capaces de sostener un imperio, o siquiera la vida del monarca, cuando el tribunal del cielo ha emitido un decreto proclamando su derrota. El Dios omnisciente y que todo lo ve, preserva a los más pobres y desvalidos de entre su pueblo, a pesar de encontrarse solos y sin amigos; cuando diez mil hombres armados no pueden garantizar la seguridad de aquel a quien Dios abandona para destrucción.
Ni escapa el valiente por la mucha fuerza.125 Lejos de vigilar y proteger los demás, el valiente y experimentado guerrero no es capaz siquiera de liberarse a sí mismo; pues cuando le llegue su hora, ni la fuerza de sus brazos ni la velocidad de sus piernas podrán salvarlo. Habita mucho más seguro el creyente más débil bajo la sombra del trono de Jehová,126 que el más poderoso pecador protegido por los más aguerridos escoltas, pero en peligro constante. ¿Por qué hablamos tanto de nuestros ejércitos y nuestros héroes nacionales? Tan solo el Señor es quién posee y otorga el poder y la fuerza, y por tanto, único merecedor de toda alabanza.
C. H. SPURGEON
El rey no se salva por la multitud del ejército. En la batalla de Arbela127 los ejércitos de Persia rondaban se dice entre medio millón y un millón de hombres, pero fueron completamente derrotados por Alejandro que no contaba con más de cincuenta mil; y el antes poderoso Darío fue vencido. Napoleón entró en Rusia con medio millón de hombres de los mejores, pero:
«No importa el número, o lo mortífero de la hueste;
ya sea liderada por el norteño Breno, o por Tamerlan el Escita» 128
pues muy pronto un invierno terrible deshizo su ejército, y él acabó prisionero en la roca solitaria de Santa Elena.129 A lo largo de la historia, la afirmación de este versículo ha sido verificada en numerosas ocasiones.130 Los batallones más fuertes y poderosos se derriten como copos de nieve cuando Dios está contra ellos.
C. H. SPURGEON
Ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Valiente o gigante, como fue en el caso de Goliat.131 Los más expertos nadadores, a menudo mueren ahogados, ese es el significado.
JOHN TRAPP [1601-1669]
“A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657
Vers. 16-17. Estos dos versículos exponen claramente la debilidad e insuficiencia del poder terrenal, pese a la gran importancia que al mismo concede en intelecto humano.
JOHN JAMES STEWART PEROWNE [1823-1904]
“Commentary on the Book of Psalms”, 1864
Vers. 16-17. Un viajero, sorprendido por una tormenta, abandona el camino y adentrándose en el bosque, busca refugio de la lluvia debajo de un frondoso roble, pegando su espalda al tronco y dejando que las ramas le protejan; lo cual le proporciona alivio por algún tiempo; hasta que finalmente una fuerte ráfaga de viento, arranca la principal de las ramas, que cae sobre el desdichado y desprevenido viajero. De este modo, aquello en lo cual había buscado protección, y que le había servido por un tiempo, en realidad se convierte en su perdición. Esto es exactamente lo que sucede a muchos en este mundo, buscando alivio para sus muchos problemas y vejaciones, se salen de su camino apartándose de Dios, y buscan refugio bajo las alas de algún importante personaje; y ello les sirve por un tiempo, pero solo hasta el momento en que su protector cae el mismo en desgracia, le rueda la cabeza, y junto con la de él, rueda también la suya. Si se hubieran mantenido en el camino, andando con sus propias piernas y por sus propias fuerzas en lugar de confiar en “brazo de carne”, hubieran evitado el desastre: “Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del Señor se aparta su corazón”.132
THOMAS GATAKER [1574-1654]
“Certaine Sermons, First Preached, and After Published at Severall Times”, 1637
Vers. 17. Vano para salvarse es el caballo; la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar. [Inútil para salvarse es el caballo; la grandeza de su vigor a nadie podrá librar. RVR] [Falsa esperanza de victoria es el caballo, ni con su mucha fuerza puede librar. LBLA] [Vano es el caballo para la victoria, ni su gran fuerza permitirá escapar. BTX] [Vana esperanza de victoria es el caballo; a pesar de su mucha fuerza no puede salvar. NVI] [No da la victoria el caballo, ni con todo su brío permite escapar. BLP] [No confíes en tu caballo de guerra para obtener la victoria; por mucha fuerza que tenga, no te puede salvar. NTV]133
Inútil para salvarse es el caballo. Entre los orientales, los caballos y carros falcados134 eran de lo más valorado a la hora de considerar y establecer el poderío militar de un ejército. Pero el salmista les llama una mentira, una confianza engañosa. ¿De veras puede sentirse seguro el caballero a lomos de su gallarda y veloz montura, ya sea por su valentía o capacidad de huida? En modo alguno; pues su caballo no solo le conducirá alocadamente hacia el peligro, sino que puede también que lo aplaste en su caída.135
A pesar de su mucha fuerza no puede salvar. Las más poderosas defensas se convierten en nada cuando más se necesitan. Tan solo Dios en Dios se puede confiar y a él solo hay que adorar. Toda la caballería y ejércitos de Senaquerib no fueron rival de talla para un solo ángel del Señor;136 los caballos y los carros del Faraón descubrieron lo inútil y nefasto que resulta tratar de perseguir al pueblo ungido del Señor,137 y así serán también completamente derrotadas todas las fuerzas combinadas de la tierra y del infierno cuando se levanten contra el Señor y sus elegidos.138
C. H. SPURGEON
Inútil para salvarse es el caballo; la grandeza de su vigor a nadie podrá librar. Si la fuerza de los caballos viene de Dios, y como parece desprenderse de las palabras de Job ha sido él quién les ha otorgado su fuerza: “¿Diste tú al caballo la fuerza? ¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?”,139 entonces, no confíes o en la fuerza de los caballos: utilízala, pero no confíes en ella; pon tu confianza en Dios; pues si confías en la fuerza que Dios ha dado a los caballos, estás haciendo de los caballos tu Dios.140 Es interesante observar como Dios, sabiendo lo muy propensos que somos a confiar en cualquier cosa que ostente fuerza, aunque sea un simple animal, nos prohíbe explícitamente confiar en la fuerza de los caballos: “Inútil para salvarse es el caballo; la grandeza de su vigor a nadie podrá librar”. Como si nos dijera: piensas que un caballo podría salvarte, y te equivocas, porque toda su fuerza es inútil. Y cuando el salmista dice que su fuerza es “inútil” no se está refiriendo a un caballo débil y enfermizo, sino un caballo de la mayor fortaleza que quepa imaginar; pues aún semejante caballo es inútil para salvar