No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado. ¡Que mis oraciones no sean causa para tener que ruborizarme! Que mi confianza en Dios no llene la boca de los profanos con burlas.
Sean avergonzados los impíos, desciendan en silencio al Seol. Para su propio asombro y vergüenza, haz que mis entuertos se enderecen, que mis errores se corrijan; y que su propio orgullo les confunda terriblemente. Bajo el reinado gentil y apacible del Príncipe de Paz,140 nuestras oraciones han de regirse bajo un espíritu menos beligerante, y, por tanto, frases como estas solo podemos usarlas en su sentido profético, sabiendo como sabemos muy bien, que la vergüenza y el silencio de la muerte son la mejor porción que los pecadores impíos pueden esperar. Lo que ellos deseaban para los creyentes despreciados, por decreto de la justicia retributiva, a la cual no pueden engañar ni pueden eludir, les acontecerá a ellos mismos: “Amaba la maldición, y esta vino sobre él… Sea esta la paga del Señor para mis acusadores, y para los que hablan mal contra mi alma”.141
C. H. SPURGEON
Vers. 18. Enmudezcan los labios mentirosos, que hablan contra el justo cosas duras con soberbia y menosprecio. [Enmudezcan los labios mentirosos, que profieren insolencias contra el justo, con soberbia y menosprecio. RVR] [Enmudezcan los labios mentirosos, que arrogantes hablan contra el justo con soberbia y desprecio. LBLA] [Enmudezcan los labios mentirosos, que arrogantemente hablan contra el justo, con soberbia y menosprecio. BTX] [Silencia sus labios mentirosos, esos labios orgullosos y arrogantes que acusan al justo. NVI] [Enmudezcan los labios mentirosos que se insolentan contra el justo llenos de orgullo y desprecio. BLP] [Silencia sus labios mentirosos, esos labios orgullosos y arrogantes que acusan al justo. NTV]
Enmudezcan los labios mentirosos.142 Una oración absolutamente correcta y propia del espíritu cristiano ¿pues quién, fuera de una mala persona, daría a los mentirosos más cancha de la que corresponde? Que Dios los silencie, bien sea conduciéndolos al arrepentimiento, sometiendo sus mentiras a escarnio y pública vergüenza, o colocándolos en una posición en la que cualquier cosa que digan no sea tenida en cuenta.
Que profieren insolencias contra el justo, con soberbia y menosprecio. El pecado de los calumniadores radica en gran parte en el propio tema de su discurso: “profieren insolencias”, cosas duras y cortantes que acuchillan los sentimientos de los justos, hiriéndoles profundamente donde más les duela: su reputación. Y el pecado es aún mayor por la forma de su discurso; “con soberbia y menosprecio”; hablan como si ellos fueran la crema de la sociedad, y los justos la mera escoria de la vulgaridad. Los pensamientos de autosuficiencia y orgullo personal, con frecuencia dan por resultado estimaciones negativas, desfavorables y devaluantes de los demás. Cuanto más espacio procuramos para nosotros mismos, menos espacio dejamos para nuestros semejantes. ¡Qué iniquidad tan insoportable que los personajes más indeseables sean siempre los que más despotrican contra los hombres justos y buenos! No tan solo carecen de toda capacidad para apreciar su valor moral, del cual ellos carecen por completo, sino que además tienen la desvergüenza de encaramarse al estrado y juzgar a hombres y mujeres, al lado de los cuales ellos no son más que escoria. Bien puede la santa indignación incitarnos a desear cualquier cosa que sirva para librar al mundo de una impertinencia tan insoportable y una arrogancia tan detestable.
C. H. SPURGEON
Enmudezcan los labios mentirosos. Los perseguidores de la Iglesia durante los primeros siglos, según cuenta Tertuliano, menospreciaban a los cristianos acusándoles de ser unos incultos y malas personas, y en consecuencia solían pintar el Dios de los cristianos con la cabeza de un burro y un libro en la mano, para expresar que por mucho que simularan leer y aprender, eran necios e ignorantes.143 El Obispo Jewel,144 en su sermón sobre las palabras de Lucas “Pero algunos de ellos dijeron: “Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios”.145 cita las palabras de Tertuliano y las aplica a su propia época. ¿Acaso nuestros adversarios no han dicho siempre lo mismo acerca de todos los profetas del evangelio?146 El Obispo White no dudó en afirmar, en audiencia pública, que los puritanos no eran más que un hatajo de zopencos,147 y añadió que: «Todos los que les siguen y apoyan no son más que zapateros, sastres, tejedores, gentes que nunca pisaron una Universidad!
CHARLES BRADBURY
“A cabinet of jewels opened to the curious by a key of real knowledge”, 1785
Enmudezcan los labios mentirosos, que profieren insolencias contra el justo, con soberbia y menosprecio En el venerable y monumental documento original de la Iglesia Valdense, titulado La lección de oro,148 y fechado en el año 1100, hallamos un verso que ha sido traducido de la siguiente forma:
Si alguno ama y teme a Jesucristo.
Y no maldice, jura o miente,
es casto, no mata, ni hurta de otros;
dicen que es un valdense, y merece castigo.
ANTOINE MONASTIER [1774-1852]
“Histoire de l’église vaudoise depuis son origine et des vaudois du Piémont jusqu’à nos jours”, 1847
Vers. 19. ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! [¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! RVR] [¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has obrado para los que en ti se refugian, delante de los hijos de los hombres! LBLA] [¡Cuán grande es tu bondad que has guardado para los que te temen, que has preparado para los que en Ti confían, delante de los hijos del hombre! BTX] [Qué grande es la bondad que has reservado para los que te temen. La derramas en abundancia sobre los que acuden a ti en busca de protección, y los bendices ante la mirada del mundo. NVI] [¡Qué inmensa es la bondad que reservas a quien te venera! La ofreces a quienes en ti confían, y todo el mundo es testigo. BLP] [Qué grande es la bondad que has reservado para los que te temen. La derramas en abundancia sobre los que acuden a ti en busca de protección, y los bendices ante la mirada del mundo. NTV]
¡Cuán grande es tu bondad!149 ¿Acaso no resulta chocante encontrar una frase tan alegre en mitad de tanto dolor y aflicción? Ciertamente la vida de fe es un milagro. En cuanto la fe conduce a David a su Dios, lo pone a cantar a la vez. No precisa lo grande que es la bondad de Dios, porque no puede; no hay medidas para delimitar y describir la bondad inconmensurable de Jehová, que es la bondad misma. Cuando los adjetivos fracasan y se quedan cortos, el asombro santo echa mano de las interjecciones. Los signos de exclamación hacen bien su trabajo allí donde las palabras de explicación no sirven de nada. Si bien no podemos medirla, cuanto menos podemos asombrarnos; y aunque no podamos calcular con exactitud, sí podemos adorar con fervor.
Que has guardado para los que te temen. En su contemplación, el salmista divide la bondad divina en dos partes, la que esta almacenada y la que está en acción. El Señor tiene reservadas para su pueblo bondades más allá de toda la cuenta. En el tesoro de del pacto, en el campo de la redención, en los cofres de las promesas, en los graneros de la providencia, el Señor ha provisto para todas las necesidades que puedan posiblemente ocurrir a sus elegidos. Deberíamos considerar más a menudo la reservas de bondad de Dios aún no distribuidas a los elegidos, pero previstas y dispuestas para ellos: si nos dedicáramos a este tipo de contemplaciones y consideraciones, nos veríamos arrastrados a una mayor dosis