C. H. SPURGEON
¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen! Así como un hombre previsor regulará su generosidad hacia los demás de tal forma que no falte a sus propios hijos o familiares, empobreciendo su propia casa con su prodigalidad excesiva hacia otros; así también Dios, cuando ejercita su benevolencia con aquellos que no son parte de su familia, guarda para sus hijos, los que le temen, aquello que por derecho hereditario; es decir, como consecuencia de su adopción,150 les pertenece.
JUAN CALVINO [1509-1564]
¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen! Subrayemos estas palabras; “guardado para los que te temen” Su misericordia y bondad piensa y se preocupa de ellos de manera especial y particular, como un padre guarda en una bolsa una suma de dinero, y escribe en la misma: «Apartado para tal o cual hijo». Pero, ¿cómo es posible que los cristianos tengamos este derecho de parte de Dios, y acceso a todo el inmenso y jamás contado tesoro de felicidad ligado a él?151 Un tema muy digno de considerar; pues es la fe la que le concede el derecho a ello. Lo que nos convierte en hijos, nos hace herederos. La fe nos hace hijos de Dios, pues: “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.152 De manera que no pongamos en tela de juicio nuestro derecho de nacimiento, ni cuestionemos en nuestra alma aquellos gloriosos privilegios que a través de Cristo nos pertenecen, simplemente, aferrémonos a la fe.
WILLIAM GURNALL [1617-1679]
“Christian in complete armour, or, a treatise of the saints war against the Devil”, 1655
¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen! Cuando medito en las palabras del profeta en este salmo, me viene a la mente la imagen de Dios como la de un padre que, sin duda, disciplina sus hijos y los castiga con vara;153 pero que, con esfuerzo y trabajo, no aspira a otra cosa que a poder ahorrar y acumular para ellos una cantidad suficiente, de la cual puedan disponer para su bienestar cuando alcancen su madurez y hayan aprendido a administrarla con prudencia. Padre mío, escondes tu inmensa bondad de tus hijos en este mundo, como si no les perteneciera. Pero siendo tus hijos, podemos tener plena seguridad de que el tesoro celeste no será entregado a nadie más. Por tal razón, soportaré con paciencia la suerte que me ha tocado. Pero, ¡oh! déjame aspirar de cuando en cuando, aquí en la tierra, un soplo de aire celestial para refrescar mi corazón entristecido; pues ello me capacitará para esperar más sosegadamente hasta su plena realización.
CHRISTIAN SCRIVER [1629-1693]
También conocido por su pseudónimo, GOTTHOLD
“Gotthold’s Emblems: Or Invisible Things Understood By Things That Are Made”, 1671
¡Cuán grande es tu bondad! Permitidme que coloque en esa corona, que es el deber sagrado de la meditación, su diadema, avanzando un paso más: que la meditación nos conduzca a la admiración. No nos contentemos con que instruya nuestra mente, hagamos que se apodere también de nuestras emociones; sintámonos transportados, arrebatados y cegados por la belleza y trascendencia de las cosas celestiales; pasemos de la meditación a la admiración, buscando una clave más elevada que nos aproxime a modelos superiores, el de los santos y los ángeles que están en el cielo, cuya actitud es de la más pura, más elevada y extática admiración. David, fue un claro ejemplo de admiración en la meditación, como podemos comprobar en diversos salmos: “Oh Señor, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra”;154 “¡Cuán numerosas son tus obras, oh Señor”;155 y otros muchos pasajes en el Salterio, incluyendo el salmo que aquí comentamos: “¡Cuán grande es tu bondad!” (31:19). Para David, igual que las cuerdas de su arpa, la meditación y la admiración estaban siempre bien afinadas; y las pulsaba con maestría, arrancándoles acordes tan sublimes como a veces exóticos; tan puros como el oro refinado, tan brillantes como metal bruñido; y tan preciosos y valiosos como la gema más exquisitamente tallada. Y el bienaventurado apóstol Pablo, también maestro en la meditación, no fue menos virtuoso en la admiración; su alma ardía en llamas cuando se dejaba arrebatar por ella: era cual pájaro de alas fuertes y prolongadas, que se eleva, y se eleva remontando hacia las alturas hasta que lo perdemos de vista.
NATHANIEL RANEW [1602-1672]
“Solitude improved by divine meditation, or, A treatise proving the duty and demonstrating the necessity, excellency, usefulness, natures, kinds and requisites of divine meditation”, 1670
Delante de los hijos de los hombres. Probablemente el salmista se refiere a bendiciones temporales otorgadas a los piadosos, y evidentes para todos. Otros, sin embargo, entienden que está hablando de la recompensa a los justos otorgada de manera pública y notoria en el día del juicio; una teoría que, en este caso, encaja mejor con nuestra interpretación de la primera parte del versículo.
DANIEL CRESSWELL [1776-1844]
“The Psalms of David, According to the Book of Common Prayer: with Critical and Explanatory Notes”. 1843
¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! Creedme, señores, no podéis imaginar el gran amigo que podríais tener en Dios, si accedierais a establecer un pacto con él y a ser completamente suyos. Os digo que muchos como vosotros, que en un momento determinado de su vida se mostraron negativos ante Dios, apagando en su mente la luz de Cristo y odiando al Señor, negándose a reconocer la hermosura que hay en él; han cambiado de opinión; y ahora, ni por diez mil mundos renunciarían al amor que le profesan. ¿Quién se atreve a decir que Jesús es un Maestro duro?156 ¿Quién que le conozca es capaz de afirmar que es un amigo poco amable? ¡Oh, que criaturas tan pobres y miserables somos, capaces de albergar en nuestras mentes sentimientos tan negativos y desagradables hacia nuestro Creador! ¿Acaso no habéis leído las Escrituras cuando afirman?: “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen”. ¿Pensáis que el salmista se excedió en su afirmación? ¿Qué dijo más de lo que él mismo y otros podían demostrar? Preguntadle, y os responderá dos versículos más adelante: “Bendito sea el Señor, porque ha hecho maravillosa su misericordia para mi” (31:21 LBLA). David podía hablar de ello con pleno conocimiento de causa, porque contaba con una amplia experiencia personal; y lo mismo vale para otros muchos miles, a quienes, como a él, el Señor les ha demostrado en sus vidas su bondad maravillosa. Por ello le vemos amonestar apasionadamente a todo el pueblo de Dios diciéndoles: “Amad al Señor, todos sus santos” (31:23), y a que testifiquen públicamente de su bondad reconociendo que: “El Señor preserva a los fieles”, a fin de que su testimonio de la bondad de Dios expresado por sus hijos, lleve al mundo entero a desarrollar pensamientos positivos con respecto a su Creador.
JAMES JANEWAY [1636-1674]
“Heaven upon Earth; or the Best Friend in the Worst Times”, 1670
¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! Conviene remarcar y analizar bien esta afirmación del salmista. En la primera cláusula nos dice que la bondad de Dios ha sido “guardada”; en el segunda, que ha sido “mostrada”. La bondad divina está guardada en la promesa, y es mostrada en su cumplimiento. Y esa bondad, guardada para y mostrada a todos aquellos que temen a Dios,