En tu mano están mis tiempos.131 El Árbitro soberano del destino de todas las cosas tiene bajo su poder todo cuanto concierne en nuestra vida; no estamos abandonados132 en la urbe del universo, somos dirigidos por la sabiduría infinita hacia nuestro deseado cielo. La divina Providencia es almohada blanda para las cabezas ansiosas, un calmante para las preocupaciones, y una tumba donde enterrar toda desesperación.
Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Desear escapar de la persecución es absolutamente legítimo si entra en la voluntad del Señor; y cuando no puede concedérnoslo en la forma en que nosotros desearíamos, la gracia que nos sostiene nos proporcionará liberación en alguna otra forma y por otros medios que nos permitan burlar el escarnio y la furia del enemigo.
C. H. SPURGEON
En tu mano están mis tiempos. En mi opinión, el uso del plural: “mis tiempos”, no es fortuito, tiene un motivo: señalar la pluralidad y diversidad de peligros que amenazan la vida del ser humano.133
JUAN CALVINO [1509-1564]
En tu mano están mis tiempos. ¡El reloj cuelga impasible de la pared, y cada uno de sus tic-tac es un suspiro, un desafío a la conciencia! ¡Pobre reloj! En cierta ocasión fui a visitar a un amigo recluido en una de los más nobles y admirables hospitales para enfermos mentales de nuestro país. Me acompañó en mi visita el médico jefe y secretario de la institución. ¡Qué pena me dio! Una de las inteligencias más claras y brillantes que conozco, tan solo que de pronto algunas de las cuerdas en su mente se habían vuelto disonantes. Me contaron que solía matar las horas del día, y a veces también de la noche, en una ocupación inocente: la de desmontar y montar relojes. Pero que justo antes de mi visita, había comenzado a presentar nuevos síntomas un tanto alarmantes: ahora estrellaba los relojes, uno tras otro, contra el suelo de piedra, para luego recogerlos y agitarlos en el aire. Trasladado a una zona de seguridad, lo visité junto con el médico-secretario que le preguntó: «¿Por qué comenzaste a destruir tus relojes favoritos, tanto como los apreciabas? ¿No ves que ahora te has quedado en el más absoluto silencio?» A lo que el paciente respondió, en un tono agónico: «Ya no podía soportar más su tic-tac, tic-tac, y los estrellé contra el pavimento». Cuando el reloj es capaz de someterse al que lo ha fabricado, a la mano que lo sostiene, y medir los momentos del tiempo, es un espectáculo solemne, que nos afecta, sin duda, pero muy bonito, muy sublime. Y transferimos nuestros pensamientos desde el reloj a la mano que lo sostiene. Mis tiempos… tu mano; el reloj y la hora que señala tienen un propósito, no son en vano. Dios concede al hombre el privilegio de contemplar ambas cosas; presenciar la obra completa, ver como se desarrolla el plan desde su comienzo hasta completarse. No hay cosa más cierta que esta, y a la vez, nada que a los seres humanos les inquiete más de percibir. Que no somos dueños del tiempo, y que no podemos hacer otra cosa que:
“Aguardar con paciencia una vida trascendente
que Dios tiene preparada para nosotros” 134
A tal efecto cabe decir que el verdadero camino de Dios se compone de todo el conjunto de nuestros caminos. Su mano sostiene todos nuestros tiempos: “Mis tiempos … Tu mano”. Algunas vidas son muy diferentes de otras. Esto lo sabemos; algunas culminan su curso con éxito, y obtienen la corona de la vida.135 Mientras muchas otras fracasan. ¿Por qué? En todo proyecto y esfuerzo humano debe haber un amor que lo estimule y lo controle. Se dice que la luna influye en las mareas de los mares; ¿y hemos de pensar que no hay un poder similar que influye en nuestras almas? Al parecer, no tiene por qué haberlo en la mayoría de aquellos cuyas vidas son meramente terrenales, pero sí en las celestiales. Del mismo modo en que la luna influye en el nivel de las mareas, así también Dios incfluye en almas de los que le aman. En su mano están mis tiempos, en la mano de mi Salvador.
Proclamo las obras de Dios en los límites
que al hombre le es dado hacerlo: todo amor; pero todo ley.
En la Divinidad busco y encuentro, y así será.
un rostro como el mío que te recibe,
un Hombre como yo amarás y será amado para siempre,
una mano como esta mano abrirá de par en par
las puertas de una nueva vida volcada a ti:
¡Contemplad al Cristo!” 136
La mano de Jesús es la mano que rige nuestros tiempos. Él es el “restaurador de calzadas donde habitar”.137 Él regula el reloj de nuestra vida. Cristo por nosotros y Cristo en nosotros. Mi vida no puede ser en vano, como la vida del Salvador no fue en vano. Por ello: Mis tiempos están en su mano.
EDWIN PAXTON HOOD [1820-1885]
“Dark sayings on a harp; and other sermons”, 1865
En tu mano están mis tiempos. Cuando David tenía Saúl a su merced en la cueva, sus allegados le decían:” Mira, este es el tiempo del que te habló el Señor: “He aquí, voy a entregar a tu enemigo en tu mano”.138 Pero David les replicó: No, no es el tiempo aún de mi liberación, pues esta no llegará hasta que pueda librarme de mi enemigo sin tener que pecar; por tanto, voy a esperar todo el tiempo que haga falta hasta que sea verdaderamente el tiempo de Dios, porque los tiempos de Dios siempre son los mejores y más adecuados.
MATTHEW HENRY [1662-1714]
“Commentary on the Whole Bible”, 1811
Vers. 16. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia. [Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia. RVR] [Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame en tu misericordia. LBLA] [Haz resplandecer tu rostro sobre tu esclavo, ¡Sálvame por tu misericordia! BTX] [Que tu favor brille sobre tu siervo; por causa de tu amor inagotable, rescátame. NVI] [Muéstrate favorable con tu siervo, por tu amor ponme a salvo. BLP] [Que tu favor brille sobre tu siervo; por causa de tu amor inagotable, rescátame. NTV]
Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo.139 Dale a mi alma la luz del sol del cielo, y desafiaré todas las tempestades de la tierra. Oh Señor, permíteme gozar del sentimiento de tu favor, de la certeza que estás complacido con mi manera de vivir, y no me importará que los hombres me calumnien todo lo que les plazca y frunzan el ceño. Para un siervo, saber que cuenta con el beneplácito de su señor, siempre es más que suficiente. Puede que otros se muestren insatisfechos con él, pero no le importa, no es a ellos a quienes desea servir; no son ellos quienes que le pagan el salario, por tanto, sus opiniones le tienen sin cuidado, no se considera su sirviente,
Sálvame por tu misericordia. El justo no conoce otro motivo de apelación que el de la misericordia; la posibilidad de plantear razones legales o méritos propios, David jamás llegó a soñarla siquiera.
C. H. SPURGEON
Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo. Cuando las negras nubes de las aflicciones y los problemas terrenales esconden de nosotros el favor del Señor, la fe sabe perfectamente que más allá de la nube sigue brillando, y por lo tanto, ora traspasando la nube y pidiendo que se desvanezca.
DAVID DICKSON [1583-1663]
“Explanation of the First Fifty Psalms”, 1653
Vers. 17. No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado; sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol. [No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado; sean avergonzados los impíos,