Conscientes los campesinos de la fragilidad de los “marcos”, idearon éstos algunas fórmulas para evitar o aminorar los frecuentes conflictos y disputas vecinales. Quizá la más destacable era la de cavar, en el momento de la cosecha, en la línea divisoria entre las fincas un surco más hondo que los demás entre “marco” y “marco” (llamado “entremesa”, “rego”, “derrego”, “gabia” o “gavia”) para indicar con precisión los lindes, acompañando a tal fin, en ocasiones, la colocación de palos intermediarios55.
La variedad de sistemas divisorios refleja la tensión vecinal que generaba el interés de aprovechar al máximo la totalidad de la escasa superficie de terreno de que disponían los campesinos, y al mismo tiempo el ansia de tener las propiedades plenamente defendidas, sin tener que ceder terreno alguno56.
3.2.2. Los problemas derivados de la apertura y cerramiento del “agra”
En el cierre exterior común que circundaba el “agra” siempre había una o varias entradas –denominadas, según las zonas, “cancelas” “portelas”, “portairos”, “poriclos”, “escadiñas”, “pasadoiros” “portelos”, “portillos”, “escairos”, “porteleiras”, “carrís”, “carriles” o “carrilleiras”57–, cuyo número era más o menos elevado en función, fundamentalmente, de la dimensión del “agra”58. Dichos accesos instalados en el muro de cierre general del “agra” presentarían, además, unas características concretas según si su destino era el paso de personas o también de carros y ganados.
En relación a las primeras, cabría destacar los llamados “portairos”, “poriclos”, “portillos” “escadiñas”, “pasadoiros” o “escairos”, consistentes en una especie de escalera construida con piedras salientes del cuerpo de la pared o muro de piedra que circundaba el “agra” sin interrumpirlo59. Dichos peldaños podían estar instalados, según los casos, en ambos lados del muro, sólo en uno de ellos (cuando del otro lado del muro el terreno estaba situado en un plano más elevado), o consistir en una simple escalera de madera de roble o castaño que se apoyaba en el muro de cierre común del “agra”60.
Las entradas también se franqueaban, a veces, con una “cancela” o portal de madera, con simples palos atravesados, con una zanja o colocando una piedra (“chantón”) en el medio del camino que obligaba a las personas a rodearlo e impedía el paso a los carros y al ganado de mayor tamaño61.
De estar destinadas las entradas al paso de personas y también de los carros y ganados, cabría destacar los denominados “carriles”. Éstos consistían en una simple brecha abierta en el muro o pared de piedra, en cuyo lugar se construía una pared provisional con piedras puestas de tal modo que dicho muro pudiera deshacerse y hacerse de nuevo con relativa facilidad. Al pasar el ganado y/o el carro, la persona que lo acompañaba tenía la obligación de reponer el muro y dejarlo en el mismo estado en el que se encontraba. Las “agras” también se cerraban, en ocasiones, con barras de madera transversales bajo las que se acumulaban montones de zarzas (“silvas”), con losas de pizarra (“chantos”), bloques de tierra acumulados (“terróns”) o una “cancela” o portal de madera62.
El lugar de acceso se consideraba inamovible, salvo acuerdo en contrario de todos los usuarios de las fincas del “agra”. Cualquier intento de modificación era criticado y sancionado con dureza si se hacía sin el consentimiento de los demás usuarios. También la apertura de una nueva entrada constituía una operación difícil, y a la que se recurría únicamente en supuestos muy excepcionales, en la medida en que podía poner en peligro la organización y el correcto funcionamiento interno del “agra”63.
Todas estas reglas de cierre y apertura de las entradas del “agra” se regían, con carácter general, por acuerdos de naturaleza consuetudinaria que eran acatados y cumplidos por todos los usuarios de las fincas situadas en su interior64.
3.2.3. La comunicación y uso de las fincas del “agra”: la “serventía”
Si el “agra” consiste en una finca continua cercada por un cierre exterior común, dividida en su interior en un elevado número de pequeños predios pertenecientes a una pluralidad de propietarios, estructurados, con carácter general, en bandas alargadas y delimitadas únicamente los unos de los otros con simples “marcos”, con un surco o postes de madera, ¿cómo se lograba dar acceso a todas los fincas que formaban parte del “agra” desde la vía pública?
El buen funcionamiento interno del “agra” y el máximo aprovechamiento económico individual de los fundos situados en su interior, sólo resultaba posible mediante el riguroso respeto a los pactos, usos o prácticas de naturaleza consuetudinaria que tradicionalmente se venían observando por todos los usuarios en la explotación agrícola de cada “agra” en particular.
Las entradas del “agra” estaban abiertas únicamente durante los períodos destinados a la siembra, recolección y, en su caso, en las épocas en las que las fincas del “agra” quedaban a barbecho (en aquellos supuestos en los que las tierras no eran susceptibles de estar sometidas a un rendimiento continuo). Además, con carácter general, sólo las parcelas colindantes con las entradas del “agra” disponían de un acceso directo desde la vía pública, motivo por el que el paso a los demás predios había de realizarse necesariamente cruzando por los fundos ajenos antes de que las plantas brotasen, para no dañarlas. De este modo, la explotación individual de cada una de las fincas del “agra” se hallaba sometida a determinadas limitaciones.
Para evitar el paso en las épocas en las que los predios se hallasen sembrados, y con ello los perjuicios que un tránsito descoordinado pudiese ocasionar en las fincas sobre las que se ejercitaba el paso, todos los usuarios tenían la obligación de cumplir con las fechas de apertura y cierre de las entradas del “agra”.
Además, todos los usuarios tenían que seguir una disciplina común de cultivos, coordinada con las fechas de apertura y cierre de las entradas del “agra”65 y, con frecuencia, un determinado orden temporal en la realización de la siembra, recolección y otras labores agrícolas, para que el necesario ir y venir de los usuarios de las fincas más alejadas de la entrada no deteriorasen lo hecho por los más próximos66. Así pues, una vez sembradas todas las parcelas, se cerraba(n) la(s) entrada(s) del “agra” hasta el momento de la recolección, sin que se pudiera hacer uso de los caminos hasta entonces, con el fin de proteger a las cosechas frente a los perjuicios que las intromisiones de las personas o del ganado en las fincas del “agra” pudieran ocasionar.
BOUHIER67 describe con detalle la configuración física y el funcionamiento