Afrofeminismo. Abuy Nfubea. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Abuy Nfubea
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788412335408
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de tradición cimarrona womanist. Fue quien me inculcó las nociones básicas anticoloniales y fortaleció mi concepto de obagam a finales de la década de 1980, quien también transformo mi visión y acción política durante mi viaje a Holanda, Londres, Bolivia, Estados Unidos y Sudáfrica. Fue ella una de las que crearon y sembraron en mí esa incondicional adhesión al omowale, El-Hajj Malik El-Shabazz, Malcolm X.

      Vicenta Avoro, tía por parte de padre, Nguan Esakunan, nació en Mikomiseng, Guinea Ecuatorial. Una de esas mujeres negras en apariencia tranquilas, pero con un par de ovarios bien puestos. Unas mujeres africanas: más allá de la jovialidad aparente. Mi tía no era como el resto de sus hermanas, más bien house niggers. Mi tía Vicenta era una mezcla de Manu Chao, Dead Prezz, Mista O, Pablo Hasél, La polla Records, Mocedades e lsabel Pantoja. Aunque nunca la oí definirse como feminista porque, al igual que la generación de mi madre, creían que el feminismo era algo de «pijas blancas pequeñoburguesas», su disciplina tenía siempre un lado de insurgencia contra el patriarcado y el machismo.

      Una vez en el supermercado noté que todos, especialmente los hombres, miraban a mi tía. Al llegar la caja para pagar, un guardia jurado blanco musculoso se puso muy simpático, más bien baboso, mientras Pablo y yo cargábamos la comida en las bolsas. Nuestra tía solo sonreía. De repente el tipo, que trataba de ligar, le dijo: «Mulata, estás muy hermosa. Eres muy exótica. ¿De dónde eres?». Entonces mi tía reaccionó soltándole un bofetón que se oyó incluso en Móstoles, ante la mirada anonadada del resto de los clientes, de Pablo y la mía. Entramos a separar creyendo que mi tía se había extralimitado; vamos, que no era para tanto. Los clientes del supermercado, parte de la sociedad racista, querían quitarle hierro al asunto, diciendo que no importaba o «pasa de esa negra loca». Por esta actitud nuestra en ese momento nos ganamos una súper regañina en el coche, y recibimos insultos como tío Tom, y estuvo a punto de castigarnos. Así eran las cosas: nosotros éramos todavía muy house niggers para saber el valor del trato degradante, de subalternidad, de insultos aparentemente inofensivos como «subsahariano», «de color», «mulato» o «exótica». Yo tenía una sensación agridulce de la situación: por un lado, estaba contento y me sentía algo orgulloso porque presencié a una mujer negra defenderse en un espacio de liderazgo tradicionalmente masculino. Por otro lado, la bronca nos iba aguar la fiesta. Tía Vicenta dejó claro que las insurgencias de las mujeres negras tenían valor, que eran competentes, capaces, que sus vidas y sobre todo interpretaciones epistémicas como descolonización del género sí importaban. ¡Joder, fue un subidón! En el coche Pablo y yo queríamos escuchar el álbum completo del clásico de Run DMC, Raising Hill; la cinta nos la había grabado T-7, pero sonaba Bill Withers, con su Lovely Day. ¡Nada! No tuvimos éxito ya que mi tía tomó la palabra en el coche con cara de mala hostia y a ver quién le contradecía: «Tú, exótico es para los animales y cosas, y ni vosotros ni yo somos cosas; ni animales sino personas. ¿Os enteráis?». «Sí, tía». Ella continuó con un término que me acompañará el resto de mi vida y que nunca hasta ese día había oído: «Tío Tom».

      Cuando digo que mi tía Vicenta fue crucial en mi toma de conciencia sobre la visión del negro en la geopolítica mundial y la radicalización de mi generación mujerista-panafricanista, fue porque nos hizo consciente de la violencia del binomio «sexismo y racismo», algo que hoy a pesar de que está en boca de todos, entre otras cosas por la polémica sentencia de La Manada, les sigue pasando hoy a muchas chicas negras en discotecas, parques, trabajo o bares. Esto les pasa a mis hermanas en una discoteca cualquiera de España tal y como denunció Desirée Lobele. ¡Uauu qué alienados estábamos! No fue Esteban Ibarra ni todas esas progres blancas feministas que me hicieron saber que el machismo-racismo en España es estructural. Fue mi tía Vicenta Avoro, de modo que luego cuando fui al instituto y a la universidad sabía cómo enfrentarme a todo ese discurso colonialista sesgado sobre África, los inmigrantes, la negritud e incluso sobre mí mismo. Como sucede en otros casos de mujeres inteligentes y poderosas, no faltó quién la acusara de utilizar artes de hechicería, puesto que mantenía sus tradiciones espirituales y religiosas africanas.