La cuestión del sujeto político decolonial en el Ecuador de la Revolución Ciudadana. Giacomo Finzi. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Giacomo Finzi
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587838831
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dentro de la organización:

      a comienzos años de los 90, se empieza a discutir y debatiendo la posibilidad de construir un espacio político propio del movimiento indígena. Esto viene, yo creo de algunos sectores del movimiento indígena, al comienzo, no es una decisión unánime. Siempre hubo posiciones distintas. Yo era una de las personas que estaban al lado contrario a la idea de generar un movimiento político o un partido, desde el movimiento indígena. Porque yo decía, bueno, había que madurar primero como movimiento indígena, como organización, como representación organizativa orgánica, representativa del movimiento indígena. (Luís Macas, entrevista con el autor, 5 de julio de 2017)

      Sin embargo, dentro del movimiento triunfó la otra tesis y, en este orden de ideas, en 1996 nació el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik-Nuevo País en el Ecuador, que inicialmente constituyó el brazo político y electoral de la Conaie y de la CMS.

      Es importante destacar que Pachakutik no era una fuerza exclusivamente indígena e indigenista; pues, obviamente, la Conaie era el movimiento con mayor capacidad de convocatoria en las calles y, al mismo tiempo, era la fuerza que más encarnaba el espíritu decolonial y anticapitalista en el Ecuador de aquel entonces. Sin embargo, desde sus orígenes, confluyeron otros importantes sectores sociales, no exclusivamente indígenas, lo cual profundiza su carácter político, ampliando su espectro y su posible base social. Es el caso de la CMS y la Confederación Única Nacional de Afiliados al Seguro Social Campesino, Coordinadora Nacional Campesina (CONFEUNASS-CNC), que tenían otra trayectoria política y otro pasado organizativo.

      Estos otros importantes movimientos sociales del Ecuador, más vinculados a una trayectoria de izquierda, no cuestionaban la fuerza del movimiento indígena, tanto en su fuerza numérica y organizativa en las movilizaciones, como en la fuerza de su mensaje político. Por esa razón, se podría decir que las demás fuerzas políticas aceptaron el liderazgo de la Conaie en la nueva organización política, reconociendo su primacía. En efecto, por la misma estructura que dio lugar a Pachakutik, el presidente de la Conaie era el presidente de Pachakutik, mientras que el presidente de la CMS era el número dos de Pachakutik. Desde la Conaie, la idea de conformar un espacio político con más organizaciones sociales tenía como premisa importante que el nuevo movimiento político nacía con la finalidad de ampliar la lucha de los pueblos indígenas, con la finalidad de tender puentes hacia otros sectores sociales existentes (Luís Macas, entrevista con el autor, 5 de julio de 2017).

      Los esfuerzos, tanto desde la Conaie como desde la CMS, se dirigían hacia el mantenimiento de una organización política basada y enfocada principalmente en la comunidad. Había un rechazo por la política tradicional del partido político clásico. La estrategia dual antes mencionada trató de articularse como movimiento social y como movimiento político. En el nuevo movimiento político entraron el tema del Estado plurinacional y los demás temas étnicos del reconocimiento y de los derechos, emanación de la Conaie y de los movimientos indígenas.

      La estructura político-electoral de Pachakutik no se constituía como un partido político tradicional y dependía de las resoluciones políticas tanto de la Conaie como de la CMS. Antes de madurar cualquier tipo de posicionamiento o decisión política relevante, el partido no tenía autonomía: los organismos de decisión del movimiento Pachakutik eran las asambleas y los organismos decisionales de la Conaie y de la CMS. De hecho, nunca se nombró, sino formalmente, un coordinador de Pachakutik. Los organismos eran los que se reunían en la Conaie. En términos formales, el presidente de la Conaie era el presidente de Pachakutik, y el presidente de la CMS era el segundo (Napoleón Saltos, entrevista con el autor, 19 de julio de 2017). En realidad, tal situación nunca constituyó una disputa entre la Conaie y la CMS.

      El partido Pachakutik era el resultado de las fuerzas políticas y sociales que lo componían y nacía con el objetivo de proponerse como alternativa de poder al tradicional sistema partidista del Ecuador. En términos gramscianos, se podría asumir que la alianza entre la Conaie y la CMS, junto con otros sectores sociales, quería formular y articular una contrahegemonía que se oponía al régimen neoliberal, tanto por vía de la movilización como por medio de la participación electoral institucional. Naturalmente, ello representó un desafío para el orden político y constitucional establecido, además de una amenaza que tocaba todas las esferas del poder y de la dominación política del Ecuador, ya que cuestionaba la legitimidad de todas las estructuras institucionales.

      La potencia del mensaje de Pachakutik residía, también, en su capacidad de construir puentes con otras fuerzas sociales y con la sociedad civil19, expandiendo su base social potencial y alimentando la construcción de un nuevo sujeto político y social en el Ecuador contemporáneo. La oposición al neoliberalismo y el carácter antisistémico de la propuesta política de Pachakutik empezaron a atraer la simpatía de otros sectores, inclusive urbanos y de clase media, lo cual coincidía, paralelamente, con el creciente desprestigio de las instituciones gubernamentales y el agravamiento de la crisis económica, política, institucional y social que vivió el Ecuador durante toda la década de los 90.

      El fortalecimiento de la Conaie y de la CMS, por vía movilización, junto con su máquina político-electoral expresada en Pachakutik, empezaron a reunir un consenso en 1996: eligieron ocho diputados, cinco indígenas y tres mestizos, entre ellos el presidente de la Conaie, Luís Macas, y el vocero de la CMS, Napoleón Saltos. Eso, por un lado, empezó a proveer mayor visibilidad política a su propuesta, y por el otro correspondió a una institucionalización del movimiento social. En este momento, volviendo al tema de la estrategia dual, es interesante considerar cómo, frente a la institucionalización de Pachakutik a través de su participación electoral, no se pierde el carácter antisistémico de las movilizaciones convocadas por la Conaie y la CMS ni la fuerza de los levantamientos que se dieron a todo lo largo de la década de los 90.

      El desafío representado por esta nueva fuerza política y social, presente tanto dentro de las instituciones como en las calles, a través de la movilización, se incrementó debido a la mayor fragilidad del sistema político, económico y social ecuatoriano; sobre todo, por la inestabilidad registrada en aquellos años frente a la profundización del orden neoliberal.

      La presidencia de Abdalá Bucaram, a partir de 1996, inauguró un periodo de fuerte agitación en el Ecuador;

      frente a la fanfarria y al autoritarismo encarnado por el nuevo presidente, que fueron una de las características de su breve gestión, que no difería tanto del resto de gobernantes del periodo (la entera década de los 90), ya que se había declarado partidario de la apertura y de la liberalización a ultranza del Ecuador. (Acosta, 2006, p. 185)

      Las crisis de mayor fuerza del sistema entero se vivieron desde la caída del presidente Abdalá Bucaram, a comienzos de 1997. Además de los escándalos de corrupción y falta de transparencia, Bucaram había profundizado las medidas neoliberales en el país, las mismas que habían contribuido al incremento de las revueltas populares y a los altos márgenes de impopularidad del régimen político ecuatoriano.

      En efecto, durante su gobierno se agravaron los programas de ajustes económicos: se incrementaron las tarifas de los servicios públicos, se eliminó el subsidio al gas doméstico, se dispuso el cobro en los hospitales populares, y continuaron los incrementos de precio de los derivados del petróleo, gasolina y diésel (Acosta, 2006). El precio de los combustibles alcanzó niveles muy elevados: el del gas fue fijado en 15 000 sucres.

      Además, se quería crear un régimen fundado en la “convertibilidad (del sucre con el dólar), la flexibilización laboral, las privatizaciones, y el desmantelamiento del Estado, que ya había sufrido un debilitamiento marcado en las administraciones anteriores” (Acosta, 2006). Los movimientos sociales realizaron nuevas movilizaciones, llamaron al paro cívico nacional y se tomaron la catedral de Quito por varios días. El paro cívico nacional de 5 de febrero de 1997 convocó a más de dos millones de ciudadanos ecuatorianos en todo el país, para manifestar la inconformidad con el régimen de Bucaram, la corrupción y las fuertes medidas neoliberales de su gobierno. Este día, que en buena medida marcó el fin de su experiencia política, fue precedido por movilizaciones estudiantiles y obreras, fuertemente reprimidas por los aparatos represivos del Estado.

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