En el capítulo 2 del presente trabajo, nos concentraremos en las tendencias económicas y en el estudio de las medidas económicas aplicadas en el Ecuador a partir de la afirmación del neoliberalismo, para analizar críticamente los planes económicos de los gobiernos de Rafael Correa dirigidos a revertir dicho proceso. Aquí interesa expresar cómo la afirmación del neoliberalismo en el Ecuador coincidió con una transformación institucional del aparato estatal. Las débiles y fragmentadas instituciones estatales, que durante los años de los gobiernos militares habían vivido un momento de consolidación, frente a un proyecto de construcción del Estado-nación durante la aplicación de políticas keynesianas y la construcción de un proyecto nacional, en la década de los 80 y más radicalmente en los 90 sufrieron un retroceso importante. Los tímidos intentos de construir un proyecto estatal por las jerarquías militares durante la década de los 70 fueron revertidos por un sistema oligárquico regional y regionalista, que no tenía interés en conservar y garantizar la estabilidad de las instituciones estatales; todo lo contrario, su intención fue debilitar el proyecto nacional y restablecer formas antiguas, oligárquicas, del manejo de la res publica y de la economía. Se reciclaron
las formas políticas oligárquicas y sus nexos de comunicación con los sectores populares con clientelismo básico, el mejor ejemplo es la recomposición del Partido Socialcristiano y el traslado de su eje del gamonalismo serrano hacia el gamonalismo costeño, bajo la égida de León Febres Cordero. (Hidalgo, 2009, p. 57)
La victoria de León Febres Cordero de 1984, exponente de la nueva derecha (Cueva, 1988), consagra el fin de cualquier posibilidad de reformismo político o de nacionalismo y, consecuentemente, la instauración de una nueva corriente hegemónica que dominó la vida política ecuatoriana –por lo menos, hasta la aparición de Alianza PAIS–.
La ausencia del Estado en el Ecuador no es una peculiaridad del periodo neoliberal, sino que es congénita al proceso de formación del Estado-nación a partir de su historia republicana. El Estado fue siempre mal tratado, no construido, no institucionalizado, no formalizado (Francisco Muñoz, entrevista con el autor, 14 de julio de 2017) por los grupos económicos y políticos dominantes. Es una herencia de la peculiaridad del proceso de formación del Estado-nación ecuatoriano y de la consolidación de algunas élites criollas que defendían sus intereses de terratenientes, perpetuando un modelo de dominación racista y con caracteres neocoloniales, cuyos rasgos y efectos están todavía presentes en la sociedad ecuatoriana.
Las mismas características de la inserción internacional,
al ser un país en donde la mayor parte de la reproducción del capital ha dependido fuertemente del mercado mundial, más que del mercado nacional (modelo primario-exportador), sus clases dominantes no han necesitado más que la incorporación de un reducido sector de la sociedad a la esfera del consumo para poder realizar sus ganancias. En este tipo de situaciones, el consumo individual del trabajador no interfiere en la realización del producto. En consecuencia, la tendencia natural del sistema será la de explotar al máximo la fuerza de trabajo del obrero, sin preocuparse de crear las condiciones para que este la reponga, siempre y cuando se le pueda reemplazar mediante la incorporación de nuevos brazos al proceso productivo. (Marini, 1973, p. 134)
Es importante aquí detenerse en las afirmaciones de Marini porque ayudan a relacionar el tipo de capitalismo (dependiente) que se afirmó históricamente en el Ecuador, con la ausencia de un proyecto de Estado-nación hegemónico por parte de los grupos dominantes. Dicha carencia se debía, principalmente, a la orientación del mercado hacia afuera –primario-exportador, agrícola en primer lugar y sucesivamente, casi en su totalidad, dependiente de la venta del petróleo– y consecuentemente a la exigua (y casi nula) necesidad y disposición de construir un mercado interno, mediante la puesta en marcha de un proceso industrial capaz de satisfacer las demandas de las clases subalternas. Por eso, Hidalgo sostiene que el modelo oligárquico que se estableció en el Ecuador en la década de los 80 y 90 en ningún momento pudo –y tampoco quiso– construir una hegemonía.
En efecto, el periodo de 1983 hasta 1992 se caracteriza por una economía agroexportadora financiera, bajo la hegemonía discontinua y confusa (Acosta, 2006, p. 163) del Partido Social Cristiano de León Febres Cordero. Sin embargo, este modelo no logró consolidarse y el periodo de inestabilidad política, económica y social del Ecuador entre 1994-2005 –es decir, hasta la caída de Lucio Gutiérrez– acentuó la crisis hegemónica. En esta década surgieron diversos intentos, desde abajo y desde arriba, para formular alternativas de gobierno que pudieron consolidarse como hegemonía; a pesar de ello, ninguna lo logró hasta la aparición de Alianza PAIS.
En cambio, aquí se sostiene que el proyecto sí logró ser hegemónico porque implantó un sistema económico, político, social y cultural que marcó la historia reciente del Ecuador y trasciende el periodo de neoliberalismo radical, con importantes continuidades en el momento actual. Por ende, se podría afirmar que logró transformar profundamente la sociedad ecuatoriana en su conjunto, tanto en el terreno individual como en lo colectivo11, revirtiendo los esquemas desarrollistas y keynesianos de la década anterior.
Sin embargo, durante el ajuste y las políticas implementadas en este periodo, que podríamos identificar desde comienzos de la década de los 80 hasta el fin de la larga noche neoliberal12, se “enraizó en amplios sectores de la población la ideología neoliberal, sea que se la vea como algo conveniente o un inconveniente” (Acosta, 2006, p. 232). Es decir, pese a la oposición que se construyó en aquellos años (que se describirá en el párrafo siguiente), se transformaron el sentido común, el sistema de valores y las relaciones inter e intrapersonales. En este sentido, el neoliberalismo en el Ecuador se volvió hegemónico, pese a la ausencia de una hegemonía, debido principalmente a la fragmentación de sus élites políticas y económicas, a sus disputas internas e, inclusive, a la falta de necesidad de construir una hegemonía para mantener sus intereses y sus privilegios.
1.3. Marco histórico: orígenes y evolución de las resistencias contra la hegemonía neoliberal
En el párrafo anterior, recuperando el pensamiento gramsciano, se recordó la diferencia que el intelectual italiano construye sobre los conceptos de sociedad civil y la sociedad política, en relación con la construcción de la hegemonía. Esta sección se concentrará en el momento en que se profundizó la crisis, a partir de mediados de la década de los 90, con un particular agravamiento en el año 1999-2000. Esta etapa de la historia ecuatoriana es significativa porque se produciría lo que Gramsci llama crisis orgánica, que no es solamente el resultado de la crisis económica, sino de una fractura más profunda en el seno de la sociedad ecuatoriana en su relación con las instituciones nacionales e internacionales, una modificación en la relación entre gobernantes y gobernados.
En ese momento, al finalizar el siglo XX y a comienzos de siglo XXI, el Ecuador parecía haber llegado a un punto de inflexión irreversible. La crisis económica, financiera y del sistema bancario ecuatorianos (que se analizará en el capítulo 2) se tradujo en una crisis más profunda: una crisis política e institucional, debida principalmente a la pérdida de credibilidad y legitimidad de la totalidad de la bancada parlamentaria ecuatoriana –además, se destaca que las fuertes movilizaciones indígenas y populares entre 1995 y 2005 derrocaron tres presidentes–; una crisis social que se expresó en un sentimiento popular y de las clases medias de descontento hacia la partidocracia, más las grandes movilizaciones urbanas y rurales y en los levantamientos de aquellos años –que en los primeros cinco años del siglo XXI fueron particularmente radicales–; crisis alimentaria –en este periodo se incrementó la pobreza, aumentó la desigualdad y se deterioraron las condiciones de vida de buena parte de las clases subalternas, pero también de las clases medias ecuatorianas–13; crisis ambiental; crisis demográfica, por la fuerte emigración de ciudadanos ecuatorianos, principalmente hacia