La crisis de los partidos políticos y el liderazgo de Uribe fueron otros de los argumentos esgrimidos por quienes pretendieron explicar su ascenso en las encuestas: “El liderazgo de Uribe —que hoy parece poco probable destronar— confirma que el proceso de rompimiento del esquema de partidos está en un punto de no retorno”.79
Como bien lo han señalado distintos autores desde diferentes enfoques de las ciencias sociales, asistimos a un proceso creciente de personalización de la política, también de la política electoral,80 y los medios de comunicación han contribuido a cristalizar esta tendencia. Por tanto, es ineludible que sea el candidato y sus cualidades personales, más que el partido y el programa de campaña, las que capten la mayor atención del electorado y que, por ello, los candidatos enfaticen sus cualidades personales para ganarse su confianza. En los regímenes políticos de corte presidencialista, la elección del presidente se convierte en la elección principal, y en la medida en que la labor de gobierno se vuelve más compleja, el gobernante se enfrenta a situaciones de incertidumbre que requieren cierto poder discrecional para enfrentarlas; por tanto, además de permitir la agregación de preferencias y cierta uniformidad de un público heterogéneo (que no se agrupa en torno al partido, ni a clases o sectores de clase), la construcción del liderazgo es inevitable, y el voto es, ante todo, un voto de confianza en el candidato.
En esta campaña es indudable que Uribe ofreció mayor liderazgo, y fue percibido como el más idóneo para enfrentar el problema de seguridad y llevar a buen término su propuesta de Seguridad Democrática.81
Pero los partidos no desaparecieron durante la campaña (ni en sus dos períodos de gobierno). La candidatura de Uribe atrajo votantes liberales y conservadores (en términos de partido) y parte de la dirigencia partidaria y su maquinaria electoral se fue plegando a su candidatura, en la medida en que se perfilaba como ganador. Apoyo nada despreciable, si se considera que pese a no ser ya el Partido Liberal mayoritario en términos electorales, conservó alrededor del 30% del electorado,82 y el Partido Conservador cerca del 10%,83 todo esto, sumado al voto de opinión que su candidatura logró movilizar, le aseguraron un cómodo triunfo en la primera vuelta.
En este panorama resulta pertinente la afirmación de Francisco Gutiérrez para el caso de los partidos tradicionales: “No ha habido prácticamente década en la historia colombiana en que no se ponga de moda pronosticar su desaparición. Pero a la postre fueron los partidos tradicionales, y no los pronósticos, los que sobrevivieron”.84
Pero Uribe tampoco fue un “outsider en la campaña electoral”, como lo definió Daniel Pécaut.85 Si bien no tenía la edad y la trayectoria en la vida política nacional que ostentaba Horacio Serpa, se trataba de un verdadero político (formado en las tácticas de la vieja política que decía combatir), que había forjado su vida pública en las toldas del Partido Liberal. Desde joven se reveló contra los barones electorales de Antioquia (su provincia natal) y fundó su propio directorio político (manteniéndose bajo el techo del liberalismo, es decir, sin renunciar al partido). En un principio buscó la candidatura del Partido Liberal para las elecciones presidenciales del 2002, pero era claro que la maquinaria del partido apoyaría a Serpa, quien venía haciendo turno para la candidatura con mayor anticipación. Puestas así las cartas, Uribe buscó su candidatura como independiente, con los resultados ya conocidos, convirtiéndose en el primer disidente liberal en alcanzar la Presidencia de la República sin tener que regresar a las toldas del partido, y alzándose con el triunfo en primera vuelta, desde que la Constitución de 1991 instituyera el mecanismo de segunda vuelta.
Más que independientes, Álvaro Uribe y Nohemí Sanín constituyen, para Francisco Gutiérrez, un ejemplo de políticos “transicionales”,86 término utilizado por el autor para definir a los políticos que forjaron su trayectoria y experiencia política en los partidos tradicionales, pero que, de cara a las elecciones, se “reinventan” como independientes, lo que les permite adaptar su discurso a los distintos públicos y coyunturas y, así, conseguir votos en diversos segmentos del electorado, con excelentes resultados, en algunos casos.
1. Camilo Echandía, “Paz integral y diálogo útil”, en Documentos del Gobierno Nacional agosto 1994- agosto 1995, t. 1, Presidencia de la República (Bogotá: Oficina del Alto Comisionado para la Paz, 1996).
2. La guerrilla reclamaba al gobierno de Pastrana por su “falta de voluntad” para desmontar el paramilitarismo.
3. Redacción Política, “2002: una agenda decisiva”, El Espectador, Bogotá, 6 de enero de 2002, 1b-2b.
4. Mediante Resolución Nº 85 del 14 de octubre de 1998, el gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana declara iniciado el proceso de paz con las FARC, le reconoce carácter político a esa organización y establece una “zona de distensión” para adelantar conversaciones de paz, conformada por los municipios de Mesetas, La Uribe, La Macarena,Vista Hermosa y San Vicente del Caguán. Los cinco municipios conforman un territorio con una extensión de 42.000 km², mayor que El Salvador y equivalente al tamaño de Suiza. Colombia, Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, Resolución 85 del 14 de octubre de 1998, por la cual se declara la iniciación de un proceso de paz, se reconoce el carácter político de una organización armada y se señala una zona de distensión, Fundación Ideas para la Paz, 1998, http://pdba.georgetown.edu/CLAS%20RESEARCH/Library%20and%20Documents/Peace%20Processes/1998-2002/1998%20Oct_Resolucion%2085.doc (Fecha de consulta: 19 de septiembre de 2011).
5. Redacción Editorial, “Los balances de la paz”, El Tiempo, Bogotá, 4 de enero de 2002, 1-14.
6. Unidad de Paz y Redacción Política, “El laberinto de la paz”, El Tiempo, Bogotá, 6 de enero de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1370293 (Fecha de consulta: 4 de mayo de 2011).
7. Unidad de Paz y Redacción Política, “El laberinto de la paz”.
8. Movimiento fundado por exmilitantes del partido Alianza Democrática M-19.
9. El caso de los tres irlandeses detenidos cuando salían de dicha zona y acusados de entrenar a las FARC en el uso de explosivos y en acciones militares de tipo