Contentar al demonio. Eleanor Rigby. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eleanor Rigby
Издательство: Bookwire
Серия: Desde Miami con amor
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9788418013379
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funcionaban generalmente los homo buenorrus. Si te habían visto, ni se acordaban.

      —¿Hola? —preguntó Caleb, irritado. Le agitó una mano en la cara—. ¿Hay alguien ahí?

      Aiko enfocó la vista. Había muchas cosas que molestaban a su amigo, pero una de ellas era, y casi la principal, que le tomaran por el pito de un sereno. No porque quisiera ser el centro de atención —no como otros—, sino porque ya que se tomaba la molestia de hablar, algo que no hacía a menudo, lo mínimo era que atendiesen.

      —Perdón. Estaba pensando en... La base impositiva del impuesto sobre las personas físicas. Dice Otto que la han vuelto a subir, allí en España. ¿Qué me estabas diciendo?

      Caleb entornó sus espectaculares ojazos verdes, sin creerse nada. Sería un sacrilegio que los escondiera detrás de las gruesas gafas de pasta negras, al puro estilo hipster, si no le sentaran como un guante.

      Para ser sinceros, Caleb Leighton podía sacarse mucho más partido. Quizá apartando los aspectos odiosos de su personalidad y siendo más puntilloso a la hora de elegir cómo vestir. Pero a la vez, era esa clase de hombre al que le sentaba bien el ceño fruncido y la ropa simple. Porque, en resumidas cuentas, le sentaba bien todo.

      Otro tío bueno. Solo que ese no empotraba a la gente en ascensores varados, lo que desde luego le concedía puntos. ¿O se los quitaba?

      «Focus, Aiko».

      —No te lo voy a repetir todo. Pero un excelente resumen es que ha aparecido un tipo llamado Jesse Miranda solicitando un puesto aquí, en Leighton Abogados. ¿No te suena el apellido?

      «Sí, tuve la lengua de su hermano en el cuello la semana pasada.

      Y lo que no era la lengua un poco más abajo».

      Carraspeó.

      —Claro. Sería raro no saberme los nombres de todos los que trabajan en Miranda & Moore, sobre todo cuando los mencionas a diario para insultarlos en inglés, castellano y español latino.

      —También sé francés, pero no soy fluido —ironizó—. ¿No crees que es raro que el hermano de Marc Miranda pretenda trabajar aquí? Estoy convencido de que es alguna estratagema de ese capullo para hundirme.

      La voz de su prima Otto se filtró en su cabeza, reproduciendo un comentario mil veces repetido que le arrancó una risilla.

      —¿Qué te hace gracia?

      —Me he acordado de Otto, que dice que pareces Dalas Review con tanto rollo sobre conspiraciones.

      —¿Quién coño es ese?

      —Un youtuber. Otto me estuvo contando no sé qué bronca que hubo en esa plataforma a causa de este tipo y sus ideas de conspiración. Ya sabes que desde que su canal de maquillaje triunfó, está en contacto con todo el salseo de la red. La historia de ese tal Dalas es muy peliaguda, mira, te cuento... —Al ver la mirada que Caleb le dirigía, se lo pensó mejor—. Vale, nada de movidas youtubers, me ha quedado claro. Sigue con lo de Jesse Miranda.

      —No tiene mucho más. Cuando vino, le dije que no necesitábamos incluir a nadie y que el periodo de contrataciones no estaba abierto hasta el año que viene, pero empezó a hablar de su currículo, de sus virtudes, de sus juicios ganados con gran impacto mediático, que si es famoso en Internet, que si hace unas críticas en Filmaffinity que te cagas...

      —Tiene pinta de ser una buena persona. ¿Te dio alguna razón por la que cambiaría el mejor bufete de Miami por...? —Carraspeó en cuanto él alzó una ceja—, ¿...por debajo de Leighton Abogados?

      Caleb rodó los ojos, aunque solo por cómo se suavizaron las arrugas de expresión, Aiko supo que le había hecho gracia. Tenía una forma de reírse muy curiosa: lo hacía sin hacerlo.

      —Me contó algo que me sonó a argumento de telenovela, y créeme, he visto bastantes. Dice que está pasando por un divorcio y que su esposa y él trabajaban en el mismo sitio; que no quiere que sea ella la que deba renunciar al puesto solo para evitar verse, y que como sigue enamorado y necesita salir adelante, agradecería poder mudarse a otro bufete.

      —Tiene sentido. Si la ve todos los días le va a ser imposible olvidarla, y tampoco es tan raro que un hombre huya de sus sentimientos.

      Caleb se la quedó mirando con fijeza, como si ese comentario le hubiese tocado alguna fibra sensible en él. Sus ojos se desplazaron a un punto de los labios de Aiko. Tan solo un instante.

      —Tienes una mancha de mayonesa justo ahí —apuntó, con voz queda—. Como sea... No digo que no haya sonado coherente, solo que me extraña que haya venido a parar a la competencia. Me lo puedo imaginar sacándome los clientes para pasarlos a su hermano, o...

      —O contándole que te lo pasas de maravilla ordenando las carpetas según están dispuestos los colores del arcoíris, o que a veces robas la miel de la cocina y te la traes a tu despacho para devorarla en secreto... —Aiko abrió mucho los ojos y agitó los dedos delante de la cara de él.

      Caleb la cogió de las muñecas, entre divertido e irritado.

      —Eso no es cierto. Es la nata, no la miel. Y lo de las carpetas, tiene que ver con mi lista de Power Rangers favoritos. —Besó el dorso de su mano antes de soltarla—. Las ordeno según mis preferencias.

      —Más lamentable todavía... ¿Qué haría el temible Miranda si se enterase? ¿Poner un capítulo de los Power Rangers en una reunión? Cal, dudo mucho que al señor Miranda le importe algo de lo que ocurre aquí. Ya tiene bastante con mantener su bufete, que, por cierto, es más grande e i... —Carraspeó otra vez—, irrelevante que el nuestro. Irrelevante, eso es.

      —Si tantos adjetivos tienes para Miranda & Moore, ¿por qué no vas a que te hagan una entrevista? A ellos les hará mucha ilusión que te deshagas en halagos, viven de ellos.

      —Porque estoy al tanto de la vergüenza que Marc Miranda hizo pasar a Delfino, y mi sentido del ridículo es mínimo. En fin, si no tienes más que decirme... Voy a reunirme con Miranda en la salita del fondo del pasillo. Plantamos a los Campbell la última vez porque el ascensor se quedó varado durante una hora o así, y parece que en ese rato que les hicimos esperar casi se sacan los ojos. Han decidido que no quieren volver a verse, y Campbell me ha mandado una lista de todas sus exigencias para ver si llegamos a un acuerdo.

      —Espera, espera, espera... ¿Hay otro Miranda? ¿Uno que se dedica al derecho civil?

      —No, es el mismo. Marc. Está cubriendo a Palermo, que anda muy ocupada con su divorcio y no podía hacerse cargo.

      —No tendrá ni puta idea de lo que se hace —resolvió Caleb.

      Aiko sonrió y se encogió de hombros, aleteando las pestañas.

      —Mejor para mí.

      Caleb le dio la razón una ligera risilla.

      —Oye, esta noche se estrena la última película de Clint Eastwood. Sale Tom Hanks como protagonista... ¿Te apetece que vayamos a verla?

      —¿Esta noche? No puedo. Estoy llena de citas hasta las tantas de la tarde, y en cuanto llegue a casa voy a ponerme con esto para patearle el trasero al temible Marc Miranda. —Agitó su carpeta llena de pegatinas—. Pero si te hace mucha ilusión, ¿por qué no llamas a Mio?

      Caleb arqueó una ceja.

      —¿Que llame a tu hermana, dices? ¿Estás de coña?

      —No, y de hecho te lo agradecería muchísimo. Está encerrada en casa de mamá estudiando, y necesita que alguien la saque a ver la luz del sol. Anímate, seguro que se emociona. —Y le dio un codazo, esperando de todo corazón que le hiciera caso.

      Aiko no estaba muy segura de los sentimientos de su hermana pequeña hacia Caleb, pero no le cabía duda de que era importante para ella y sufría por su distanciamiento. Caleb estaba obsesionado con el trabajo, y el poco tiempo libre que tenía, lo invertía en salir con su mejor amiga, como si no estuviera aburrido de verle la cara a diario. Y cuando coincidían