El caso de Chillán, por su interés, merece una consideración especial. Después del terremoto del 20 de febrero de 1835, que dejó a la ciudad en ruinas, se dispuso su traslado, con la oposición de muchos vecinos, varios de los cuales permanecieron en lo que después se conoció como Chillán Viejo. El gobierno adquirió el fundo “Huadum”, del vecino Domingo Amunátegui y Aldecoa para alzar allí la nueva ciudad. El plano de ella, con trazado de cuadrícula, fue obra de Ambrosio Lozier, y se concluyó en enero de 1836. Hacia 1840 se habían construido algunas casas, el hospital, la cárcel, los edificios públicos, la recova y el local para la escuela municipal265. A mediados del referido decenio Chillán Nuevo tenía menos habitantes que la ciudad antigua. Según el censo de 1854, la población era de 12 mil 665 personas, estimándose que ocho mil residían en el pueblo viejo266. A partir de 1857 el empedrado de algunas calles, la iluminación de la plaza de armas, el alumbrado público con faroles de parafina en 1865, la conclusión de la parroquia en 1872, el establecimiento del Banco de Valparaíso al año siguiente mostraban el progreso de la ciudad, que si bien era sostenido y rápido, era a la vez inorgánico267. Ese desarrollo se explica porque Chillán, situada en el centro de una rica zona agropecuaria, se benefició del auge del trigo y de la molinería, como consecuencia de la apertura de los mercados de California, de Australia y, en el decenio de 1860, de Europa, y, al mismo tiempo, del desarrollo de la ganadería. La ciudad se convirtió así en la mayor feria de animales de la región, donde concurrían tanto los ganaderos del sur del río Maule como los de la frontera araucana268. El desenvolvimiento económico de Chillán se encontraba frenado, sin embargo, por las dificultades para extraer los productos hacia la costa. En 1852 se dispuso la construcción de un camino a Tomé, caleta de pescadores hacia 1835, que comenzó a poblarse por 1842 al alzarse molinos harineros en las márgenes del río Tomé269. El camino, iniciado en 1854 y concluido al año siguiente, significó un nuevo impulso a Tomé y al crecimiento de Chillán. Pero tal camino no fue suficiente, y, después de algunos estudios previos, en diciembre de 1867 se llamó a propuestas públicas para construir un ferrocarril entre Chillán y Talcahuano. Las obras se iniciaron en 1869 y quedaron concluidas en 1872, pero el tren solo comenzó a circular dos años después270.
LAS CIUDADES DEL CHILE MERIDIONAL
Una ley de 30 de agosto de 1826 dividió al Chile meridional en dos provincias, Valdivia y Chiloé. Esta última comprendía no solo el archipiélago, sino el territorio continental desde el grado 47 sur hasta las tierras magallánicas. Castro permaneció como capital de esta última provincia hasta 1834, no obstante las recomendaciones del intendente Aldunate, hechas en marzo de 1826, de que se prefiriera a San Carlos de Ancud, por su mejor situación geográfica271.
La carencia de cifras confiables hace difícil determinar la magnitud del despoblamiento de la ciudad de Valdivia, que sufrió la ocupación por las armas patriotas y sus consecuencias, pero en 1850 Bernhard Eunom Philippi calculaba la población de Valdivia en mil 500 a dos mil habitantes272. En 1854, el censo dispuesto por el intendente Juan Astorga arrojó dos mil 506 habitantes para el núcleo urbano de Valdivia, 981 habitantes para Osorno y 249 para La Unión. Las confiscaciones de dineros, alhajas y ganados y la imposición de contribuciones forzosas a las familias realistas de la elite originaron un manifiesto empobrecimiento de ellas. Ramona Henríquez de Agüero, la mujer más rica del Chile austral, tenía en el primer decenio del siglo XIX una fortuna estimada en 100 mil pesos. El inventario de sus bienes hecho después de su fallecimiento en 1828 arrojó un capital de poco más de 14 mil pesos. Suerte parecida sufrieron las familias patriotas. El hacendado Antonio Manrique de Lara, el más rico propietario de Los Llanos, fue víctima de los abusos protagonizados tanto por las tropas patriotas como por las realistas, que se apoderaron de sus caballos para el servicio de las armas y de su ganado para la alimentación de los contingentes. Cuando Rodulfo Amando Philippi lo conoció, ya anciano, estaba tan empobrecido que, según anotó el científico alemán, quedó “feliz cuando yo después de una visita le rogué que llevara un poco de yerba mate y azúcar”273. Las amenazas de invasión procedentes de Chiloé, más las revueltas locales y la anarquía del ejército patriota no hicieron sino acentuar el mal. Las actividades industriales, como los hilados de Osorno, los aserraderos, la construcción naval, la molinería y las curtiembres, también experimentaron una sensible decadencia. Parecido descenso se advierte en las actividades comerciales, con la quiebra de importantes mercaderes y el traslado de otros a la zona central del país274. Tan grave como lo anterior fue la emigración de muchos miembros de la elite: 42 al menos a Lima; tres a España; 26 a Santiago y cuatro a Valparaíso275. Todos los informes de los intendentes subrayan el estado de miseria de la provincia y de la ciudad, incrementado por los terremotos de 1835 y 1837, imagen que coincide con las impresiones de los viajeros y de los primeros alemanes que llegaron a la región, como Bernhard Eunom Philippi. A Rodulfo Amando Philippi, quien viajó a Valdivia en 1852, cuando ya se estaban incorporando los inmigrantes alemanes, la imagen de decadencia no le resultó menor276. Con todo, entre 1820 y 1850 habían llegado 145 extranjeros, alemanes, españoles, italianos, franceses e ingleses, entre otros, muchos de los cuales, como ocurría en el resto del país, contrajeron matrimonio con mujeres de la localidad277.
El hombre decisivo en interesar a los posibles inmigrantes para viajar a Chile fue Bernardo Eunom Philippi, quien había estado en Chile en 1831 y más tarde, en 1836, para volver después de un viaje al Perú y dedicarse a la exploración de Chiloé y del archipiélago de los Chonos. El propósito original de Bernardo Philippi fue hacer la colonización como iniciativa privada, con el apoyo económico de empresarios de Valparaíso. Su hermano Rodulfo se ocupó de seleccionar a un pequeño número de artesanos con conocimientos agrícolas, para asentar a los cuales adquirió la hacienda San José de Bellavista, cerca de La Unión. En 1848 el gobierno de Bulnes nombró a Bernardo Philippi agente de colonización de Chile en Alemania, y, a pesar de las numerosas trabas que encontró, logró dar a conocer las ventajas del lejano país americano para la emigración278. En 66 buques arribados hasta 1875 llegaron los colonos alemanes que se instalaron preferentemente en Valdivia, Osorno y Puerto Montt. En ellos cabe distinguir a los venidos por cuenta del Estado o de particulares, en general pertenecientes a los sectores populares, y a los espontáneos, integrantes de la burguesía movidos por razones políticas —la revolución de 1848—, pero también, y en no poca entidad, por posturas románticas y utópicas279. Un caso, no único, pero tal vez extremo, fue el del pintor Carl Alexander Simon, quien en carta a su cónyuge manifestó bien el espíritu que movía a varios inmigrantes:
Si hablo de las bellezas de este país se trata de una obligación justa que debo a la verdad. ¡Oh! En la paz de este hermoso país, en las noches poéticas de estos maravillosos bosques, a la vista de las tranquilas cabañas, donde vive despreocupadamente gente feliz que goza livianamente de la vida modesta280.
Y Domeyko dejó un sabroso retrato de un amigo alemán llegado a Chile impulsado por la