Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Eduardo Vargas Cariola
Издательство: Bookwire
Серия: Historia de la República de Chile
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561424586
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españoles y las restricciones a la salida de vecinos asimentados en la isla, lo que, entre otras cosas, produjo la supervivencias de formas culturales arcaicas305. No obstante haber sido fundados Castro y Chacao en el siglo XVI, Carelmapu y Calbuco a principios del siguiente, con los huidos de la destrucción de Osorno por los indios en 1602, y Chonchi y Ancud en la segunda mitad del siglo XVIII, estos pueblos prácticamente no exhibieron crecimiento. Sus habitantes prefirieron establecerse de manera muy dispersa en sus explotaciones agrícolas y en la proximidad de las numerosas capillas alzadas por los misioneros en el archipiélago. Por tal motivo Castro y las indicadas villas fueron, en rigor, centros de servicios y residencia ocasional de sus vecinos. En cambio, en torno a las capillas se consolidaron numerosos caseríos, como Quemchi, Quicaví, Tenaún, Dalcahue, Llau Llao, Quilquico, Achao, Curaco de Vélez —con 32 casas en el borde costero en 1850306—, Rilán, Quetalco, Nercón y muchos más307. Estos villorrios, situados en la costa y de reducidísima población permanente, se comunicaban tanto por el borde del mar, utilizado en calidad de camino entre localidades cercanas durante la baja marea, como fundamentalmente por la vía marítima. Esto explica el inexistente desarrollo vial en el boscoso interior, cruzado solo por un sendero “planchado”, el Caicumeo, que desde el siglo XVIII unió a San Carlos de Ancud con Castro, y que en enero de 1835 fue recorrido por Darwin:

      La ley de 30 de agosto de 1826, que creó la provincia de Chiloé, le dio a Castro el título de capital, y lo fue hasta 1834. Al llegar Darwin a fines de ese año a Castro, encontró a la ciudad “triste y desierta”, con las calles y la plaza cubiertas de pasto donde ramoneaban los ovinos. Le llamó la atención la iglesia, completamente construida de madera y que no carecía “ni de aspecto pintoresco ni de majestad”. Y dio algunas informaciones sobre la situación económica de sus habitantes, de quienes subrayó su cortesía:

      LA COLONIA DE PUNTA ARENAS