El sacrificio es indispensable para la continuación de la obra.–Para que el evangelio pueda llegar a todas las naciones, las tribus, las lenguas y los pueblos se debe practicar la abnegación. Los que ocupan posiciones de confianza deben actuar como mayordomos fieles en todas las cosas, protegiendo concienzudamente los fondos creados por el pueblo. Debe ejercerse cuidado para impedir cualquier gasto innecesario. Cuando construyamos edificios y proveamos diversas instalaciones para la obra, debemos tener cuidado de no hacer nuestros proyectos tan complicados que insuman una cantidad innecesaria de dinero; esto significa, en todos los casos, falta de habilidad para proveer los medios necesarios para la extensión de la obra en otros campos, especialmente en los países extranjeros. No hay que extraer fondos de la tesorería para establecer instituciones en el territorio nacional, a riesgo de debilitar el progreso de la verdad en el extranjero.
El dinero de Dios no debe usarse solamente en nuestros territorios, sino también en países lejanos y en las islas de los mares. Si su pueblo no se dedica a esta obra, Dios quitará ciertamente el poder que no se emplee debidamente.
Hay muchos creyentes que apenas tienen alimento suficiente para comer, y sin embargo en su gran pobreza entregan sus diezmos y ofrendas a la tesorería del Señor. Muchos que saben lo que significa sostener la causa de Dios en circunstancias difíciles y angustiosas han invertido recursos en las casas editoras. Soportaron voluntariamente penurias y privaciones, y han velado y orado por el éxito de la obra. Sus dones y sacrificios expresan la ferviente gratitud de su corazón hacia Dios, quien los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Sus oraciones y donativos se presentan como un recordativo delante de Dios. Ningún incienso más fragante podría ascender al cielo.
Pero en su amplia extensión la obra de Dios es una, y los mismos principios debieran servir de control en todas sus ramas. Debe llevar el sello de la obra misionera. Cada departamento de la causa se relaciona con todos los sectores del campo misionero, y el mismo espíritu que controla un departamento se sentirá en todo el campo. Si una parte de los obreros recibe sueldos elevados, hay otros, en diferentes ramas de la obra, que también pedirán salarios más altos, y así se debilitará el espíritu de abnegación. Otras instituciones se contagiarán del mismo espíritu y el favor del Señor les será quitado; porque él nunca podrá aprobar el egoísmo. Así es como nuestra obra agresiva perderá su impulso. Es imposible llevarla adelante sin un sacrificio constante (TI 7:206, 207).
9 Aquí se hace referencia a la obra Rise and Progress of Seventh-day Adventists [Surgimiento y progreso de los adventistas], publicada en 1892 por J. N. Loughborough (revisada en 1905 y publicada con el título de The Great Second Advent Movement [El gran movimiento de la segunda venida]).
10 En 1915, siete años después que se escribiera el Manuscrito 13 (1908), se publicó Life Sketches of Ellen G. White [Notas biográficas de Elena G. de White]. En sus páginas Elena de White “describe las pruebas, las luchas y los éxitos que acompañaron los trabajos de unas pocas almas fervientes cuyos esfuerzos dieron origen a las iglesias que posteriormente se unieron para constituir la denominación adventista del séptimo día” (Prefacio, pág. 5). A partir del capítulo 42, página 282, la historia de su vida y la de su esposo la continúan C. C. Crisler, W. C. White y Dores Robinson. De modo que las historias de fortaleza, entereza y sacrificios de los pioneros se presentan en forma impresa para que todos obtengan provecho de ellas. Las biografías de Jaime White y John Loughborough se encuentran disponibles en los Centros Adventistas de Publicaciones.
Capítulo 3
La visión del 3 de enero de 1875 y la expansión mundial11
La casa editora de Basilea, Suiza.–La Hna. White y su secretaria, la Srta. Sara McEnterfer, junto con W. C. White y familia, salieron de Boston el 8 de agosto de 1885,12 a bordo del barco Cephalonia, y llegaron a Liverpool el 19 de agosto. Pasaron dos semanas en Inglaterra, visitando grupos de observadores del sábado en Grimsby, Ulceby, Riseley y Southampton. Predicaron varios sermones en salones públicos.
El grupo salió de Londres el 2 de septiembre, y llegó a Basilea, Suiza, a la mañana siguiente...
Acababa de completarse la instalación de la casa editora de Basilea, más tarde denominada “Imprimerie Polyglotte” (Casa Publicadora Políglota). Se había comprado el terreno y planificado el edificio durante la visita del Pr. Butler en la primera parte de 1884. El edificio se había construido bajo la vigilante supervisión del Pr. B. L. Whitney, director de la Misión Europea; y su equipo había sido comprado e instalado por el Hno. H. W. Kellogg, quien por muchos años fue gerente de la Review and Herald Publishing Association de Battle Creek, Míchigan.
La nueva casa editora constaba de un edificio grande y bien construido, de unos 15 metros por 25, que tenía cuatro pisos además del subsuelo. Los pisos superiores estaban construidos de tal manera que, hasta que lo requiriera el progreso