–¿Dónde está el otro?
–¿Cuál otro? –preguntó el Pr. Whitney.
–Hay un hombre de más edad aquí –replicó la Hna. White–, y tengo un mensaje para él.
El Pr. Whitney explicó que el encargado de las prensas estaba en la ciudad haciendo diligencias. Hacía poco más de 10 años que la Hna. White, al relatar delante de un gran auditorio reunido en la Iglesia de Battle Creek lo que se le había mostrado en su visión acerca de la obra que debía hacerse en muchos países extranjeros, había visto prensas funcionando en muchos países, e imprimiendo periódicos, folletos y libros que contenían la verdad presente para los habitantes de esas naciones. En este punto de su narración, el Pr. Jaime White la interrumpió, preguntándole si podía mencionar algunos de estos países. Ella contestó que no podía hacerlo, porque no le habían sido mencionados los nombres. “Excepto uno –afirmó –. Recuerdo que el ángel dijo: Australia”. Pero ella declaró que aunque no podía nombrar los países, podía recordar los lugares si alguna vez los viera, porque la escena había quedado grabada con mucha claridad en su mente.
En el departamento de prensas de la nueva casa editora de Basilea reconoció uno de estos lugares. Pocos meses más tarde, durante su visita a Noruega, reconoció en el departamento de prensas de la ciudad de Cristianía (hoy Oslo) otro de esos lugares; y seis meses más tarde, durante su visita a Australia, ella vio, en la sede del Bible Echo de Melbourne, otro departamento de prensas. En él reconoció el lugar y las prensas como pertenecientes al grupo que había visto en su visión de Battle Creek del 3 de enero de 1875.13
Palabras de ánimo para los obreros europeos.–El congreso de la Asociación Suiza se realizó del 10 al 14 de septiembre de 1885. Asistieron más o menos doscientas personas. A esta reunión siguió inmediatamente el Concilio Misionero Europeo, que continuó por dos semanas. En estas reuniones se recibieron informes muy interesantes de Escandinavia, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Suiza, países en los cuales la causa de la verdad presente había empezado a afianzarse. Los informes produjeron algunas discusiones animadas de temas como éstos: los planes más eficaces para la circulación de nuestras publicaciones; la ilustración de nuestros periódicos y libros; el uso de carpas y la posición de la iglesia acerca de portar armas.
Los hermanos de Escandinavia informaron que la venta de publicaciones en sus asociaciones durante el año fiscal anterior había alcanzado la suma de 1.033 dólares. Los delegados de Gran Bretaña informaron que las ventas habían sido de 550 dólares. La oficina de Basilea había recibido 1.010 dólares por sus periódicos en alemán y francés.
Los colportores que trabajaban en la Europa católica pasaron mucho tiempo relatando sus incidentes y refiriendo ante el concilio las causas por las cuales nuestras publicaciones no podían venderse en Europa con los mismos planes que se usaban con mucho éxito en Estados Unidos; e instaban a que al colportor se le diera un sueldo, como lo hacían las sociedades evangélicas importantes que operaban en países católicos.
Durante los diecinueve días de duración de la conferencia y el concilio, la Hna. White escuchó con atención los informes presentados mayormente en inglés. Pronunció palabras de ánimo y alegría en las reuniones administrativas, y en las reuniones que se hacían temprano en la mañana dio una serie de discursos instructivos sobre temas como el amor y la tolerancia entre los hermanos; el valor y la perseverancia en el ministerio; y cómo trabajar en nuevos países. Al dirigirse a los obreros misioneros les dijo:
“En los momentos de incertidumbre, recuerden hermanos, que Dios tiene todavía sus ángeles. Pueden hacer frente a la oposición; sí, aun a la persecución. Pero si se mantienen leales a los principios, encontrarán, como lo hizo Daniel, una pronta ayuda y un libertador en el Dios a quien sirven. Ahora es el tiempo de cultivar la integridad de carácter. La Biblia está llena de preciosas promesas para los que aman y temen a Dios.
“A todos los que están empeñados en la obra misionera quiero decirles: Refúgiense en Jesús. No permitan que nada del yo aparezca en todas sus labores, sino que se vea solamente a Cristo. Cuando la obra sea difícil, y se desanimen y estén tentados a abandonarla, tomen su Biblia, doblen sus rodillas delante de Dios y digan: ‘He aquí, Señor, tu Palabra que lo ha prometido’. Echen su peso sobre las promesas del Señor, y cada una de ellas se cumplirá”.
Cuando los informes desanimadores de los colportores habían alcanzado su punto culminante, ella instó a los obreros a que, frente a todas estas dificultades, tuvieran fe en que el éxito coronaría sus labores. Repetidamente aseguró a los descorazonados colportores lo que se le había mostrado sobre los libros: que podían venderse en Europa en forma tal que los obreros pudieran sostenerse y producir suficientes entradas a la casa editora para hacer posible la publicación de más libros (NB 312-314).
Difusión de la luz en Europa.–Permitan que las publicaciones, las revistas y los folletos hagan su obra entre la gente, preparando las mentes de la clase lectora para la predicación de la verdad. No escatimen esfuerzos en este sentido, y la obra, si comienza sabiamente y prosigue en la misma forma, tendrá éxito. Pero sean humildes y estén dispuestos a ser enseñados, si quieren enseñar a otros y guiarlos en el camino de la verdad y la justicia...
Se ha encomendado una gran obra a los que presentan la verdad en Europa... Allí están Francia y Alemania, con grandes ciudades y enormes poblaciones. También se encuentran Italia, España y Portugal, después de tantos siglos de tinieblas... abiertos a la Palabra de Dios, abiertos para recibir el último mensaje de amonestación al mundo.14 Holanda, Austria, Rumania, Turquía, Grecia y Rusia son el hogar de millones y millones, cuyas almas son tan preciosas a la