¿No puede acaso él [un dirigente de la iglesia] ver que el mismo proceso [de sacrificio] debe repetirse [en Australia], lo mismo que cuando mi esposo y yo comenzamos la obra en Battle Creek y decidimos recibir como sueldo sólo cuatro dólares semanales por nuestro trabajo, y posteriormente sólo seis, hasta que la causa de Dios se pudo establecer en Battle Creek, y se construyó la casa editora y se puso en ella una prensa manual y otros equipos sencillos para hacer el trabajo? ¿No sabíamos acaso lo que significaba el trabajo duro y la reducción de nuestras necesidades a un mínimo posible, mientras avanzábamos paso a paso sobre una base segura, temiendo a la deuda como si fuera una terrible enfermedad contagiosa? Lo mismo hicimos en California, donde vendimos todos nuestros bienes para comenzar una imprenta en la costa del Pacífico. Sabíamos que cada metro cuadrado de terreno que recorríamos para establecer la obra representaría un gran sacrificio para nuestros propios intereses financieros (Carta 63, 1899).
“Su obra es para mí más preciosa que mi propia vida”.–No considero mía ni la menor parte de la propiedad de la que soy dueña. Debo 20.000 dólares, que he tomado prestados para invertirlos en la obra del Señor. En los últimos años se han vendido comparativamente pocos de mis libros en Estados Unidos. Necesito dinero para los gastos corrientes, y también debo pagar a mis obreros. El dinero que hubiera debido pagar como alquiler, ahora lo pago como intereses por el dinero que he tomado prestado para comprar la casa en la que vivo. Estoy dispuesta a desprenderme de mi casa tan pronto como el Señor me haga saber que esta es su voluntad, y que mi obra aquí ha concluido.
No me preocupa la falta de recursos económicos; porque el Señor es mi testigo de que su obra ha sido siempre para mí más preciosa que mi propia vida (Carta 43, 1903).
Ejemplo y liderazgo de Jaime White.–Se me mostró que Dios había calificado a mi esposo para una obra específica, y en su providencia nos había unido para que hiciéramos avanzar esta obra... El yo a veces se había mezclado con la obra; pero cuando el Espíritu Santo dominó su mente, él fue un instrumento de mayor éxito en las manos de Dios, para la edificación de su obra. Él ha tenido un elevado concepto de lo que el Señor espera de todos los que profesan su nombre, de su deber de defender a la viuda y al huérfano, de ser bondadoso con el pobre y de ayudar al necesitado. Él cuidaba celosamente los intereses de los hermanos, con el fin de que no se tomara injusta ventaja en contra de ellos.
También vi registrados en el Libro mayor del cielo los esfuerzos fervientes de mi esposo para edificar las instalaciones que hay en nuestro medio. La verdad difundida por la prensa era como rayos de luz que emanaban del sol en todas direcciones. Esta obra se comenzó y se desarrolló con gran sacrificio de fuerzas y de recursos económicos (NB 268, 269).
Trabajos abnegados de Urías Smith.–Podemos contar fácilmente a los que llevaron la carga al comienzo y que aún permanecen con vida [1902]. El Pr. [Urías] Smith se relacionó con nosotros al comienzo de nuestras actividades editoriales. Trabajó con mi esposo. Espero ver siempre su nombre en la Review and Herald, a la cabeza de la lista de los redactores, porque así es como debería ser. Los que comenzaron la obra, los que lucharon valientemente en el calor de la batalla, no deben perder su posición ahora. Deben ser honrados por los que entraron en la obra después que otros ya habían soportado las privaciones más duras.
Siento mucha simpatía por el Pr. Smith. Mi interés en la obra de publicaciones está unido con el suyo. Vino a nosotros como un hombre joven, con talentos que lo capacitaban para ocupar el cargo de redactor. ¡Cuánto gozo experimenté al leer sus artículos en la Review, tan excelentes, tan llenos de verdades espirituales! Doy gracias a Dios por ellos. Siento mucha simpatía por el Pr. Smith, y creo que su nombre debería aparecer siempre en la Review como el redactor principal. Dios quiere que así sea. Me sentí herida hace algunos años cuando su nombre fue colocado en segundo lugar. Cuando volvió a ser puesto en primer lugar, lloré y dije: “Gracias sean dadas a Dios”. Que siempre permanezca allí, como Dios lo desea, mientras el Pr. Smith pueda sostener una pluma en la mano. Y cuando sus fuerzas flaqueen, que sus hijos escriban lo que él les dicte (MS 2:257, 258).
No permitamos que nuestro pueblo olvide la historia de los pioneros.–Es necesario volver a publicar el relato de las experiencias por las que el pueblo de Dios pasó en la historia temprana de nuestra obra. Muchos de los que posteriormente han llegado a la verdad ignoran los medios por los cuales Dios ha obrado. El caso de Guillermo Miller y sus asociados, del capitán José Bates y otros pioneros del mensaje adventista debieran mantenerse ante nuestro pueblo. El libro del Pr. Loughborough debiera recibir atención. Nuestros dirigentes debieran ver lo que se puede hacer para hacer circular este libro.9
Debiéramos investigar la mejor forma de historiar nuestras vicisitudes y alternativas desde el comienzo de nuestra obra, cuando nos separamos de las iglesias y avanzamos paso a paso siguiendo la luz provista por Dios. Entonces adoptamos la posición de que la Biblia, y la Biblia sola, debía ser nuestra guía; y jamás debemos apartarnos de esta posición. Recibimos admirables manifestaciones del poder de Dios.
Hubo milagros. En repetidas ocasiones, cuando nos encontrábamos