Observé que el núcleo de su ser dependía de atacar una relación libidinal. El vínculo en H (−H) siempre debía producirse a costa del odio. El nivel tan alto de resentimiento que la acompañaba me recordaba la descripción que hace Wiesel (citado por Kancyper, 2006) sobre el resentimiento interminable:
El resentimiento no conoce fronteras ni muros de contención y pasa sobre etnias, religiones, sistemas políticos y clases sociales. No obstante ser obra de los humanos, ni Dios mismo lo puede detener. Ciego y enceguecedor a la vez, el remordimiento es el sol negro que, bajo un cielo de plomo, voltea y mata a quienes se olvidan de la grandeza de lo humano y la promesa que encierra. Es preciso, por lo tanto, combatirlo oportunamente, despojándolo de su falsa gloria, que le confiere su escandalosa legitimidad.
Entendí también, que en ese vínculo tan particular que describía con la madre, el odio representaba el único y último vínculo posible con ese objeto primario, el abandono de este tipo de relación simbiótica y parasitaria significaría el derrumbe definitivo de la ilusión y la aceptación de que, efectivamente, se había perdido este objeto para siempre.
Mi tarea consistió en un esfuerzo continuo de autoanálisis que tenía como fin sobrevivir a los ataques, esto era una prueba de mi existencia como una figura externa, sólida, que tenía una existencia real fuera del control omnipotente de Diana; solamente de esta manera, nos dijo Winnicott en 1968, el analista se toma como un objeto que puede ser usado puesto que existe de forma autónoma.
En el artículo “El odio en la contratransferencia”, Winnicott escribió sobre la contratransferencia objetiva, y nos recordó que el amor y odio que siente el analista como reacción ante la personalidad y el comportamiento del paciente, trata de sentimientos que no provienen exclusivamente de la historia de su desarrollo emocional, sino de la observación objetiva del analista. Diana debía encontrar este odio justificado para ser capaz de encontrar un amor objetivo.
Reflexiones finales
La experiencia analítica con una mujer como Diana, ha planteado un reto casi constante a mi tolerancia a ser depositaria de contenidos de odio. Conservar en mi mente que se trataba de una mujer cuya experiencia de vida ha sido una sucesión continua de agresión, carencias y abandonos me fue de gran ayuda. La secuela y con frecuencia la defensa que ella empleaba fue el odio, odio que se dirigía hacia ella misma y se expresaba en el cuerpo (presentaba desde hacía muchos años una úlcera, migrañas y diarreas constantes), hacia el vínculo analítico y hacia todas sus relaciones objetales. Diana parecía estar condenada a no tener cercanía con una figura femenina en la que predominara lo benigno. Toda su existencia había estado aferrada a mantener una apariencia, una fachada que ocultara su identidad difusa, sus contradicciones y tristeza; la sustancia del odio que la llena, escondía un gran dolor, desamparo y desolación.
Las demandas insaciables y el rechazo de toda intervención de mi parte, resultaba difícil de tolerar, su devaluación casi constante de mi trabajo, su reclamo de estar igual a pesar de todos sus logros, su necesidad de depositar en mí todo lo negativo, por momentos me provocaba impaciencia e irritación, pero, simultáneo a estos sentimientos de rechazo y de odio, alojé sentimientos de cariño, fantasías de arrullo cargados de ternura, momentos de gran cercanía emocional. No tengo duda de que Diana es extraordinaria por la fuerza y determinación que la habilitó para salir adelante frente a las circunstancias tan adversas que rodearon su infancia y adolescencia y le agradezco que me ha permitido acompañarla en su descenso a los infiernos.
Freud nos legó un cuerpo de doctrina abierto hacia el futuro para seguir ampliando, desarrollando y extendiendo el pensamiento psicoanalítico, es éste uno de los grandes méritos del psicoanálisis: su apertura para la evolución de nuevas ideas. Es gracias a esta apertura que el psicoanálisis se ha visto enriquecido en los últimos tiempos por valiosos pensadores como Bion.
A lo largo de este trabajo, hemos confirmado que la investigación de Bion ha esclarecido dos formas de funcionamiento mental que muestra la enorme complejidad de la estructura psíquica y que se extiende como un continuo desde el polo neurótico hasta el polo psicótico. Estos conceptos tomaron cuerpo en el caso de Diana. Montado sobre el odio, en un inicio, encontré diversos devenires patológicos en ella, donde eclipsaba las dimensiones temporales del presente y del futuro para reconducirlos al pantano temporal de un ayer que la detenía en un pasado atizado de reproches y ofensas; se cegó con un afán vengativo y cosió los ojos con hilos de arrogancia. Esta experiencia requirió de un prolongado proceso de metabolización en la contratransferencia para movilizar la parálisis de la narrativa. Construimos una nueva costura con hilos de colores que incluyeran: una relación continente-contenido, una mayor capacidad de espera y tolerancia a la incertidumbre.
Gracias al trabajo que yo y Diana hemos realizado, confirmo una vez más la importancia de la matriz transferencia-contratransferencia para “rehistorizar lo traumático”. Es bajo este ángulo que nuestro trabajo analítico se enriquece y se convierte en un oficio apasionante. Lo relevante de la propuesta de Bion (1962) acerca del concepto de ataques al vínculo, es que ofrece vértices posibles de observación. Los tres tipos de vínculos que trabajamos: vínculo de conocimiento (K), de amor (L) y de odio (H) ofrecieron una nueva manera de modularse entre éstos, con la condición de que el movimiento y la tensión entre todos sean indisolubles y además se hallen, durante toda la existencia, intrincadamente activos y en proporciones diversas.
Diana inició un periodo de duelo, le fue posible establecer un contacto más cercano con sus tres hijas. Ha llorado y con mucha culpa ha “confesado” que las maltrataba “sin querer hacerlo”. El proceso de integración de sus partes violentas y sádicas implicó esfuerzos y dolor mental indescriptibles tanto para ella como para mí.
La transformación de los vínculos de amor, de odio y de conocimiento, han comenzado a ceder sitio a pensamientos que llevan a la reflexión. Gradualmente he sido testigo que cuando Diana dejó de ver a su madre con los ojos de una niña, descubrió a la mujer que le ayuda día a día a alumbrarse a sí misma.
Referencias bibliográficas
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Bion, W. R. (1957). Ataques al vínculo. En Volviendo a pensar. Buenos Aires: Editorial Hormé, 1990.
______ (1959). Partes psicóticas de la personalidad. En Volviendo a pensar. Buenos Aires: Editorial Hormé, 1990.
______ (1962). Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires: Ediciones Paidós, 1980.
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Bronstein, C. & O’Shaughnessy, E. (Eds). (2017) Attacks on Linking Revisited. A New Look at Bions Classic Work. Londres: Routledge.
Eigen, M. (1993). The Electrified tightrope. Nueva Jersey: Jason Aronson.
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