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8 Traducido del inglés por Rodrigo Rojas Jerez.
CONSIDERACIONES ACERCA DEL CONCEPTO DE ATAQUE AL VÍNCULO Y ODIO (+ −H). UN CASO CLÍNICO
Jani Santamaría Linares
Cuando dos personalidades se encuentran, se crea
una tormenta emocional [...] si hacen suficiente
contacto, se produce un estado emocional por la
conjunción de estos dos individuos
Wilfred Bion, Seminarios clínicos y cuatro textos
Los psicoanalistas vivimos inmersos en el mundo afectivo, es este el escenario de nuestra actividad profesional. La situación psicoanalítica nos ofrece un modo sin igual de explorar todo tipo de afectos y es en el proceso analítico que el analista abre las puertas de la transferencia con el objetivo de que el paciente escenifique los afectos que habitan en la vida psíquica.
¿Qué puede decir un psicoanalista sobre el odio? ¿Desde qué vértice se posiciona para observar y pensar este afecto? Las teorías acerca del odio han acompañado a la historia del psicoanálisis. Las primeras pistas las encontramos en el autoanálisis de Freud (Anzieu, 1975) donde toma conciencia de la forma en la que en sus sueños aparecen deformados los deseos asesinos que tenía hacía de su padre y relaciona este afecto en el marco del Complejo de Edipo. Algunos de los trabajos centrales para comprender este tema son Tótem y Tabú (1913) y Moisés y la religión monoteísta (1938), donde Freud expone con claridad la relación entre el odio que causó el asesinato del padre y, posteriormente, el remordimiento y la culpa que son el origen de la ley simbólica de interdicción, es decir, del lazo social y de la cultura.
Más adelante, en 1915 en “Pulsiones y destinos de pulsión”, Freud escribió “el odio es, en su relación con el objeto, más antiguo que el amor”.
Considera que se odia todo aquello que es parte del mundo externo debido a que, dentro de la órbita del principio de placer, el displacer adquiere un carácter hostil. Desde este vértice, el odio funciona como una barrera para proteger al Yo.
Los puntos de contacto entre experiencia analítica y algunos fenómenos sociales de odio como el terrorismo, la migración y la misoginia, convocan lo más extremo y radical de la violencia y merecen un capítulo aparte. La historia tiene infinitos ejemplos, uno es la fábula mítica de Abel y Caín la cual nos muestra que el odio es un asunto personal que adquiere diversas formas y que, en ocasiones, nos aterra el carácter concreto de este poderoso afecto. No abordaré en este momento la serie de crímenes de odio ni discutiré los odios prototípicos milenarios ya que no deseo caer en una lógica reductiva de psicoanálisis aplicado; lo menciono porque considero que ahondar en la comprensión de la dinámica del odio que se despliega entre la mente individual y la mente colectiva merece la pena ser estudiada a fondo. En la sala de análisis, este material sobre el odio y sobre los horrores del mundo, está presente cada vez más en las sesiones, a veces las inunda y sacude la intimidad.
En el proceso analítico, dentro de la multitud de sentimientos transferenciales dirigidos hacia el analista, el odio es probablemente el más difícil de soportar. Se presenta de manera persistente y tiene una participación importante en la reacción terapéutica negativa, el impasse y la reversión de la perspectiva (Etchegoyen, 1986).
En el presente trabajo me propongo considerar una particular modalidad de odio a través de lo que Bion (1957) llamó ‘ataques al vínculo’ y ‘vínculos en H (odio)’ (1962). Mi objetivo es compartir la circulación de estas vicisitudes dentro de la diada analítica.
Las contribuciones de Wilfred Bion son una fuente continua de inspiración en psicoanálisis (Bronstein & O’Shaughnessy, 2017). La originalidad de sus investigaciones en el trabajo de la mente y de sus funciones, ha abierto la puerta a una variedad enorme de avenidas para su exploración. Su forma de teorizar el odio es uno de los carriles organizadores de su pensamiento a lo largo de toda su obra. Sus aportes sobre el papel de la agresión y el odio en la constitución y funcionamiento del psiquismo son de un inestimable valor clínico.
A continuación, iniciaré resumiendo brevemente la descripción que el autor plantea sobre el concepto de ‘ataque al vínculo’; luego desarrollaré la manera como se relaciona con la parte psicótica de la realidad y con los vínculos de odio (vínculos en H y −H); continuaré con la presentación de un caso clínico y, finalmente, expondré algunas reflexiones.
Al igual que Freud (1924), Bion sugirió que el psicótico, en su intento por liberarse de la experiencia de una realidad odiada y temida, ataca al Yo perceptor, es decir, a aquella parte de su mente que tiene como objetivo la percepción de la realidad. Plantea que el ataque lleva a una fragmentación del Yo; los elementos eliminados mediante la escisión, son proyectados en los objetos. Esto da como resultado cambios en el Yo, debido a que éste es vaciado en el proceso, produciendo un cambio en el objeto que es alterado por el uso del mecanismo de la proyección.
Bajo el imperio del odio, el paciente podrá presentar la combinación de curiosidad, arrogancia y seudoestupidez descrita por Bion (1959). En esencia, el paciente, al no poder tolerar la frustración, intenta destruir los medios de comunicación entre él y el analista para borrar la conciencia de su propio odio. La intolerancia del objeto se refleja en el intenso temor y odio del paciente al analista percibido como persecutorio. Esto lleva a desarrollos paranoides en la transferencia que pueden ir tan lejos como para convertirse en una psicosis de transferencia (Rosenfeld, 1987). Bion escribió: “He tenido ocasión, al referirme a la parte psicótica de la personalidad, de hablar de los ataques destructivos del paciente a cualquier cosa que siente como teniendo la función de vincular un objeto con otro” (1957, p. 128).
El prototipo de todos los vínculos que el autor considera se refieren al pecho y/o pene primitivo; le interesa subrayar la función de proporcionar un vínculo entre dos objetos, ya que considera los ataques fantaseados al pecho como el prototipo de todos los ataques a objetos que sirven de vínculo, siendo la identificación proyectiva el mecanismo utilizado por la mente para deshacerse de fragmentos del Yo producidos