Instintos o reacciones
Este conjunto de fantasías inconscientes ha generado un debate constante y sin resolver acerca de si el odio es un instinto como lo es el amor. Podríamos preguntarnos si hay una necesidad innata de odiar. Tal como hay una necesidad de obtener satisfacción, ¿hay una necesidad instintiva de odiar? Con frecuencia se asume que Klein es una teórica de lo instintivo, así como Freud pareció serlo en su tardía teoría donde sostenía que había una destructividad que innatamente derivaba del instinto de muerte. Creía que había una necesidad de morir, de la misma manera que había una necesidad de vivir.
Como he señalado, Klein no tenía formación en la comprensión sobre instintos biológicos. Sin embargo, intentó utilizar la terminología debido a su preocupación por la posible exclusión de analistas si mostraban un desacuerdo explícito con Freud. Aunque Abraham nunca aceptó explícitamente la idea de instinto de muerte —falleció antes—, probablemente habría entrado en un serio desacuerdo con Freud.
Klein estaba dispuesta a no cometer el error de Jung, Adler y de otros de sus contemporáneos que abiertamente manifestaron sus divergencias. Siguiendo a Abraham, evitó cualquier disputa compleja acerca del instinto de muerte, y no fue sino hasta 1932 que utilizó explícitamente el término ‘instinto de muerte’. En su libro sobre el análisis infantil (Klein 1932), señaló que, a modo general, la destructividad se proyectaba afuera para transformarse ya fuera en agresión contra alguna persona o al temor a ser agredido por alguien. Sin embargo, también planteó que una parte del instinto de muerte se mantiene internamente atacando al Yo. Esa parte era el núcleo inicial del superyó y explicaba cómo el superyó temprano era tan irrealmente duro. Esto fue notado casualmente por Freud en un pie de página que refrenda la comprensión de Klein con respecto a su propia visión: “La experiencia muestra, sin embargo, que la gravedad del superyó que un niño desarrolla, no se corresponde en absoluto con la severidad del tratamiento que él mismo ha recibido” (Freud, 1930, p. 130).
La concepción de Freud de un instinto de muerte innato siempre ha sido discutible, y la idea de una necesidad de destruir como equivalente a una necesidad de satisfacer, frecuentemente ha sido rechazada. Algunos han sido fóbicos acerca de esta destructividad en un bebé inocente. Más tarde, Klein en su trabajo de 1955 sobre la envidia (publicado en 1957) señala una aversión al comúnmente conocido impulso a ‘morder la mano que te da de comer’. Sin embargo, con el reconocimiento de este impulso, lo que realmente decimos es que la necesidad instintiva de morder la mano generosa, es solo el instinto del bebé de succionar el pecho.
El odio en el trabajo profesional
Para concluir, debemos considerar las implicancias que esta teoría de la ansiedad y las emociones tienen para el trabajo clínico. Considerando que los sentimientos son aquello que los pacientes escogen para traernos a sesión, tal como lo planteó Brierly, ¿apuntaría esto a una técnica particular? La respuesta es sí. Muchos analistas sienten que un interés directo en la ansiedad y las emociones dolorosas los acerca a la experiencia del paciente. El término ‘contener’ es la evolución coherente del modelo clínico resultante de la descripción de Klein sobre los mecanismos esquizoides. En 1959, Bion escribió:
Cuando el paciente luchaba por eliminar de si sus temores a la muerte que eran sentidos como demasiado poderosos como para ser contenidos por su personalidad, los escinde y los pone en mí, la idea aparentemente es que si ellos pudieran reposar en mi por un tiempo suficiente, ellos serían transformados por mi psique y podrían ser re-introyectados de manera segura. (p. 312)
A pesar que en esta transacción interpersonal de estados internos hay muchas cosas que pueden salir mal, ahora es común aceptarlo como un proceso que el paciente busca y el analista provee. La reintroyección del paciente es un paso importante. Conllevará la introyección de una función del Yo que ahora podrá identificar la experiencia, tal como el analista lo ha hecho, y podrá darle un significado acorde a la realidad. Hay entonces una reintroyección de una experiencia modificada más una función del Yo (ver Segal, 1978, p. 317).
Más aún, esta función de contención que provee una útil y realista modificación es un modelo que se asume ocurre en la interacción madre-infante, incluso pre y no verbal. Esto implica un proceso psicoanalítico del desarrollo del Yo del paciente para sanar justamente dónde no se ha podido desarrollar en el pasado.
Mucho se ha escrito sobre la noción de contención psicológica de la ansiedad y de los sentimientos dolorosos, incluso reconociendo que esta puede fallar haciendo sentir al analista estresado y posiblemente provocando en el paciente formas agresivas de interrupción de la contención. Una mayor comprensión de esto se puede encontrar en otras fuentes, incluyendo al propio Bion (1962a; 1962b; Segal, 1978; Hinshelwood, 2016).
Conclusiones
En esta contribución he intentado mostrar la importancia que Melanie Klein le dio a la ansiedad por la sobrevivencia del amor y cómo podría ser invadida y amenazada por sentimientos destructivos. El amor y el objeto de amor es el centro de la ansiedad en todas las fases del desarrollo, de tal manera que la naturaleza de la ansiedad difiere de acuerdo a, primero, el temor a que el objeto no entregará suficiente protección, y luego, más tarde, el temor a que el amor en sí mismo puede ser dañado y perdido. De una manera u otra, el equilibrio entre la pérdida o sobrevivencia del yo amoroso y de los objetos de amor es un foco de ansiedad a lo largo de toda la vida, hasta que en las etapas finales las luchas deben pasar a la generación siguiente. Klein creía que este enfoque era importante e intentó demostrar con muchos ejemplos la manera en que su interpretación del destino del amor causaba alivio a pacientes de todas las edades.
Referencias bibliográficas
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