Jesús. Samuel Fernández Eyzaguirre. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Samuel Fernández Eyzaguirre
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561426146
Скачать книгу
alt=""/>

      Así, según Strauss, «un millar de relatos como éstos pudieron ser compuestos de buena fe, pero sin un átomo de verdad histórica»23. De este modo, para Strauss, los evangelios serían relatos míticos, es decir, narraciones carentes de verdad histórica, en las cuales la comunidad cristiana declara los elementos fundamentales de su fe: Jesús es el Mesías.

       C. Wilhelm Bousset: la teoría del malentendido24

      La clásica Religionsgeschichtliche Schule (Escuela de Historia de las Religiones), tiene entre sus grandes representantes la obra de Wilhelm Bousset, Kýrios Christos. Geschichte des Christusglaubens von den Anfangen des Christentums bis Irenaeus, de 1913. Este libro, al abordar la historia de la fe en Cristo, propone que el origen de la fe en la divinidad de Jesús es resultado del influjo de las ideas de las religiones paganas al interior de la comunidad cristiana, aportadas por los cristianos de origen pagano (etnocristianos), que ingresaban a la Iglesia junto con sus convicciones religiosas y culturales.

      Esta explicación supone que la fe en la divinidad de Jesús sea tardía, es decir, posterior al año 70, pues se requiere tiempo para que los etnocristianos ingresen y sean influyentes en la comunidad cristiana. La divinidad de Jesús sería, entonces, fruto de una especie de malentendido. Según Bousset, Jesús mismo habría sido una figura mesiánica, que al ser interpretado por mentes griegas, habituadas al culto de los semidioses y de los héroes divinizados, fue comprendido como un dios pagano.

      Otra explicación reconoce que el culto a Jesús y, por tanto, la fe en su divinidad, es anterior al año 70, pero también pretende que su nacimiento es resultado de la influencia pagana que, a diferencia de la explicación anterior, ya estaba presente en el judaísmo de tiempos de Jesús. Esta explicación supone que la religión de Israel, en tiempos de Jesús, estaba corrompida por ideas paganas de los cultos greco-romanos.

      En estas dos explicaciones, el sincretismo religioso sería el factor fundamental para comprender el nacimiento del culto a Jesús. Así, la fe en la divinidad de Jesús sería un gran malentendido, es decir, Jesús habría sido un simple profeta judío que predicó la paternidad de Dios y la fraternidad humana, pero que su mensaje, al caer en mentes griegas, se transformó en especulaciones metafísicas. Esta orientación aún cuenta con adeptos.

       D. Objeciones actuales

      Este tipo de acercamiento sigue presente en algunos ambientes académicos. H. Koester, sobre la base de argumentos muy discutibles, y en ocasiones abiertamente inverosímiles, ha defendido la mayor atendibilidad de los evangelios apócrifos por sobre los canónicos, lo que condiciona decisivamente la investigación sobre Jesús25. La misma orientación está presente en el Jesus Seminar, que con tanta eficacia llega a la opinión pública, y sobre todo, en J.D. Crossan, con su libro The Life of a Mediterranean Jewish Peasant (La vida de un campesino judío mediterráneo), que ha tenido un gran impacto en los medios de comunicación y ha sido traducido a muchas lenguas, argumenta de modo muy atractivo, pero sobre la base de «premisas inaceptables»26.

      Algunas de estas posturas, presentes en ámbito académico, han sido popularizadas por medio del cine. El Código Da Vinci, por ejemplo, ha vulgarizado de modo bastante forzado e inconsistente, algunas objeciones contra la fiabilidad de las fuentes bíblicas y las sospechas acerca de la discontinuidad entre Jesús de Nazaret y la cristología de la Iglesia. Según la novela, la Biblia sería un libro funcional a los intereses institucionales del Imperio Romano y de la Iglesia del siglo IV. El Emperador Constantino habría tenido un gran protagonismo en la constitución del Nuevo Testamento, y los evangelios que finalmente quedaron como los oficiales habrían sido elegidos en función de los intereses del Imperio. Por otro lado, la divinidad de Jesús habría sido una novedad introducida en el año 325 por el Concilio de Nicea, su función habría sido asegurar unidad al Imperio.

      Otras ficciones, como la película Stygma, insisten en que la Iglesia, centrada en sus solos intereses, a lo largo de toda su historia, no habría hecho otra cosa, aún por medios ilícitos, que ocultar la verdad de Jesús, que en realidad se encontraría en los evangelios apócrifos, particularmente en el Evangelio de Tomás. Las mismas convicciones de fondo se aprecian en el uso mediático del Evangelio de Judas que, sobre la base de un texto tardío y que cuenta sólo con un manuscrito, intenta impugnar la atendibilidad histórica de la figura de Jesús que ofrecen los evangelios canónicos.

      En síntesis, todas estas presentaciones pretenden afirmar que el Cristo proclamado por la tradición eclesial es un personaje muy diferente al Jesús histórico, que caminó por Galilea en el siglo I.

       2. FUENTES EXTRABÍBLICAS27

      ¿Qué testimonios antiguos nos permiten conocer a Jesús de Nazaret? Los documentos más importantes son, ciertamente, los textos reunidos en el Nuevo Testamento, que por lo demás, son los escritos más antiguos acerca de Jesús. Sin embargo, existen otros documentos que es necesario examinar para valorar la contribución que ellos hacen a la búsqueda del Jesús histórico.

       A. Testimonios de la literatura no cristiana

      Jesús no fue un soberano, protagonista de la alta política o de la historia bélica, ni un constructor de edificios públicos o acueductos. Para muchos de sus contemporáneos, Jesús fue un ejecutado más de una larga lista, en el marco de una política imperial de represión a los grupos nacionalistas. Baste recordar las afirmaciones de Flavio Josefo, durante el asedio de Jerusalén del año 70: «Los soldados, llevados por su odio a los judíos, en son de burla, crucificaban a los cautivos de distintas maneras, siendo tan grande el número de víctimas que faltaba espacio para las cruces, y cruces para los cuerpos» (Bellum Iudaicum V,11,1). Por lo tanto, no debe sorprendernos que inicialmente sean escasas las referencias a Jesús en la literatura no cristiana. Poco tiempo después, con el crecimiento de la Iglesia, estas referencias se multiplicarán.

      El dato extrabíblico más antiguo que conservamos sobre Jesús es un texto escrito en griego en torno al año 93 por Flavio Josefo, historiador judío que defendió los territorios de Galilea contra Vespasiano, y que luego se cambió de bando y ayudó a los romanos a tomar Jerusalén en el año 70. Al describir los acontecimientos en torno a los años 30, afirma:

      En este tiempo existió un hombre de nombre Jesús. Su conducta era buena y era considerado virtuoso. Muchos judíos y gente de otras naciones se convirtieron en discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Los convertidos en sus discípulos no lo abandonaron. Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el mesías de quien los profetas habían contado maravillas28.

      Otra noticia antigua proviene de Plinio el Joven, gobernador de Bitinia (actual Turquía), en torno al año 112. En una carta al Emperador Trajano, le describe las prácticas de los cristianos. Es importante notar la centralidad de Cristo y el culto que la comunidad le rinde, como a Dios, incluso a riesgo de la propia vida:

      Por otra parte, ellos afirmaban que toda su culpa y error consistía en reunirse en un día fijo antes del alba y cantar a coros alternativos un himno a Cristo como a Dios (quasi Deo) y en obligarse bajo juramento no ya a perpetrar delito alguno...29.

      Uno de los grandes historiadores romanos, Tácito, en torno al año 116, al describir la crueldad de Nerón, también alude a Jesús de Nazaret:

      Mas, ni con los remedios humanos ni con las larguezas del príncipe o con los cultos expiatorios perdía fuerza la creencia infamante de que el incendio [de Roma] había sido ordenado [por Nerón]. En consecuencia, para acabar con los rumores, Nerón presentó como culpables y sometió a los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba cristianos, aborrecidos por sus ignominias. Aquel de quien tomaban nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición,