Jesús. Samuel Fernández Eyzaguirre. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Samuel Fernández Eyzaguirre
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561426146
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a continuación muestra la fecha de la redacción final de los diversos escritos del Nuevo Testamento. Naturalmente, cada fecha es discutida por los estudiosos, pero el cuadro nos proporciona una visión de conjunto coherente.

      * Datos tomados del Nuevo Comentario bíblico San Jerónimo, Verbo Divino 2006.

       a. Las cartas de San Pablo

      Los documentos más antiguos del Nuevo Testamento son las cartas de Pablo. Y entre ellas, la más antigua es la primera a los tesalonicenses, datada en el año 50. San Pablo es el teólogo más decisivo del Nuevo Testamento (J. Gnilka), pero sus cartas no son escritos sistemáticos, sino ocasionales (es decir, responden a una ocasión específica). Su teología se apoya: a) en la Escritura (el Antiguo Testamento que recibe del judaísmo); b) en su vocación–revelación (camino de Damasco); y c) en las tradiciones que recibe de la comunidad cristiana anterior a él. A partir de todos esos elementos, elabora su teología. Lo más propio de la teología de Pablo es la universalidad de la gracia.

       Escritura—Revelación personal—Tradición cristiana—Teología paulina

      Si bien se puede distinguir en Pablo su labor de transmisor de la Tradición y la de teólogo original, toda su elaboración teológica está marcada por la Tradición (que recibe y transmite) y por la Escritura. Ya en los primerísimos años hay un cierto grupo de convicciones comunes a las diversas comunidades cristianas que Pablo recibe y transmite. Por ello, dentro de los escritos del Apóstol, podemos distinguir tres clases de material:

      1. Material prepaulino: se trata de una cantidad de breves afirmaciones y cánticos que provienen de las comunidades cristianas más primitivas, anteriores a las cartas, y que San Pablo recibió e integró en sus escritos.

      2. Material propiamente paulino. Son las cartas de Pablo propiamente tales, es decir, aquellas que escribió, o mejor dicho, que dictó personalmente (cf. Gál 6,11). Así, 1 Tesalonicenses, 1 y 2 Corintios, Romanos, Gálatas, Filemón y Filipenses ciertamente provienen de la pluma de Pablo. Colosenses y Efesios no es claro si son paulinas o déutero-paulinas.

      3. Material déutero-paulino. Se trata de algunas cartas que es posible que hayan sido redactadas después de la muerte de Pablo, por sus discípulos y con ideas propias de Pablo. En la antigüedad, el concepto de autor era más amplio que el nuestro. 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, y Tito posiblemente son posteriores a Pablo. La Carta a los Hebreos ciertamente no es de Pablo (la carta tampoco lo dice).

       b. Los Evangelios y la cuestión sinóptica

      Los evangelios canónicos, es decir, los contenidos en el Nuevo Testamento, son los escritos que contienen una información más amplia y mejor documentada sobre la vida de Jesús. Estos escritos pueden considerarse auténticas biografías, siempre y cuando tengamos en cuenta que las biografías antiguas no son idénticas a las modernas.

      Quienes escribieron estas antiguas biografías de Jesús buscaban, ante todo, mostrar el significado de las acciones y palabras de Jesús, y estaban menos preocupados por la exactitud cronológica y material de los hechos narrados. Por ello, los evangelios nos transmiten los hechos y el significado de los hechos, sin que podamos renunciar a ninguno de estos elementos: los hechos sin significado son irrelevantes y no valdría la pena transmitirlos; y por el contrario, el puro significado sin los hechos es evasión, y contradice el carácter histórico de la encarnación y la revelación.

      Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son muy parecidos y poseen muchas tradiciones en común. Se les llama sinópticos (adjetivo de la palabra syn-opsis que significa visión conjunta), porque sus coincidencias permiten leerlos en columnas paralelas. Sus enormes coincidencias hacen pensar que debe existir alguna relación de dependencia literaria entre ellos. Así se plantea el problema sinóptico, que consiste en saber cómo se explican las semejanzas y a la vez las diferencias entre estos tres evangelios.

      Después de muchos intentos, actualmente la mayoría de los estudiosos considera que la mejor manera de explicar las diferencias y semejanzas entre los evangelios es suponer que:

      1. El evangelio de Mc es el más antiguo, y tanto Mt como Lc lo conocieron y lo incorporaron casi por completo en sus propias obras. Así se explica aquello que está en estos tres evangelios. En tanto, Mt y Lc no se conocieron entre ellos, lo que explica sus diferencias.

      2. Mt y Lc de modo independiente conocieron, además, un documento que contenía gran cantidad de palabras de Jesús, organizadas en forma de colecciones de dichos y parábolas. Partes de este documento, al que los estudiosos se refieren con la sigla Q, habrían servido a estos evangelistas para configurar algunos de los discursos de Jesús (ej. el sermón del monte en Mt y el sermón del llano en Lc).

      3. Mt y Lc incorporaron también a sus obras capítulos de la infancia de Jesús, escenas de apariciones del Resucitado y algunas otras unidades literarias propias. Un material variado que cada uno habría hallado en la tradición de su comunidad. A todo esto hay que agregar el genio de cada uno de estos escritores que combina, ordena y sintetiza, de modo personal, el material del que dispone.

      Estas relaciones podrían resumirse en el presente diagrama, en el que la sigla M representa el material propio de Mateo, y L el de Lucas. Según esta hipótesis, Marcos debió ser el evangelio más antiguo. En la composición de su relato, utilizó seguramente tradiciones y colecciones anteriores como colecciones de parábolas, de controversias, de milagros y el relato de la pasión. De este modo, el actual texto de San Marcos habría sido redactado a fines de la década de los años 60, pero contando con material anterior. Algunos estudiosos creen que, por ejemplo, el relato de la pasión ya estaba redactado en torno a los años 35 ó 36, es decir, muy poco tiempo después de los acontecimientos descritos, cuando muchos testigos oculares estaban vivos y presentes en las comunidades.

      La tarea de Marcos no consistió simplemente en reunir todas estas tradiciones, sino que las actualizó y las organizó siguiendo un esquema que los misioneros cristianos utilizaban para contar los principales acontecimientos de la vida de Jesús (véase Hech 10,37-41).

      Mateo y Lucas no sólo siguieron el trazado básico de Marcos, sino que incluyeron en sus relatos la mayor parte de dicho evangelio, aunque con importantes modificaciones, que tratan de aplicar los diversos pasajes a las situaciones de sus respectivas comunidades. En el trazado de Marcos, incluyeron las tradiciones procedentes del documento Q y otras tradiciones propias, en un claro intento de completar la obra de Marcos. Ambos evangelios suponen pues, un paso más en el proceso de integración de las tradiciones cristianas iniciado por Marcos.

       c. El documento Q

      El documento Q o fuente de los dichos, no se descubrió en la arena del desierto o en una gruta olvidada, sino al interior del texto de los evangelios37. De la comparación de los tres primeros evangelios se comprueba que hay unos 230 versículos que no están en Marcos, pero que sí se encuentran en Mt y Lc. En algunos casos, estos versículos son literalmente idénticos, lo que dificulta que estas semejanzas se expliquen sólo por una tradición oral común.

      Las semejanzas entre estos textos se explicarían recurriendo a la hipótesis de la utilización de una fuente escrita común, conocida y utilizada tanto por Mateo como por Lucas. A este hipotético documento se le llama Q, es decir, la fuente (en alemán, fuente se dice Quelle). Este texto habría consistido en una colección de dichos de Jesús, y Lc habría mantenido su orden. El documento no se conserva físicamente en ningún manuscrito, pero a partir de la comparación del material común a Mt y Lc que no se encuentra en Mc, se ha podido incluso reconstruir como texto. Algunos versículos considerados pertenecientes al documento Q se encuentran también, en una forma similar, en el Evangelio de Tomás, texto apócrifo cuya redacción actual es del siglo II.

      Hay bastante consenso entre los estudiosos