La persistencia de este tipo de reflejos más allá de la edad en que normalmente desaparecen, hace sospechar un retraso de la maduración cortical o lesión del SNC.
Reflejos de Madurez
Nombre y características | Aparición |
Landau Al mantener al lactante suspendido en posición horizontal, sosteniéndolo por el abdomen con una mano, y al flexionarle la cabeza hacia el pecho se produce flexión de las extremidades inferiores. | 3 a 4 meses y comienza a desaparecer en el curso del segundo año. |
Tónico Cervical o de Magnus Al hacer girar la cabeza hacia un lado mientras el niño está de espalda, las extremidades del mismo lado se extienden y el brazo y pierna opuesta se flexionan. | 3 a 4 meses |
Paracaídas Al tomar al niño con ambas manos por el tronco e impulsarlo cabeza abajo hacia el suelo, extiende las extremidades superiores en actitud de defensa con dorsiflexión de manos y abertura de los dedos en abanico. También se produce extensión y abducción simétrica de las extremidades inferiores. | 10 - 12 meses. Su aparición coincide con el inicio de la marcha. |
Reflejos Osteotendinosos
Entre los reflejos osteotendinosos profundos se encuentran el rotuliano, bicipital, tricipital, aquiles, los que son una respuesta motora de una extremidad al estímulo en un punto dado. Se encuentran presentes desde el nacimiento, son similares a los del adulto, excepto en sus respuestas que son más bruscas y ligeramente más exageradas. En el transcurso del primer año de vida, disminuye progresivamente su intensidad. La persistencia de una respuesta exagerada (hiperreflexia) hace sospechar una probable inmadurez piramidal.
Reflejos Cutáneos
A fines del primer año de edad están presentes todos los reflejos cutáneos superficiales: el abdominal, cremastérico y cutáneo del ano o esfinteriano. Estos aparecen cerca del mes de vida y se perfeccionan a los seis meses.
La evaluación periódica de los diferentes reflejos permite conocer la indemnidad del sistema nervioso y su madurez.
Sueño
El sueño es parte del ritmo interno, su función es ofrecer el descanso necesario para la recuperación de las energías para restablecer el equilibrio normal entre las distintas partes del sistema nervioso central. El niño se caracteriza por dormir más horas que el adulto; cabe destacar que la calidad del sueño influye en el carácter y actividad que realiza el niño en las horas de vigilia.
Es necesario saber que el sueño tiene distintos grados de profundidad que han sido clasificados de I a IV, más una quinta categoría llamada sueño REM, sigla que proviene del inglés “rapid eyes movements”. La III y IV etapa junto al sueño REM corresponden a sueño profundo. En el niño, a menor edad el sueño es más profundo; por esta razón es normal observar en ellos movimientos, intranquilidad, cambios de posición, sobresaltos, etc., que se presentan en las etapas profundas del sueño. El sueño del recién nacido consiste en cerca de 50% de sueño REM, a diferencia de sólo 20% en el niño de 5 años de edad.
Al igual que otras funciones del organismo, el sueño evoluciona a lo largo de la vida. El recién nacido duerme gran parte del día observándose en él períodos de sueño de 3 a 4 horas, interrumpidos por breves momentos de vigilia relacionados con la necesidad de alimentación. Durante los primeros tres meses de vida, los períodos de vigilia se prolongan presentándose por lo general en el día; a esta edad ya es capaz de permanecer despierto en forma tranquila, observando el ambiente que lo rodea y sus propios movimientos. En el segundo semestre ya tiene establecido un modelo de sueño-vigilia; el niño de esta edad duerme aproximadamente 10 horas durante la noche y 3 en el día, distribuidas a media mañana y después de almuerzo. A partir del segundo año el niño sólo duerme una siesta de no más de 2 horas.
Horas promedio de sueño | |
Edad | Horas |
Recién Nacido | 18 a 20 |
Lactantes | 14 a 18 |
Preescolares | 10 a 14 |
Escolares | 10 a 12 |
Adultos | 8 a 9 |
El número de horas promedio de sueño en las diferentes edades es sólo una guía orientadora. Cada niño tiene su propia necesidad y ritmo de sueño que pueden ser distintos a los de otro de su edad y características similares. Los niños de temperamento más activo, irregulares en sus rutinas, que responden intensamente a estímulos ambientales, suelen tener dificultades para consolidar hábitos de sueño. Los padres necesitan una guía anticipada respecto a los factores a considerar en esta necesidad, de tal