Al formar sus hipótesis acerca del mundo, la cognición de los adolescentes crece junto con el desarrollo del modo de pensamiento formal, científico y lógico. Un ejemplo típico de pensamiento combinatorial es el siguiente: se le presentan al adolescente cinco jarros, cada uno de los cuales contiene un líquido incoloro. Al combinar los líquidos de tres jarros específicos se producirá un color, mientras que el uso de cualquiera de los otros dos jarros restantes no creará ninguno. Se le dice al adolescente que se puede generar un color, sin mostrarle cuál combinación producirá ese efecto. Los niños en la etapa de operaciones concretas típicamente tratan de resolver el problema combinando líquido de dos jarros a la vez, pero después de combinar todos los pares, o al tratar de juntar los cinco líquidos a la vez, generalmente dejan de buscar una solución al problema. Un adolescente en la etapa de operaciones formales, por otro lado, explorará todas las posibles soluciones, probando todas las combinaciones posibles de dos o tres líquidos hasta que se produce finalmente el buscado color. Otro ejemplo es el del modo como los adolescentes piensan acerca de determinados problemas verbales, como los representados por la pregunta: "Si Paula es más alta que Mónica y más baja que Francisca, ¿cuál es la más baja de las tres?" Los niños en la etapa de operaciones concretas pueden ser capaces de resolver un problema análogo (por ejemplo, usando palitos de diversas alturas y dándoles a éstos un nombre propio). Los problemas verbales abstractos, sin embargo, no son habitualmente resueltos hasta que no ha surgido la capacidad para operaciones formales.
Además, en esta etapa se desarrolla un segundo sistema simbólico, el lenguaje, que comienza a asumir múltiples significados, abriéndose al uso de dobles sentidos y metáforas. El adolescente por primera vez puede pensar acerca de su pensamiento, tomando una actitud reflexiva frente a su propio ser. Esta misma capacidad cognitiva le permite comenzar a desarrollar la capacidad de construir realidades abstractas posibles, los ideales, que se contrastarán con la realidad. Esta constitución de un Yo Ideal tiene consecuencias prácticas importantes, en el sentido de que surge una maqueta o plano de expectativas futuras de logro, que se traducen en un proyecto de vida, consciente o inconsciente, que se tratará de implementar a lo largo de la vida adulta.
Las operaciones formales del pensamiento no parecen caracterizar a todos los adolescentes. Estudios de adolescentes mayores y de adultos en diversas culturas occidentales muestran que muchos no alcanzan la etapa de operaciones formales. Algunos investigadores han atribuido estas diferencias a lo diverso de las culturas rurales y urbanas y a las distintas cosmovisiones que cada una de éstas ofrece. Hay poca evidencia, sin embargo, que muestre que las diferencias socioeconómicas o educacionales se asocien con el logro o no de la etapa de operaciones formales. El pensamiento operativo formal tiene, también, sus limitaciones: tal como el niño se preocupa de su "sí mismo" físico en un mundo lleno de nuevos estímulos corporales, asimismo, el adolescente puede preocuparse de su propio pensamiento en un mundo lleno de nuevas ideas. Esta preocupación, a menudo, lleva a una suerte de egocentrismo, que se manifiesta de dos maneras: primero, el individuo puede presumir que sus propias preocupaciones, valores y creencias son igualmente importantes para todos los otros. Además, la urgencia de este nuevo tipo de pensamiento puede paradojalmente dar nacimiento a una sensación de ser absolutamente único, lo que lleva, a veces, a sentirse distinto de los demás y a ser poco comprendido por los otros. Aunque la etapa de operaciones formales es la última en la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget, el egocentrismo de esta etapa disminuye a lo largo de la vida de las personas, en general, como consecuencia de interacciones con sus pares y con personas mayores y, sobre todo, con la adopción de funciones y responsabilidades propias de los adultos.
El concepto de self en la adolescencia
El término self, o "sí mismo", es una denominación técnica en psicología, cuya evolución ha estado cercanamente ligada a los estudios sobre la adolescencia. Su importancia ha sido progresiva a lo largo de los años, tal como Cheshire y Thomas(42) lo han descrito. El padre de la psicología, William James, planteó al self como una entidad compleja, que fluctúa, se expande y se contrae. Implica todo aquello que se denomina "uno mismo", incluyendo al propio cuerpo, capacidades psicológicas, posesiones, familia, amigos, reputación, trabajo y emociones(43). James clasificó al self en diversos niveles: el material, el social y el espiritual y señaló que una de las tareas centrales de la adolescencia es alcanzar la integración entre estos diferentes conceptos del sí mismo.
Posteriormente, Sigmund Freud reconceptualizó el desarrollo adolescente señalando que el tema central de esta etapa era el dominar los impulsos sexuales y agresivos de un modo socialmente aceptable(44). Esto implica manejar sentimientos tanto hacia el padre del mismo sexo como al del otro sexo. Esto produce una etapa de turbulencia emocional, en la medida que los impulsos sexuales y agresivos adquieren progresiva fuerza en ese período. En la medida que transcurre la adolescencia, se llega a una relación nueva y más madura con ambos padres, y con otras figuras de autoridad que los representan. El desarrollo adolescente normal lleva, entonces, a un concepto estable y estructurado del self, con sentimientos positivos acerca del propio cuerpo, las relaciones sociales y capacidades de logro. Desde ese ángulo, la adolescencia normal implica un buen ajuste interpersonal con relación a la familia, al grupo de pares y al ambiente social. En el mismo sentido, Erikson(45) habló de la centralidad para el desarrollo adolescente de una identidad personal viable y coherente. La identidad para este autor implica la integración de "las variadas imágenes de uno mismo que se han experimentado desde la infancia". En ese sentido, la identidad es el puente entre el individuo y la sociedad. El riesgo, por otro lado, es la confusión de identidad, que corresponde al fracaso en alcanzar una identidad consistente, coherente e integrada. Esta confusión de identidad se manifiesta por una incapacidad de comprometerse, aun, al final de la adolescencia con una ocupación, toma de posición valórica o ideológica, y de integrarse establemente en la vida.
Posteriormente, Heinz Kohut ha incorporado al concepto de self la idea de esta estructura como el centro de iniciativa personal, caracterizado por la afirmación de uno mismo y por la capacidad de proponerse metas(46). Kohut vuelve a la idea original de James de múltiples selves, o sí mismos, algunos conscientes, otros inconscientes. El "sí mismo" subjetivamente experimentado como tal es llamado self nuclear. Éste tiene capacidad de introspección y empatía. El adolescente enfrenta, así, la vida con un programa básico, con un plan de futuro y una anticipación de logros particulares. Esta programación básica es centralmente una función del self nuclear. Los logros de esta programación llevarán al adolescente a un autoconcepto realista, no demasiado exigente ni excesivamente grandioso. Con este narcisismo moderado, el self será capaz de enfrentar realistamente sin colocarse exigencias excesivas ni de no enfrentar ninguna tarea para proteger una autoimagen frágil. En resumen, la misión psicodinámica de la adolescencia comienza con temas infantiles como el control de una sexualidad y una agresividad crecientes, y con competencias y anhelos por el cariño de los padres, y termina con un foco en temas más maduros, como el de insertarse en forma adecuada en el mundo social y sentirse razonablemente bien con uno mismo, haciendo elecciones realistas y satisfactorias con respecto a la pareja, los hijos y la realización laboral
Posteriormente, han adquirido importancia teorías que toman en cuenta las influencias sociales en el desarrollo adolescente. La teoría del aprendizaje social de Bandura(47), por ejemplo, señala que la conducta adolescente es influenciada por los premios y castigos sociales en relación con sus comportamientos así como por los modelos sociales que rodean al