El adolescente y sus conductas de riesgo. Ramón Florenzano. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ramón Florenzano
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425767
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que se presentan sistemáticamente a lo largo de esta etapa. Las diez características que conforman el denominado por ellos síndrome de la Adolescencia Normal, son las siguientes:

      1. Búsqueda del sí mismo y de la propia identidad; aquí, el adolescente recurre a la búsqueda de soluciones como la uniformidad, que brinda seguridad y estima personal. Ocurre, también, un mecanismo que estos autores llaman de doble identificación masiva, en donde todos se identifican con cada uno, y que explicaría en parte el proceso grupal del que participa el adolescente. En otras ocasiones, la solución puede ser la de buscar lo que Erikson ha llamado identidad negativa, basada en identificaciones con figuras negativas, pero reales. Esto constituye una de las bases de las pandillas de delincuentes, los grupos de homosexuales, los adictos a las drogas, etc. Se pueden presentar también identidades transitorias, ocasionales o circunstanciales, adoptadas sucesiva o simultáneamente por el adolescente;

      2. Tendencia grupal; se transfiere al grupo parte de la dependencia que antes se mantenía con la familia, y el grupo pasa a ser el continente de las ansiedades de sus integrantes;

      3. Necesidad de intelectualizar y de fantasear; estas defensas aumentan frente a la imposición de la realidad del crecimiento y desarrollo físicos, y a la necesidad de renunciar a los aspectos infantiles, desarrollándose lo que Aberastury denomina atitismo positivo, que lleva a la preocupación por aspectos éticos, filosóficos y sociales;

      4. Crisis religiosas que pueden ir desde el ateísmo más intransigente hasta el misticismo más fervoroso; puede presentarse, así, el adolescente como un ateo exacerbado o como un místico apasionado. Esta tendencia a irse a posiciones extremas va disminuyendo en la medida que se estabiliza el proceso de desarrollo;

      5. Desubicación temporal: el pensamiento adquiere las características del proceso primario; las urgencias son enormes y las postergaciones son aparentemente irracionales. Dos ejemplos que da Knobel son el de la muchacha que necesita inmediatamente un vestido para una fiesta que tendrá tres meses después y el del muchacho que descansa plácidamente, porque tiene un examen recién al día siguiente;

      6. Evolución sexual manifiesta que va desde el autoerotismo hasta la heterose-xualidad; se da una transición que va desde conductas masturbatorias esporádicas hacia la búsqueda inicial de pareja, con caricias cada vez más cercanas. Los enamoramientos iniciales son apasionados, pero dirigidos hacia figuras idealizadas: ídolos musicales o deportivos, poco alcanzables para el adolescente. El acercamiento inicial al otro sexo es primero lúdico, a través de bailes, juegos y conversaciones de pasillo. Aumenta la curiosidad sexual, que se expresa en el interés por revistas o videos explícitos o pornográficos. Para estos autores, como para Hall, hay en la preadolescencia una etapa normal de bisexualidad, que no significa necesariamente homosexualidad. Dice al respecto Françoise Dolto(66): "Se dice que hay cada vez más homosexuales, pero eso no es cierto. Se creen homosexuales después de haberse escaldado con un primer amor. Es una conducta de búsqueda de lo fácil, una liberación del compromiso. Se han quedado en ese terreno puesto que nadie les alentó a correr de nuevo un riesgo valorizante. Han perdido su creatividad después de malograr un primer amor, y nadie les dice ‘No te desalientes después de esta experiencia. Te preparas para otro encuentro más duradero, con un ser que tendrá fe en ti'. Entonces se vuelven hacia otro semejante que les devuelve el espejo del narcisismo así como el sentimiento de su valor respecto de gentes que desprecian al otro sexo"

      7. Actitud social reivindicatoria; esta rebeldía se liga a la percepción de las contradicciones y falta de equidad del mundo adulto, y sirve, también, a la función de separarse de los padres, vistos como representantes de una estructura social injusta;

      8. Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta; no se mantiene una línea de conducta rígida, permanente y absoluta, aunque se la busca. Desde el punto de vista de los adultos, aparece como muy variable y poco predecible;

      9. Separación progresiva de los padres; esta tarea sería la básica de esta etapa, ligada por estos autores psicoanalíticos a una segunda elaboración del conflicto edípico. Al ser claro que debe buscar su pareja fuera de la familia, comienza un proceso activo de alejamiento y de búsqueda de un objeto amoroso propio;

      10. Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo. Estos cambios se relacionan con un sentimiento básico de ansiedad y depresión ligado a los duelos y separaciones que caracterizan a este período. Aparecen sentimientos de soledad, de frustración, de desaliento y de aburrimiento frecuentes. El adolescente pasa de la desesperanza más profunda a entusiasmos rápidos y poco duraderos.

      LOS HOMÓCLITOS

      Una de las polémicas más permanentes en la literatura es cuan generalizables son descripciones como la anterior y de otras realizadas por psicoanalistas como Anna Freud o Peter Blos, cuya experiencia es fundamentalmente clínica, al estudiar adolescentes consultantes. La alternativa ha sido el estudio de adolescentes normales realizada, primero, en los Estados Unidos y, luego, en forma transcultural por Offer y su grupo. Estos autores han acuñado el término homóclitos, para referirse al desarrollo habitual de los adolescentes que, de acuerdo a sus hallazgos, no es tan tumultuoso ni emocional como las descripciones hacen pensar. A través de una serie de encuestas realizadas con adolescentes estadounidenses de enseñanza media, utilizando un cuestionario estandarizado, han llegado a la visión de que la mayoría de los adolescentes son capaces de integrar sus nuevas experiencias afectivas, cognitivas, biológicas y sociales con poca disrupción(67). Los resultados de esta aproximación empírica muestran que los adolescentes, de acuerdo con las características de su desarrollo, pueden ser agrupados en tres grupos:

      1. Desarrollo continuo. Este grupo, que correspondió al 21% del grupo total, progresaron a través de la adolescencia con un desarrollo imperturbado, con mucha seguridad de que llegarían a tener una vida adulta satisfactoria. En general, provenían de familias que no habían tenido experiencias particularmente negativas, y de unidades nucleares estables. Eran capaces de enfrentar las situaciones estresantes combinando la razón y la emocionalidad en forma tranquila, aceptaban las normas culturales y se podían insertar en su contexto sin mayor rechazo ni rebeldía. Sus padres habían podido apoyar la independencia de sus hijos, y aceptar un equilibrio diferente en la medida que éstos maduraban. Se había desarrollado un grado importante de confianza y respeto mutuos, con ligazones afectuosas evidentes entre padres e hijos. Este proceso era facilitado por el hecho de que en general los hijos no habían cambiado radicalmente de rumbo en comparación a los estilos de vida parentales, y sus sistemas de valores se relacionaban claramente con los de éstos, sin ser necesariamente idénticos. Estos adolescentes también exhibían la capacidad de relaciones interpersonales poco conflictivas, con amigos cercanos y con relaciones cada vez más cercanas con el sexo opuesto. Sus sistemas de valores no les creaban dificultades especiales, y tenían una vida de imaginación y fantasía relativamente activa, siendo capaces de llevar sus ideales y sueños a la realidad a través de la acción.

      2. El grupo de desarrollo surgente, como lo denominó Offer y su grupo, correspondió al 35% de los adolescentes estudiados y se caracterizó por desarrollarse a través de "saltos" y mayor discontinuidad que el anterior. Tenían que concentrar más energía en enfrentar las tareas del desarrollo, y oscilaban entre una adaptación adecuada y períodos de detención y, a veces, retroceso. Tendían a mostrar más emociones de tipo enojo y frustración, y sus relaciones con la familia eran menos positivas. En general, podían enfrentar el estrés adecuadamente, pero con niveles de ansiedad, a veces, significativos. Tenían menos confianza en ellos mismos, con una autoestima más oscilante; en general, desarrollaron relaciones interpersonales tan cercanas como el grupo previo, pero demostraron mayores diferencias de opiniones y valores con sus padres. Los temas de disciplina, rendimiento acádémico o creencias religiosas los colocaron, en oportunidades, a distancia de sus progenitores. En general, definieron adecuadamente sus expectativas de largo plazo, pero les costó más trabajar hacia esas metas, pasando por etapas de desinterés o falta de entusiasmo por sus estudios. En