Terapia de grupo en niños. Neva Milicic Müller. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Neva Milicic Müller
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425743
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como sucede en las terapias de grupo, tienen lugar en el marco de experimentar situaciones con otro. Cuando las personas, sean niños o adultos, comparten la atención en forma intencional focalizándose en determinados aspectos del ambiente, van siendo sensibles a ciertas claves sociales, que se dan en el contexto de la intersubjetividad social.

      Este fenómeno, que ha sido descrito más bien en relación al desarrollo de conceptos (Mandler, 2004; Nelson, 2000), puede aplicarse a la captación de pistas sociales, En un grupo terapéutico, cuando los niños intencionalmente se centran en reflexionar sobre emociones que han experimentado en forma conjunta ─por ejemplo al realizar una dramatización sobre resolución de conflictos─, se produce una apertura al mundo emocional, ya que hay una reflexión conjunta. A modo de ejemplo: en una sesión, un niño contaba que le gustaba su colegio y, al ser interrogado por las razones, explicó escuetamente: “Porque es diverso”. Otro niño del grupo, extrañado, le preguntó: “¿Qué es eso?”. La respuesta fue: “Es que en mi colegio hay diversidad”. La respuesta no dejó contento al que preguntaba, que volvió a insistir preguntando ahora: “¿Qué es diversidad?”. La respuesta ahora fue más descriptiva: “En mi colegio hay gente distinta, hay compañeros de diferentes religiones y nacionalidades”. Así, el grupo prestó atención a un concepto tan importante en la convivencia social y en el desarrollo socio afectivo, como es la importancia de la diversidad y cómo las diferencias enriquecen.

      Oaklander (2008) describe al grupo como “un mundo pequeño y aislado, donde se pueden experimentar el comportamiento actual y explorar nuevas conductas. Se manifiesta claramente el modo de ser del niño en el grupo y cómo ese comportamiento influye en los demás positiva o negativamente. El grupo se transforma en un laboratorio seguro para experimentar con nuevas conductas gracias al apoyo y orientación del terapeuta” (p. 183).

      A través de la transferencia es posible establecer vinculaciones afectivas de las cuales es necesario que el terapeuta esté consciente. Las terapias de corte psicoanalítico (Foulkes, 1975) analizan el fenómeno de la transferencia señalando que los miembros del grupo pueden tomar como figura de transferencia a los otros integrantes del grupo en vez del terapeuta. Se plantea que habitualmente se transfieren al terapeuta los sentimientos que se tienen frente a las figuras parentales, y que a los miembros del grupo pueden transferirse los sentimientos que se tienen hacia los hermanos. En nuestra experiencia también es posible ver que hay transferencia en los sentimientos que se tiene frente a los profesores o compañeros. Por ejemplo, los niños acosados pueden tener temor de sus compañeros.

      Agazarian y Peters (1981) también sostienen que en la terapia de grupo, las ideas y afectos previos no se vuelcan en la figura del terapeuta sino que en algunos integrantes del grupo.

      En nuestro modelo tenemos en cuenta el fenómeno de la transferencia en las intervenciones terapéuticas. Es frecuente que los niños transfieran sus modelos operativos en las interacciones, por ejemplo, que a los hijos únicos les sea más difícil esperar turnos, o a los hijos menores, asumir una actitud más autónoma. Los que en el sistema escolar presentan una actitud de “payaseo” tienden a replicarla en el grupo.

      Pavlovsky (1984) escribe que, de acuerdo a su experiencia, “idealmente” en todo tratamiento psicoterapéutico, ya sea de niños, púberes o adolescentes, debería incluirse una experiencia grupal. Esto es especialmente verdadero en niños que han sufrido algún tipo de experiencia traumática, como abuso sexual, maltrato o situaciones de duelos tempranos, o que padecen algún trastorno específico de tipo físico o psicológico (Fietz, 2002).

      Los conceptos que hacen referencia al modelo sistémico en psicoterapia están basados en la teoría general de sistemas, en la pragmática de la comunicación y en conceptos cibernéticos.

      La perspectiva sistémica tiene que ver con las conexiones. Los comportamientos de las personas se entienden no sólo en relación a sus características individuales sino también en relación a los contextos en que se desarrollan.

      La teoría general de sistemas, concebida por von Bertalanffy en la década de 1940, proporciona un marco teórico unificador tanto para las ciencias naturales como para las sociales. Se estudia el sistema como una unidad que posee una estructura y una organización. Se componen de subsistemas que tienen límites y funciones determinadas, y que interactúan en forma dinámica, se complementan y se modifican mutuamente. Hay jerarquías y relaciones de poder que pueden ser adaptativas o disfuncionales. Los distintos tipos de sistemas tienen rasgos específicos, pero lo que los organiza y caracteriza a todos es que en su funcionamiento se dan pautas repetitivas. Esto los hace predecibles (Minuchin, P., Colapinto y Minuchin, S, 1998).

      En los sistemas de relaciones humanas, la familia, los grupos sociales en general, el comportamiento de una persona va a afectar a las demás y al grupo en su totalidad, así como el funcionamiento del grupo va a afectar también a cada persona en particular. Los miembros de un sistema son interdependientes y la causalidad se considera un fenómeno circular.

      Otra característica relevante de los sistemas vivos es que no permanecen estáticos, inevitablemente pasan por ciclos de estabilidad y cambio. En los períodos de estabilidad el sistema funciona con pautas conocidas, las que se repiten sin mayores alteraciones y su funcionamiento es adaptativo. Así, las familias tienen formas de relacionarse y de organizar sus actividades que se repiten diariamente y los niños y los padres saben qué se espera de ellos. Sin embargo, con el desarrollo evolutivo o los eventos accidentales, los sistemas familiares y grupales deben poder crear formas alternativas de enfrentar las nuevas situaciones. Las pautas de relación se tienen que modificar, las antiguas ya no son funcionales, ya que no sirven para satisfacer las necesidades actuales. Cuando esto no ocurre las personas comienzan a presentar síntomas o conductas desadaptativas en sus relaciones interpersonales. Los cambios terapéuticos en los sistemas tienen que ver con la posibilidad de intervenir estas pautas y posibilitar otras más adaptativas.

      En el modelo sistémico, como hemos señalado, lo relevante lo constituyen las interacciones dentro de un determinado sistema y a su vez los sistemas están insertos en sistemas mayores los cuales también los afectan.

      La teoría de la comunicación humana desarrollada por Watzlawick, Beavin y Jackson (1971) nos permite analizar y comprender la conducta de las personas: toda conducta es concebida de manera relacional y representa una forma de comunicación.

      Los axiomas de la comunicación, propuestos por estos autores, encierran consecuencias interpersonales básicas y es necesario tenerlos en consideración cada vez que trabajamos con grupos. Así, cuando un niño dice: “El fin de semana no hice nada”, se le puede replicar: “Eso es imposible, uno siempre hace algo”, y preguntarle a los niños del grupo: “¿Qué puede haber hecho Pedro el fin de semana?”. O cuando jugamos al “monito mayor”, si un niño se inhibe y no hace un gesto orientado a que los otros lo copien, los terapeutas imitan la postura o la expresión del niño, incentivando a que los otros miembros del grupo lo puedan imitar.

      Al estar atentos a lo que los niños comunican relacionalmente cuando están contando una experiencia, o cuando se han peleado y cada uno puntúa el motivo de la discordia en un momento distinto del evento ocurrido, podemos ver cómo utilizan las formas digitales y analógicas para comunicarse, y cómo y cuándo se relacionan en forma simétrica o complementaria.

      Así, con el advenimiento del pensamiento sistémico se produce un cambio en la mirada del funcionamiento grupal. El grupo es visto como un sistema organizado compuesto de subsistemas. En el enfoque sistémico, como sostiene Agazarian (1989), la unidad básica del grupo no es ni la persona ni su rol sino que el subgrupo, que es donde deben centrarse las intervenciones para lograr el cambio.

      De este modo, el foco de la intervención terapéutica puede estar en la persona, en el subgrupo o en el grupo total, y el sistema mismo se entiende en relación a los principios que definen la estructura, la función y las dinámicas grupales y estos aspectos se consideran equivalentes. Por ejemplo, cuando los niños están teniendo conductas grupales disruptivas que dificultan el trabajo terapéutico, la intervención se centra en el grupo o subgrupo, sin apuntar a alguien en particular: “Les vamos a pedir que estén