Terapia de grupo en niños. Neva Milicic Müller. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Neva Milicic Müller
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425743
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así, trabajar en coterapia es la elección más favorecedora para liderar el grupo.

      El trabajo en coterapia nos parece especialmente significativo en este sentido, ya que facilita la acción terapéutica, que se enriquece por la percepción y el lenguaje de dos personas.

      La interacción entre los terapeutas es un factor que desempeña una función de modelo y en ese sentido tiene un rol educativo. Al presentarse los terapeutas como un sistema diádico que desarrolla una interacción, se enriquecen las posibilidades de intervención y la efectividad aumenta al fortalecerse la díada terapéutica. Trabajar en coterapia implica que los niveles de formación profesional son similares o complementarios; en parejas donde existe desigualdad de formación es necesario el reconocimiento y respeto por las potencialidades del terapeuta con menor formación.

      Para que realmente la coterapia sea efectiva, los terapeutas tienen que conocerse, valorar las habilidades propias y las del otro, conocer sus dificultades y las del otro; además, deben establecer una fuerte lealtad ya que en algunos momentos el grupo posiblemente desafiará esta unión. Tienen que poder compartir puntos de vista, enfrentar diferencias y brindarse apoyo (Díaz y Gazmuri, 1988). Es fundamental que ambos se valoren y respeten lo suficiente como para no frustrar la cooperación en una rivalidad encubierta.

      La coterapia es una modalidad de tratamiento compleja, ya que construir una relación positiva entre los coterapeutas es fundamental en el éxito de la psicoterapia. Esta relación se va construyendo en la experiencia y en la reflexión del trabajo que se realiza en conjunto.

      En la elección de la pareja terapéutica influyen naturalmente muchos factores. Algunos son conscientes, como preferir un compañero o compañera del mismo sexo o hacer una dupla heterosexual, preferir a alguien de un estilo similar o diferente, de edades similares o no. Pero la elección también ocurre a través de un inconsciente reconocimiento de características de personalidad del otro que complementan las propias. Whitaker (1991), terapeuta familiar que trabajó habitualmente en coterapia, señala que ninguna elección es enteramente libre: siempre va a depender de quién está disponible en ese momento y con quién uno se complementa y se identifica.

      En una investigación de Piper y otros en 1979, citada por David Rice, se clasificó a los coterapeutas en consistentes e inconsistentes, similares y disímiles, y se encontró que la coterapia entre terapeutas consistentes y disímiles fue la más exitosa en relación al tratamiento: los terapeutas se comunicaban más claramente los objetivos, asumían roles disímiles pero complementarios y establecían una relación poco competitiva. Rice agrega que “los mejores coterapeutas son aquellos que han tenido una variedad de experiencias terapéuticas y personales conjuntas, que conocen el back ground familiar, los conflictos, las modalidades de autovaloración y la sensibilidad del otro”.

      Para nosotras el criterio más importante en la elección de coterapeuta es que éste tiene que ser alguien en quien confiemos y con quien nos sintamos cómodas, tanto en la situación de terapia con los niños como también personalmente al intercambiar y compartir ideas, sentimientos y problemas a medida que éstos se van presentando en el proceso terapéutico. Estimamos además necesario que cuente con una formación teórica en relación a grupo, ciclo vital y psicoterapia.

      Hay muchos acuerdos que es necesario tomar. Desarrollar la capacidad de un diálogo honesto y abierto es primordial para ir resolviendo paso a paso las distintas situaciones que van apareciendo en el proceso grupal.

      Resumiendo, podríamos decir que en la construcción de una buena relación de coterapia se requiere:

      • confianza mutua,

      • reconocimiento y valoración de las diferencias,

      • responsabilidad compartida frente al grupo,

      • sentirse cómodo en el trabajo con el otro.

      Cada uno necesita darse y que el otro le dé “permiso” para ser sí mismo en las sesiones y sentirse cómodo y relajado con la actividad y/o con la pasividad del otro.

      Dos ven más que uno: cada terapeuta individualmente y en el contexto de la relación que establece con el otro, ve, escucha y es sensible de una manera particular a cada uno de los niños y niñas y a la dinámica grupal que ahí se da: la coterapia permite ampliar y enriquecer la visión del proceso desde dos perspectivas diferentes y a menudo complementarias. Si se cumplen estos requerimientos, la experiencia de trabajo conjunto va a significar para los terapeutas una sensación de validación, fortalecimiento mutuo y de crecimiento personal.

      Se ha señalado también que en esta situación se despliegan las características de comportamiento masculinas y femeninas. Aún cuando ambas terapeutas sean mujeres (u hombres) uno tenderá a ser más maternal y el otro más desafiante, y esto puede ser útil como modelo para los niños. Cabría señalar que lo ideal es que esto no se distribuya como una pauta rígida, sino que más bien se puedan ir intercambiando estas funciones, necesarias ambas para el buen funcionamiento del grupo y así como para el cuidado y educación de los niños en general.

      Otra ventaja de la coterapia es la posibilidad de dividir el trabajo. Danya Glaser y Stephen Frosh (1997) señalan que la experiencia de trabajo con niños demuestra que es importante trabajar con dos líderes de grupo. Mencionan dos aspectos centrales que justifica la presencia de dos profesionales a cargo de cada grupo:

      • Se posibilita una percepción más amplia de los avances y necesidades tanto individuales como grupales, “garantizando una retroalimentación mutua y enriquecedora”.

      • Es necesario en caso de tener que atender situaciones de crisis y poder continuar con la actividad grupal del momento. En los grupos de niños, esta es una situación que se da con alguna frecuencia y en este sentido la presencia de los dos terapeutas constituye un requisito indispensable.

      En nuestra experiencia ha sido imprescindible trabajar dos terapeutas en conjunto las diversas situaciones que se presentan. Hay dinámicas de grupo que requieren que una terapeuta salga del grupo con un niño para conversar fuera con él respecto a su comportamiento o porque un niño se siente mal y hay que acompañarlo fuera del grupo (en caso que ninguno de los padres esté presente). También en los períodos intermedios del grupo, especialmente si hay varios niños disruptivos, la división en pequeños grupos, cada uno con una terapeuta, es una estrategia necesaria.

      Cuando por alguna razón una terapeuta no puede asistir, invitamos a otra persona a acompañarnos; ésta puede ser otra psicóloga, o también otra persona que aporte al grupo una actividad específica: artística, de teatro o lúdica diferente, que consideremos un aporte a ese grupo de niños. Para esto contamos de antemano con algunas personas conocidas con las cuales conversamos y planeamos la sesión con anterioridad.

      El tema del liderazgo es siempre un punto relevante cuando se trabaja de a dos; las expectativas en relación al liderazgo dependen en parte de la postura que cada terapeuta tiene frente a la polaridad pasividad-actividad y también al significado y necesidad de control.

      Para que la conducción del grupo sea exitosa se conversa al inicio lo que cada uno espera para sí y del otro en este aspecto, si las diferencias en relación al liderazgo no han sido abordadas puede surgir una situación de competencia por quién es el líder en la terapia: el más activo, el más atento, el más inteligente, el mejor terapeuta. Los problemas de rivalidad generalmente limitan y reducen la espontaneidad y aumentan el nivel de ansiedad de los terapeutas, lo que se traspasa al grupo.

      También puede ocurrir que si hay una fuerte tendencia a evitar los riesgos de la competencia ambos terapeutas pueden fusionarse y actuar “como si fueran uno”, dificultándose una relación de mayor diferenciación, con lo cual la acción terapéutica se empobrece.

      En una relación de coterapia bien establecida las funciones de liderazgo se comparten, son complementarias y son mutuamente validadas. El otro es percibido como un aporte real y el trabajar juntos es percibido como una experiencia nutritiva y altamente valorada.

      Como ya hemos señalado, la terapia de grupo con niños es una actividad bastante compleja