Las técnicas de la terapia grupal de orientación sistémica se describen en el capítulo de intervenciones terapéuticas, ya que ésta es la orientación básica que sustenta el trabajo grupal que realizamos las autoras de este libro.
LA PERSONA DEL TERAPEUTA, COTERAPIA Y SUPERVISIÓN
Un factor común a los modelos aquí descritos y a los tipos de intervención en psicoterapia es el hecho que la psicoterapia es conducida por personas. Así, dicho de otro modo, en todo trabajo terapéutico hay una dimensión personal. Sin embargo, como lo señalara hace ya un tiempo Aponte, destacado terapeuta familiar, frecuentemente pasamos por alto este hecho (Aponte, H., 1985).
Este autor sostiene que la energía y la dirección del proceso en la terapia, deriva en forma significativa de los aspectos personales de la relación terapeuta-paciente. Este proceso personal puede ser un factor de convergencia en el proceso terapéutico. Cuando lo personal es congruente con lo profesional,ello constituye uno de los aspectos más curativos.
En su trabajo profesional el terapeuta utiliza sus conocimientos teóricos, sus capacidades y competencia personales así como su experiencia de vida. La forma en que establece los vínculos con las personas que acuden a psicoterapia, buscando cambiar aspectos de su vida que entorpecen el desarrollo de relaciones sanas con los otros, está influida por estos diversos aspectos. Dentro de la dimensión personal del terapeuta se incluyen sus creencias y orientaciones valóricas, éstas son de la mayor relevancia; ninguna intervención terapéutica está ajena a los valores sociales del contexto y a los del terapeuta.
Partiendo de estos supuestos, la mayoría de los modelos terapéuticos señalan la necesidad de un trabajo personal en la preparación profesional de los terapeutas. Es necesaria la integración personal para que las experiencias propias de vida y las características personales del terapeuta se constituyan en instrumentos útiles en la psicoterapia. Aponte (1988) señala que todo terapeuta debe tener un programa de formación que lo ayude a enfrentar sus conflictos y a liberarlo de sus problemas y sus núcleos patológicos. Al sentirse el terapeuta más integrado, tendrá más posibilidades de intervenir con un mayor grado de libertad, introspección y creatividad en la vida de sus pacientes. Esto supone haber mirado y resuelto medianamente los conflictos de la propia infancia, de la relación con los padres y los hermanos, de la experiencia escolar, de la relación con los compañeros y los amigos y amigas, y con las competencias académicas. Supone haber desarrollado una narrativa más positiva que negativa de estas experiencias y haber re-elaborado las situaciones dolorosas que puede haber sufrido en su infancia.
En el plano emocional se espera que el terapeuta (re)conozca sus sentimientos y emociones en relación a las diversas características de los niños, hacia determinadas conductas, relatos, estilos de relacionarse. Cada uno de nosotros tiene áreas de simpatía y de tolerancia o de antipatía e intolerancia.Por ejemplo, a una terapeuta puede molestarle mucho que un niño se distraiga y para otro esto no tiene mayor importancia.
Como terapeutas constantemente estamos resonando con las experiencias de los niños; sus conductas y relatos evocan emociones, sentimientos, creencias que nos conectan con nuestras propias experiencias y pueden orientarnos muy positivamente si estamos atentos a nuestras reacciones y podemos diferenciar lo que nos ha pasado a nosotros y lo que ahí está pasando ahora en el grupo con esos niños. A través de lo que el terapeuta siente, puede haber una oportunidad para explicitar sus sentimientos y abrir la conversación hacia lo que les pasa a los niños. Por ejemplo, reconocer en un momento dado que algo que dijo un niño nos entristece, puede indicarnos que hablar de la tristeza en el grupo puede ser un buen camino en ese momento.
Es especialmente importante estar atentos a cuando algo nos da rabia, cuando surgen sentimientos de impotencia o cuando nos sentimos aburridos.
Es necesario que el terapeuta desarrolle y utilice su sensibilidad, la paciencia, la capacidad de aceptación. Para trabajar con grupos de niños los terapeutas tienen que desarrollar la tolerancia y sentirse bien con la bulla y un rango razonable de desorden.
Tal vez en el plano emocional algo que es imprescindible para trabajar con niños en terapia de grupo es disfrutar del contacto con ellos, de las actividades lúdicas y de la conversación con ellos en cada etapa de su desarrollo.
En el plano pragmático es importante que los terapeutas de grupo tengan a la mano una cantidad de maneras de intervenir con “espíritu práctico”, organizando juegos y actividades apropiadas a las edades de los niños.
Junto a lo anterior, la formación teórica, la adquisición de modelos teóricos y marcos de referencia conceptuales son indispensables para guiar un proceso terapéutico. Esta orientación psicoterapéutica servirá como marco de referencia en la mirada, en la comprensión de los procesos que allí se despliegan y en las intervenciones que se hacen.
En el trabajo de grupo con niños nos parece indispensable tener una formación teórica tanto de las características del desarrollo infantil normal como del tipo de dificultades que los niños presentan en las distintas etapas de su desarrollo evolutivo. Asimismo es necesario un conocimiento de las características de las etapas de desarrollo de una familia, y de lo que implican los cambios evolutivos y no evolutivos para sus miembros en las diferentes edades que les toca vivir.
Otro aspecto esencial es tener una formación clínica infantil que permita comprender las dificultades de los niños y los mecanismos que utilizan para relacionarse. Asimismo es necesario un conocimiento de las características del período evolutivo de los niños con que se está trabajando y de su familia.
Otra área relevante en la que los terapeutas de grupo de niños tienen que tener una buena formación es en el funcionamiento de los grupos y en especial de las características de la terapia de grupo.
En relación a las habilidades cognitivas del terapeuta, un aspecto importante a desarrollar es la capacidad narrativa, poder contar historias, capacidad de fabular y de inventar, de crear historias reparadoras. Una intervención terapéutica muy potente es devolver a los niños una nueva narrativa, más positiva, desde otra mirada, cuando ellos cuentan experiencias difíciles.
Haciendo un listado de las cualidades deseables en un terapeuta que trabaje en grupo con niños podemos destacar:
• Creencias positivas acerca de la infancia
• Experiencia en terapia individual
• Responsabilidad
• Flexibilidad
• Humor
• Integridad
• Capacidad de poner límites
• Conciencia de las propias limitaciones
• Creatividad
• Capacidad de aceptación
• Respeto y tolerancia
Coterapia
Como ya hemos señalado, la psicoterapia de grupo es una forma especial de intervención terapéutica. La mayor complejidad que implica la situación de varias personas interactuando entre sí y con los terapeutas, habitualmente requiere de más de un terapeuta trabajando directamente en el grupo. Esta es una buena manera de disminuir los riesgos de los sesgos personales, de ampliar los conocimientos teóricos y sumar las competencias específicas de los terapeutas.
En nuestro modelo, el grupo es conducido siempre por dos terapeutas. Coterapia es la utilización simultánea de dos terapeutas trabajando juntos en sesión con el grupo, donde ambos comparten la responsabilidad frente a cada uno