Terapia de grupo en niños. Neva Milicic Müller. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Neva Milicic Müller
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425743
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Pensamiento consecuencial: Habilidad para anticipar las consecuencias de la propia conducta

      • Rol Taking: Habilidad para tomar la perspectiva del otro, captando sus atributos, reconociendo sus necesidades, comprendiendo sus intenciones y considerando su punto de vista. Las dramatizaciones y cuentos son especialmente útiles para el trabajo de rol taking.

      La terapia racional emotiva se enmarca dentro de los aportes de la corriente cognitivo-conductual y fue desarrollada en 1962 por el psicólogo estadounidense Albert Ellis. La teoría a la base de la terapia racional emotiva postula que las emociones y la conducta posterior están causadas por los pensamientos o el lenguaje privado de una persona. Así, si se busca cambiar la conducta de un niño, según la teoría racional emotiva, habría que modificar las cogniciones que la sustentan.

      Para la teoría racional emotiva, la mayoría de los problemas psicológicos pueden ser entendidos desde la presencia de pensamientos, creencias o cogniciones desadaptativos o irracionales. Así, el concepto de “creencias” es fundamental para el cambio. Ellis (1962) defendió que los individuos pueden rebatir y cambiar cualquier creencia.

      El supuesto que fundamenta el modelo de terapia racional-emotiva es conocido como ABC. El modelo ABC recibe su nombre por las iniciales de sus componentes en idioma inglés: Activating event, Belief and Consequences, es decir, acontecimiento activante, creencia y consecuencia. Este modelo plantea que un acontecimiento o suceso (A), real y externo, gatilla por respuesta en el sujeto una creencia o valoración (B) de dicho evento. La consecuencia (C) emocional o conductual del sujeto dependerá de esta creencia. En otras palabras, el modelo ABC da cuenta de que las consecuencias no se deben a los eventos en sí, sino que a la interpretación que las personas hacemos de dichos eventos (Olivares y Méndez, 2001).

      Algunos conceptos destacados, en el contexto de la terapia racional emotiva, son los de modelado, reducción gradual del estímulo verbal, y refuerzo. Meichenbaum y Goodman (1971) aplicaron estos principios al trabajo con niños, a través de tres etapas.

      En la primera etapa, un modelo va expresando auto-afirmaciones mientras adopta la conducta requerida. Por ejemplo, “ahora voy a ponerme a estudiar”, “no puedo seguir jugando porque no voy a alcanzar a hacer la tarea”, “primero voy a hacer la tarea, y así después juego tranquilo”. La segunda etapa consiste en que el niño guíe su propia conducta a través de auto-afirmaciones en voz alta, tal como lo hizo el modelo. Mientras el niño adopta la conducta esperada, va diciéndose a sí mismo, en voz alta, qué quiere hacer y cómo lo podría conseguir. A medida que va practicando, el niño, gradualmente, deja de necesitar el estímulo verbal. Así, en la tercera y última etapa, el niño adopta la conducta propuesta, sin la necesidad de expresar auto-afirmaciones en voz alta.

      En el marco de la terapia conductual racional emotiva, la aplicación de este modelo al trabajo con grupos de niños y adolescentes es una alternativa (Ellis, 2000). Las razones que justifican la inclusión de los niños y adolescentes en grupos son las siguientes:

      • En la terapia individual la confrontación con las creencias irracionales la realiza sólo el terapeuta, en tanto que en los grupos de terapia, los otros miembros, ayudan a lograr una confrontación activa y más fuerte.

      • En la terapia grupal los miembros tienen más oportunidad de descubrir las ideas irracionales en otras personas.

      • Los miembros suelen dar mejores y más tareas a los restantes miembros del grupo que lo que sucede en terapia individual.

      • Los miembros del grupo hacen mejor las tareas asignadas que en terapia individual, porque deben referirse al grupo.

      • En los ejercicios, pueden ejecutar y expresar sus sentimientos y recibir la retroalimentación del terapeuta y de los otros miembros del grupo.

      • La retroalimentación y las interacciones ayudan a los niños a ser más efectivos en el grupo.

      • En la medida que el grupo es una situación social, muchos problemas se pueden evaluar y trabajar mejor que en un contexto individual.

      A continuación se presentan ciertas técnicas de la terapia racional emotiva, descritas por Ellis (2000), que con modificaciones adecuadas a las etapas del desarrollo de los niños se pueden aplicar en distintos momentos de la terapia grupal:

      • Confrontación activa: se les enseña el ABC de la terapia conductual racional emotiva, a localizar sus “debes y sus deberías”, así como a no hacer afirmaciones catastróficas. A manejar su autocrítica, las sobre generalizaciones y las atribuciones disfuncionales, recibiendo ejercitación en la confrontación de la irracionalidad propia y ajena.

      • Autoafirmaciones: sustituir las creencias irracionales por autoafirmaciones basadas en hechos y que sean motivadoras. Por ejemplo: “Puedo tener éxito”. “No tengo por qué ser perfecto”. “No tengo por qué ser en todo el número 1”.

      • Buscar referentes: consiste en hacer un listado de las desventajas de algunas de sus actividades y un listado de las ventajas de modificar sus conductas disfuncionales.

      • Modelado: se les anima a reproducir o imitar la conducta de miembros sanos del grupo o de buenos modelos familiares o de amigos.

      • Tareas cognitivas: observar algunas adversidades, activar las creencias irracionales, confrontarlas y llegar a una filosofía efectiva. Lo pueden hacer mentalmente o a través de materiales de autoayuda.

      • Técnicas psicoeducativas: libros de ejercicios o materiales de autoayuda.

      • Proselitizar: se les sugiere ayudar a otros con problemas personales a superar sus ideas irracionales.

      • Grabaciones: registro audiovisual o auditivo de las sesiones terapéuticas, con el fin que lo puedan escuchar en la semana.

      • Reencuadre: se les enseña a mirar las adversidades, ver qué podrían tener de ventajosas y a preocuparse serenamente en lugar de sentir pánico.

      La terapia gestalt, desarrollada por Fritz Perls, es una terapia experiencial-existencial que enfatiza el aquí y ahora de la existencia, las relaciones y el aprendizaje experiencial. Con la terapia gestalt, las personas aumentan sus grados de intuición tanto emocional como intelectual, y las intervenciones terapéuticas se centran en la experiencia emocional, incorporando los aspectos creativos y de conciencia corporal (Greve en Kaplan y Sadock, 1996).

      Gestalt es una palabra proveniente del alemán. Hay autores que plantean que no existe un equivalente exacto en otras lenguas y esto ha hecho que en su denominación se conserve la palabra original. Desde una mirada experiencial, “una gestalt es un fenómeno irreductible. Es una esencia que está ahí presente y que desaparece si se desmenuza el entero en sus componentes” (Perls, 1975, p. 61). En la revisión que Huneeus (1978) realiza sobre el concepto de gestalt, la define como “un todo estructurado compuesto de partes diferentes que derivan sus propiedades de la posición y de la función que tienen respecto a su totalidad” (p. 287).

      Muchas de las experiencias terapéuticas que utilizan todos los terapeutas de grupos infantiles, incluido nuestro modelo, están basadas en el enfoque gestáltico. En términos generales, el propósito de esta terapia es ayudar al niño o al adulto a convertirse en un todo, es decir, a completar su gestalt. Para Oaklander (2008), cuya terapia está basada fundamentalmente en la teoría de la gestalt, el convertirse en un todo significa que el niño haga uso pleno y gozoso de sus sentidos, su cuerpo, su intelecto y la expresión de sus emociones.

      Según esta autora, las razones por las que los niños van a terapia serían dos: la primera, la incapacidad de mantener un buen contacto, de no estar completamente presentes en la situación, utilizando todos los sentidos. La segunda razón sería un bloqueo de la propia experiencia emocional y sensorial. De algún modo, ello les provoca una desconexión de sus necesidades y de los recursos del entorno para satisfacerlas.

      Peter