Terapia de grupo en niños. Neva Milicic Müller. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Neva Milicic Müller
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561425743
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todo por factores culturales y sociales. Así, nuestros recuerdos dependen tanto de las reacciones de otros significativos como de las historias que nuestro entorno compone con eso que nos pasó. En palabras de Cyrulnik (2009), “los cimientos de nuestras autobiografías están compuestos por lo que hemos extraído de nuestro contexto: nuestro mundo íntimo está poblado por los otros” (p. 181).

      Si bien no se enmarca en la teoría narrativa, Milton Erickson (en Rosen, 1986) solía relatar historias y utilizar cuentos didácticos en su terapia, operando dentro de la metáfora a fin de producir un cambio. “Y quiero que elijas un momento del pasado en que tú eras una niña muy, muy pequeña. Y mi voz irá contigo. Y mi voz se convertirá en la voz de tus padres, tus vecinos, tus amigos, tus compañeros de escuela, tus compañeros de juegos, tus maestras” (p. 24). En su mayoría, los cuentos apuntaban en la dirección del crecimiento y la apertura personal, lo cual podría asimilarse a la ampliación del relato y a la búsqueda de recursos que se encuentran ocultos tras el relato dominante.

      En el marco de la teoría narrativa, los relatos dominantes de la cultura –familia, género y poder– son el contexto en el que escribimos nuestra vida. Así, desde la terapia narrativa se asume que los factores sociales, políticos y culturales afectan las vidas de las personas. Por ende, la prioridad es responder de manera sensible a la persona, evitando imponerle una secuencia predeterminada de acciones. El terapeuta comienza invitando a la persona a hablar de sus problemas y la escucha con interés. Con frecuencia, cuando las personas llegan a terapia, las primeras historias están cargadas o saturadas de frustración, angustia, desesperación y dolor, con poco o ningún asomo de esperanza. En el presente modelo, el terapeuta acepta y se toma en serio esta descripción; pero, al mismo tiempo, asume que es sólo su versión de los hechos. La metáfora narrativa cuestiona las certezas, alienta a una conducta reflexiva y no es totalizante. El rol del terapeuta es precisamente ayudar al paciente a reconstruir su narrativa, a través de la generación o creación de narrativas alternativas.

      A continuación se presentan ciertas prácticas de la terapia narrativa, extraídas de Payne (2003), que con modificaciones adecuadas a las etapas del desarrollo de los niños se aplican en distintos momentos de la terapia grupal:

      • Favorecer un relato más completo: Utilizar preguntas detalladas y concretas para demostrar interés por toda la gama de efectos del problema. Se busca ampliar la mirada, privilegiando aspectos desatendidos de la experiencia, mostrando curiosidad por las vinculaciones y promoviendo la imaginación de acontecimientos futuros. Alentar a los niños a través de preguntas abiertas como “cuéntame un poco más, expláyate, cómo ves el futuro, qué crees tú que explica lo que te pasó”.

      • Preguntas de influencia relativa: Apuntan a dos tipos de descripción. Por un lado, la influencia que el problema ha tenido y tiene en la vida de la persona. Por otro, la influencia que la persona ha tenido y tiene en la vida del problema. Inducir la autorreflexión de los niños en el análisis de sus dificultades los ayuda a lograr percibir el peso relativo que éstas tienen en su vida.

      • Invitar a la persona a nombrar el problema: Ponerle un nombre específico al problema, quizás una palabra o una frase corta, permite recuperar un poco de control. Bautizar el problema añade énfasis y concreción a la vez que permite imponer sobre algo o alguien amenazante una identificación elegida conscientemente. Por ejemplo: “Tengo que aprender a mandar mis miedos”. En el trabajo con los niños, es importante que esta narrativa sea planteada desde una lógica positiva, visualizando en forma de aprendizaje guiado lo que tienen que lograr.

      • Externalizar el problema: Significa mantener la actitud de que las dificultades son algo que afecta a la persona, no algo que forma parte de ella. Por ejemplo: “Tú eres un niño que está teniendo malas notas no eres un niño tonto”.

      • Lenguaje metafórico: Todo lenguaje es metafórico en la medida que las unidades habladas o escritas simbolizan sus referentes sin que éstos estén presentes. Por esto, se dice que el lenguaje “crea” la realidad y, de ahí la importancia de cómo se emplee. Por ejemplo: “Parece que la soledad te ha acompañado la mayor parte de tu vida”, en vez de “siempre has sido una persona solitaria”. No todos los autores de la narrativa utilizan el lenguaje metafórico.

      • Deconstrucción de desenlaces inesperados: Una vez que el niño o adolescente ha mencionado aspectos de su experiencia que permiten negar, contradecir o modificar su relato del problema, el terapeuta, por medio de preguntas, lo invita a explayarse y considerar la medida en que desentonan con la propia narrativa. Se trata de ampliar el relato y descubrir aquellos acontecimientos extraordinarios que contradigan el relato dominante y permitan romper la coherencia. Esta intervención favorece que la descripción alternativa se fortalezca en lugar de disolverse. Permite que la persona contemple su experiencia con mayor perspectiva, escribe una historia más rica y sienta las bases del cambio futuro.

      • Uso de documentos terapéuticos: El terapeuta puede emplear documentos escritos, ya sea de su propia autoría o de la persona que consulta. Estos se utilizan para resumir los descubrimientos de la persona y consolidar el progreso; la palabra escrita es más permanente que la hablada. En este sentido, la completación de frases hechas por el niño, la escritura de cartas a sí mismos o a otros, en los más adolescentes, pueden ser un buen ejemplo de documentos terapéuticos a utilizar.

      Como se detallará más adelante, las narrativas que los niños construyen de sus propias vidas, se consolidan en su autoconcepto, definido como la percepción que las personas tienen de sí mismos, y son significativas en la valoración de éste.

      Construir una narrativa personal es una tarea esencial en la definición de la identidad. A través de la técnica de relatos de vida se ha ido valorizando cada vez más la importancia de los relatos que las personas hacen de sí mismos, de sus eventos de vida, en síntesis, lo que constituye la memoria autobiográfica y cómo se relaciona con sus recuerdos. Ello constituye un mecanismo para entender cómo actúan las personas.

      La narrativa se hace parte del diálogo interno, se construye en la interacción social. Cuando en un grupo se relata al otro algo que ha sucedido y el otro hace preguntas o acota algún comentario, va dándole un significado nuevo a su experiencia vital.

      En los grupos de niños, en este encuentro con otros, de los que poco o nada se sabe, los participantes empiezan gradualmente un proceso de autoexposición, que parte de manera que sea poco amenazadora −como cuando en el juego del periodista van entregando algunos datos acerca de sí mismos−, que continúa con el compartir los buenos recuerdos y en que, poco a poco, en el proceso terapéutico van entrando a terrenos más complejos, de sus experiencias difíciles o de la relación con su contexto familiar y escolar.

      En esta reconstrucción de significado, que son las historias de otros, los niños van incorporando elementos que les ayudan a dar sentido a la propia experiencia y van desarrollando un lenguaje emocional que les permite compartir la propia.

      Las intervenciones terapéuticas orientadas a ampliar las experiencias posibles, cambiar el relato dominante aportando hechos de los acontecimientos extraordinarios, de modo que permita alentar un cambio positivo, pueden ayudar poderosamente a que el niño les dé sentido y los integre a sus experiencias y así pueda darle una unidad a su proceso de convertirse en quien realmente es. Darle una unidad de sentido a sus experiencias vitales, por cierto en un nivel acorde a su etapa de desarrollo, lo preparará para vivir una existencia con sentido.

      La experiencia grupal es, así, un espacio en que los niños reflexionan sobre sus vivencias en un contexto en que los terapeutas y los otros niños dan contención emocional y ayudan a encontrar significado de lo que los niños tienen archivado en su memoria autobiográfica. Además, les abre puertas para escuchar su voz interior al momento de construir su identidad.

      Hay algunos aspectos que inciden en que la terapia de grupo sea eficaz: los grupos constituyen un hábitat natural y confortable para la mayoría de los niños. Estos últimos expresan y comunican sus niveles de ansiedad de manera más motora que verbal y el ambiente del grupo está diseñado para que esto