Las arañas cantan cuando tejen. Fernando Basurto Reyes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fernando Basurto Reyes
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9789569946547
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una con dos ventajas: un poco más de lana y patas poco más cortas (no salta el corral). De los hijos de esta oveja no todos nacerán con dichas ventajas, pues también hay variación: algunos nacerán con patas cortas y más lana y algunos nacerán normales.

      El ganadero descartará a los normales y separará a los que han vuelto a nacer con patas poco más cortas y un poco más de lana, los cuales se volverán a cruzar para repetir el proceso e ir produciendo poco a poco más ovejas con las características deseadas, hasta que con el paso de los años, el ganadero tiene una raza nueva: ovejas con patas definitivamente cortas que no brincan el corral y mucha lana.

      Sucede lo mismo con los agricultores:

      Pero no cabe duda de que la frutilla siempre ha variado desde que fue cultivada, con la diferencia de que las variaciones mínimas habían pasado inadvertidas. Tan pronto como los horticultores eligieron ejemplares ligeramente más grandes, más precoces o mejores, y plantaron sus semillas, de las que nuevamente eligieron los mejores productos (…), fueron cultivadas esas numerosas y agradables variedades de frutillas que aparecieron durante el último medio siglo (Darwin, El origen de las especies).

      Darwin explica que la pera silvestre era muy pequeña y más simple: con la variación, la selección y el transcurso del tiempo, tenemos las peras actuales (grandes y jugosas).

      

      Estos son ejemplos de evolución, no por “selección natural”, sino por selección artificial. En el transcurso de unas pocas generaciones, Darwin describe cómo se han creado razas nuevas de ovejas, de perros o de caballos, que alcanzan elevados precios en el mercado por su pedigrí.

      El profesor Hilton Briggs, en su libro sobre animales domésticos, nos cuenta la historia de las ovejas de la raza Shropshire, originarias del condado con el mismo nombre de Inglaterra. Esta se creó mediante la fusión de varias razas de ganado ovino. El proceso de cruzamiento fue seguido por una selección cuidadosa de los caracteres deseados, y después de muchos años la raza comenzó a tomar forma.

      Las características principales de la Shropshire es que carece de lana alrededor de los ojos, su cara es de color castaño oscuro o negro apagado, es un productor de carne (los machos llegan a pesar hasta 100 kilos), son de alzada baja (patas cortas) y gozan de una reputación excelente como productoras de lana. El profesor Briggs también explica que la selección practicada durante generaciones suele fijar ciertas características que posteriormente se transmiten a las generaciones sucesivas.

      El libro Larousse del caballo presenta la familia de ponis conocida como Falabella, de un ganadero llamado Julio Falabella, quien produjo esta raza de caballos enanos. En su rancho, cerca de Buenos Aires, Don Julio vio nacer un día a un purasangre de talla bastante modesta; decidió cruzarlo con ponis hembras de la raza Shetland, y después de un tiempo logró fijar la raza de compañía que ahora lleva su nombre. Este poni pigmeo mide entre 70 y 77 centímetros.

      Por lo tanto, los animales domésticos sufren transformaciones, evolucionan por la mano del hombre (selección artificial): pueden cambiar en unas pocas decenas de años. Las razas, si no se mezclan, con el paso del tiempo terminarían por transformarse en especies diferentes.

      Pero ¿qué pasa en la naturaleza? ¿También hay variaciones? Desde luego que no existe la selección artificial; ¿hay algo que se pueda llamar selección natural que provoque cambios evolutivos en los animales?

      Si recordamos Lamarck afirmaba que la jirafa se esforzaba por alcanzar las hojas más altas de los árboles, que el “esfuerzo” producía cuellos y patas prolongados, y que sus hijos heredarían estos cambios: herencia de caracteres adquiridos (por esfuerzo).

      La jirafa no fue siempre alta. Darwin explica que la pequeña jirafa primitiva, como todos los seres vivos, presentaba variaciones. Unas tenían que haber sido ligeramente más bajas que el promedio y otras ligeramente más altas, las cuales podían comer de la parte más alta de los árboles (con Darwin, los ejemplares son pasivos: tienen la modificación o no la tienen). Durante la época de escasez, aunque solo alcanzaran unos pocos centímetros más que las otras, las de mayor estatura tendrían más posibilidades de sobrevivir, ya que todos los miembros del grupo estarían buscando el mismo tipo de alimento.

      Estos ejemplares, ligeramente más altos y que sobreviven a la crisis cuando el alimento es escaso, se aparean entre ellos y dejan descendientes en los que la mayoría hereda esa variación, mientras otros miembros del grupo menos favorecidos en estatura están más expuestos a morir. Darwin llamó a este proceso selección natural; además, aclaró: el medio ambiente no crea la variabilidad, sólo selecciona.

      En este caso, no fue un ganadero el que seleccionó a las jirafas un poco más altas para vivir y reproducirse, fue la escasez de alimento. El motor que activa la selección natural es la presión que ejerce el medio ambiente sobre los seres vivos, y que se manifiesta de muchas maneras: escasez de alimento, cambios en el clima, aparición de nuevas enfermedades o la repentina llegada de carnívoros hambrientos. Por lo tanto, la selección natural favorece algunas características en detrimento de otras.

      Por lo tanto, en la naturaleza también hay variación: el color de la piel, el peso y la longitud del cuerpo, son tres características en las que siempre hay variaciones en una población grande, ya sean pingüinos, lobos, ratones o ballenas. Los hijos se parecen a sus padres y se parecen entre ellos –pero nunca son iguales–.

      Además de los cambios físicos (tamaño, color, forma) también ocurren otros que no se pueden observar a simple vista: variación en el comportamiento o movimientos musculares (corre más rápido, salta más alto, puede buscar alimento por la noche), o variación bioquímica (es capaz de digerir otros alimentos, es resistente a ciertas enfermedades).

      Pero el que un cambio sea bueno, depende de dos factores: la competencia y la presión del ambiente. En la naturaleza las condiciones son muy difíciles y todos los organismos tienen que competir para lograr un desarrollo completo: sobrevivir durante la tierna infancia, crecer, madurar y reproducirse. Primero compiten con los de su misma especie, luego compiten con especies afines tanto por el alimento, como por el refugio, el agua, etc.

      Esos pequeños cambios se van acumulando, y al cabo de muchos cientos o miles de años se crean especies diferentes: la evolución por selección natural está en marcha. Sin variación y sin presiones del entorno no hay evolución por selección natural.

      El biólogo Stephen Jay Gould (1941 – 2002) lo resume de esta manera. Los organismos tienen que competir con los de la misma especie y con los de especies afines, sobre todo en épocas difíciles cuando hay escasez de alimentos, cuando cambia el clima o cuando aparecen nuevos depredadores. Los supervivientes serán aquellos cuyas variaciones los adapten mejor a un entorno local cambiante. Dado que pasan esas variaciones a su descendencia, la población cambia, y eso es la evolución por selección natural.

      Las presiones en el entorno no necesitaban explicación, pues los cambios en el clima no responde a fenómenos biológicos sino meteorológicos; pero la variación sí es un fenómeno biológico que sin duda alguna le quitó el sueño al pobre Darwin pues fue incapaz de explicar cómo funciona, por qué ocurre y cómo se hereda. Los científicos tuvieron que esperar hasta el siglo 20 para conocer de la mano de la genética todos los detalles sobre la variación y la herencia en los seres vivos.

      De cualquier forma, Darwin fue muy cuidadoso pues pasó muchos años recogiendo evidencias que respaldaran su teoría. Entre 1842 y 1844 sus ideas estaban plenamente desarrolladas, pero siguió analizando y recolectando datos. Sin embargo, a pesar de que sus amigos lo presionaban para que publicara el libro con su teoría de la evolución, por alguna razón desconocida, nos explica Richard Leakey: decidió guardar en lo más profundo de su archivo la teoría biológica más revolucionaria de todos los tiempos.

      Repentinamente, otro naturalista inglés, Alfred Rusell Wallace (1823 – 1913), le mandó al mismo Darwin una copia de un artículo científico, pidiéndole