Las arañas cantan cuando tejen. Fernando Basurto Reyes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fernando Basurto Reyes
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9789569946547
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esta forma, tanto Lineo como Lamarck y todos los que se dedicaron a la clasificación, encontraron que resultaba imposible evitar la idea de la evolución de las especies a partir de antepasados comunes. Y si a esto le agregamos que todos (plantas, animales, hongos, bacterias y bichos raros) tenemos las mismas moléculas de la herencia (ADN y ARN), que las usamos a través del mismo código genético que funciona igual para todos, y que nos heredó LUCA; lo fascinante de esta historia es que todos los seres vivos somos una misma familia.

      También entre los seres humanos hay ejemplos de evolución. Algunos grupos humanos han adquirido características que favorecen su adaptación a condiciones extremas. Los inuit, también conocidos como esquimales, han desarrollado adaptaciones al frío como el tórax en forma de barril (el cuerpo bajo y grueso retiene mejor el calor que el alto y esbelto); por el contrario, grupos africanos como los pueblos san del sur de África o los hadzabe de Etiopía, son altos y delgados como adaptación al calor.

      Los habitantes del Himalaya que viven a más de 3 mil metros de altura han desarrollado adaptaciones en sus glóbulos rojos que les permiten respirar en lugares altos con poco oxígeno. Son adaptaciones vinculadas a diferentes ambientes.

      Pero no debemos adelantarnos a las cuestiones genéticas: si recordamos, Darwin murió sin saber cuál era la fuente de la variabilidad y cómo se transmitía la herencia.

      Poco después de la aparición de El origen de las especies (1859), un monje agustino católico publicó un artículo con los resultados de unos experimentos muy originales con plantas de chícharos o guisantes. Corría el año 1865 y el monje se llamaba Gregor Johann Mendel (1822 – 1884). Todo parece indicar que Darwin murió sin conocer los trabajos de Mendel. Si acaso tuvo en su escritorio el artículo del monje (como algunos autores afirman) no lo leyó o no comprendió que hablaba sobre la gran laguna que tenía su teoría: la herencia.

      Mendel diseñó muy bien sus experimentos y escogió la mejor planta que tenía a su alcance. La flor de la planta de chícharo está cerrada y por lo tanto se auto poliniza. Esto quiere decir que se reproduce fecundándose a sí misma, asegurando que los descendientes conservan las mismas características (color de las flores, color y forma de las semillas, tamaño del tallo, etc.). Mendel buscaba conocer la herencia: cómo se transmiten esas características de padres a hijos de una generación a otra.

      

      ¿Por qué Mendel no usó la forma de la hoja de chícharo para su estudio? Simplemente porque hay toda una gama completa de formas y tamaños diferentes de hoja en la misma planta, difíciles de clasificar, de reconocer y de estudiar. En cambio, usó el color de la flor ya que sólo hay dos: roja o blanca; o la forma de la semilla que también sólo tiene dos: lisa o rugosa. Ese fue el gran acierto de Mendel al escoger la planta de chícharo para estudiar la herencia.

      Para simplificar el análisis, Mendel al principio se fijó en una sola característica: comenzó con el color de la flor. Las plantas con flores rojas se auto polinizan y dan lugar a plantas hijas con flores rojas (Mendel las llamó razas puras). Tanto la parte masculina (polen) como la femenina (óvulos) poseen la misma información: flores rojas.

      Recordemos que la reproducción en las plantas con flores es sexual, como los animales, los insectos y los seres humanos, y precisamente en la flor encontramos los órganos reproductores.

      

      La parte masculina corresponde a los “estambres”: filamentos delgados que contiene un saquito en su extremo, conocido como “antera”, en el que se desarrollan los granos de polen (gametos masculinos). La parte femenina se denomina “pistilo”, formado por una punta llamada “estigma”, donde la flor recibe los granos de polen que son conducidos al interior donde están los óvulos (gametos femeninos).

      Normalmente son los insectos los encargados involuntarios de fecundar con el polen de una flor el estigma de otra para formar el cigoto (óvulo recién fecundado), de donde saldrán las semillas y por lo tanto las plantas hijas.

      Solamente los gametos (células sexuales) poseen un solo factor de información, de tal forma que cuando se unen el óvulo de una planta y el polen de otra para formar un cigoto, el nuevo ser contiene los dos factores de información indispensables. Cuando este nuevo ser crece, madura y está listo para reproducirse, sus propios gametos volverán a tener un solo factor de información, para repetir el proceso.

      A la hora de sintetizar el color de la flor en las razas puras, no importa si la información proviene de la parte masculina o de la femenina, ambos regulan la aparición de la misma característica en la planta: el color de la flor. Todas las células de la planta contienen la información hereditaria por pares, por la sencilla razón que la mitad proviene de la madre (óvulo) y la otra mitad del padre (polen).

      Mendel decidió comenzar sus experimentos mezclando por polinización artificial el polen de flores blancas con el pistilo de flores rojas. Las nuevas plantas ya no serían razas puras. Seguían teniendo dos factores de información para el color de la flor, pero uno tenía la información “flor roja” y el otro “flor blanca”; por esa razón, Mendel las llamó razas híbridas.

      ¿Qué pasó cuando Mendel cruzó las plantas con flores blancas y rojas?, ¿se mezclaron en un tono rosado?, ¿salieron de un color diferente?, ¿en verdad se reprodujeron a pesar del revoltijo?

      Resulta que la primera generación salió toda con flores rojas. Mendel dedujo, dado que ya no eran razas puras, que el rojo era un rasgo dominante sobre el blanco, al cual llamó rasgo recesivo.

      La parte masculina (polen) podía ser roja y la parte femenina (óvulos) blanca, o viceversa, siempre resultaban plantas con flores rojas; no dominaba la parte masculina sobre la femenina ni al contrario (gracias a Dios), dominaba el rojo sobre el blanco. Probó con el color de las semillas (amarillo o verde) y con la textura de la semilla (lisa o rugosa), y siempre un rasgo dominaba sobre el otro.

      Cabe destacar que Mendel realizó su investigación con una muestra grande de muchas plantas, para evitar algunos comportamientos individuales anómalos y poder deducir el comportamiento general.

      Hoy sabemos que los factores de información son llamados genes, y que éstos se agrupan y organizan en cromosomas. Cada planta contiene dos genes para el color de la flor: si hay un gen para flor roja y otro para blanca, la planta dará flores rojas pues ese color es dominante sobre el blanco. Los seres humanos tenemos 23 pares de cromosomas y como 30 mil genes. Todos los cromosomas (y por lo tanto los genes) vienen en pares ya que la mitad es heredada por nuestro padre y la otra mitad por nuestra madre.

      El monje agustino realizó muchos experimentos más, estudió dos y tres rasgos simultáneamente, descubriendo que eran independientes unos de otros. Con estos sencillos y sistemáticos experimentos, Mendel estableció las bases de lo que en el futuro sería otra rama de la biología.

      Sin embargo, tanto Mendel como sus experimentos permanecieron ocultos durante algunos años, hasta que fueron descubiertos por tres investigadores casi de forma simultánea: Hugo de Vries (1848 – 1935), Carl Correns (1864 – 1933) y Erich von Tschermak (1871 – 1962). Los tres trabajaban de forma independiente sobre la herencia en las plantas. En 1909, William Bateson (1861 – 1926) estudia los experimentos de Mendel y le pone nombre a una nueva ciencia: genética, el estudio de la herencia de los caracteres biológicos.

      Mendel nunca usó los términos gen (moléculas químicas que permiten que las características se hereden de padres a hijos), genotipo