Las arañas cantan cuando tejen. Fernando Basurto Reyes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fernando Basurto Reyes
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9789569946547
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Galápagos, archipiélago de origen volcánico compuesto por 19 islas, a casi mil kilómetros de las costas de Ecuador en el Océano Pacífico.

      La riqueza de especies vegetales y animales de esas islas era incalculable, por lo que Darwin encontró suficientes motivos para observar y analizar. Sobre las famosas aves, actualmente conocidas como pinzones de Darwin, apenas y hace alguna breve descripción de la forma del pico en su cuaderno de notas. Sin embargo, recolectó ejemplares que envió a Inglaterra y que posteriormente serían útiles para el desarrollo de su teoría.

      En lugar ocuparse de los pinzones, Darwin describe otras especies como búhos y palomas, y compara las pequeñas diferencias anatómicas que tienen los ejemplares de las islas con las aves ecuatorianas (era un observador extraordinario y muy experimentado). Refiere que no había ranas, observa ratones y, desde luego, elabora una extensa reseña de las enormes tortugas galápagos que pesaban hasta 700 kilos: le llamó la atención cómo tomaban agua y cómo se alimentaban de cactus, y el que fueran consumidas por los nativos.

      Le pareció interesante observar a los lagartos de las islas (similares a las iguanas), que medían más de un metro de largo. Una de las dos especies, en opinión de Darwin, eran los únicos que vivían de plantas marinas. Captura diferentes peces, recolecta conchas terrestres y opina que era curioso que hubiera pocos insectos.

      Luego de las Galápagos, el Beagle cruzó el Océano Pacífico, haciendo escala en Tahití. Darwin encontró a los nativos muy limpios y civilizados. Viajó con ellos por el interior de la isla y probó tanto de su hospitalidad como de sus deliciosas comidas: paquetitos de carne, pescado y bananas maduras envueltos en hojas verdes, cocinados con piedras recién calentadas al fuego, asados en poco más de un cuarto de hora y acompañados con agua fresca de río. Así describe Darwin el servicio rústico de comida saboreado con excelente apetito. En Nueva Zelanda, se refiere a los nativos como sucios y belicosos. Todavía pasaron por Australia y la isla Mauricio, para desembarcar en Inglaterra el 2 de octubre de 1836.

      Una vez en Londres, Darwin logró identificar hasta 13 especies de pinzones: estaba impresionado al descubrir que las aves eran ligeramente diferentes de una isla a otra. Resultaba muy difícil creer que hubieran sido creadas en un acto divino, y distribuidas específicamente en ese archipiélago del Pacífico, trece diferentes pinzones que al parecer no existían en otra parte del mundo (hay una sola especie de pinzón en Sudamérica y 13 en las islas, pero todos son primos cercanos).

      Se alimentaban de semillas, otros de flores y algunos de cactus o insectos, según sus observaciones. Cada especie de pinzón tenía pico y tamaño ligeramente diferentes, de tal forma que todos tenían características particulares, pero seguían siendo pinzones.

      ¿Cómo podía haber sucedido esto? Darwin pensó que era lógico suponer que todas las especies de pinzones pudieran haber tenido un antepasado común, que debía haber llegado a las islas en una época remota. Sus descendientes, con el paso de muchos años, evolucionaron en las diferentes formas que identificó en su viaje; sonaba coherente pero ¿cómo evolucionó aquel antepasado en 13 especies diferentes?

      De acuerdo con Lamarck, los animales se esforzaban por cambiar, y estos pequeños cambios eran heredados a los hijos, quienes continuaban el proceso hasta que con el paso de varias generaciones al acumular pequeños cambios implicaban la transformación en una especie diferente. Pero tal argumentación no tenía lógica para Darwin.

      Cuando volvió a Inglaterra, cinco años después del inicio de su viaje, se encontraba enfrascado intentando resolver semejante misterio, y todavía con serias dudas sobre la evolución de las especies.

      Lo primero que hizo fue organizar sus cuadernos de notas y publicarlos como un diario: Viaje de un naturalista a bordo del Beagle, que fue todo un éxito en 1839 (libro que impresionó, por cierto, a Humboldt). En ese año Darwin se casó con su prima Emma Wedgood (1808 – 1896) y se relacionó con los científicos de su época, entre ellos el famoso geólogo Charles Lyell.

      De acuerdo con testimonios del mismo Darwin, entre dos y tres años después de su regreso (no se sabe con certeza), y tras muchas horas analizando tanto sus apuntes como las plantas y los animales que había recolectado, terminó por quedar plenamente convencido de la evolución de las especies; durante todo ese tiempo lo habían torturado tenebrosos dilemas. Pero todavía faltaba explicar el mecanismo de la evolución: las ideas de Lamarck eran insuficientes.

      En cierta ocasión leyó un libro titulado Ensayo sobre la población del economista inglés Thomas Malthus (1766 – 1834), el cual sería fundamental para detallar los mecanismos de su teoría evolutiva. De acuerdo con Malthus, la población humana aumentaba más rápido que la producción de alimentos: cada 25 años se duplicaba el número de personas en el planeta. Por lo tanto, el exceso de población era necesariamente reducido a través de algún mecanismo: hambrunas, epidemias o guerras, hasta que se alcanzara de nuevo el equilibrio.

      Darwin pensó que tenía que suceder lo mismo con todas las poblaciones de seres vivos. Los primeros pinzones, por ejemplo, que habían colonizado de alguna forma las islas Galápagos (quizá empujados por una tormenta) encontraron una tierra con abundancia de todo, lo que provocó que se reprodujeran rápidamente, cientos y quizá miles de pinzones, hasta que comenzó la escasez de las semillas que les servían de alimento.

      La mayoría tenían que haber muerto, los más débiles obviamente, o los menos hábiles para localizar las insuficientes semillas, pero ¿qué pasaba si algún pinzón pudiera comer semillas más grandes, o más ásperas, o todavía mejor: alimentarse de insectos?

      Los que no podían adaptarse al cambio definitivamente morían de hambre. Algunos lograban encontrar un alimento alternativo y eso les permitía sobrevivir y reproducirse; por lo tanto, sus crías nacían con esta nueva adaptación alimentaria, la cual representaba apenas el primer paso en un proceso evolutivo. Pero, a diferencia de Lamarck quien creía que los animales se “esforzaban” por cambiar y heredaban esos cambios a sus vástagos, Darwin estaba convencido que la fuerza responsable del proceso era otra.

      Después de muchos años meditando sobre el asunto, Darwin respaldó su teoría en dos principios básicos: la variación y la selección natural. Primero que nada, pone su atención en la crianza de animales y plantas. Los ganaderos, por ejemplo, pueden modificar sus rebaños y pueden crear razas útiles. En su libro nos explica:

      La clave es el poder que tiene el hombre de selección acumulativa: la naturaleza le da variaciones sucesivas; el hombre las aumenta en ciertas direcciones útiles para él (Darwin, El origen de las especies).

      Si un ganadero tiene muchas cabezas de ganado, es obvio que los toros más grandes y más fuertes son seleccionados para la crianza (apareamiento selectivo), así la mayoría de los terneros en la siguiente generación nacerán con esas características que el ganadero desea (nadie hará cría con sus peores ejemplares, argumenta Darwin).

      Pero por qué hay toros más grandes y más fuertes, por qué no son todos iguales: la naturaleza da esas variaciones y todos los seres vivos varían. En la industria, todos los productos que salen de una fábrica son idénticos, pero entre los seres vivos, todos los hijos de una pareja son diferentes (hay excepciones a esta regla en las bacterias, aunque también sufren cambios).

      

      Los criadores de cerdos seleccionan a los más gordos para reproducirse, los de gallos seleccionan a los que mejor pelean, los de caballos seleccionan a los más veloces. Normalmente, los hijos heredan las variaciones: más gordo, mejor peleador, más rápido.

      Es significativo destacar que si un animal es más gordo porque recibió alimento en exceso, no podrá heredar su gordura a su descendencia; entonces caemos en las ideas de Lamarck (herencia de caracteres adquiridos). Darwin sabía que los criadores de animales sólo podían desarrollar nuevas razas a partir de variaciones que aparecían espontáneamente en su ganado. Darwin explica que es importante la experiencia