8 Ver: Ingold, T. Perception of the Environment: Essays on Livelihood, Dwelling and Skill. Routledge, 2000.
9 Parra, N. Así habló Parra en Cárdenas, comp. El Mercurio-Aguilar, 2011, 178-9.
10 N. Parra, Op. cit., 2011, 1023.
11 Oyarzún, L. Defensa de la Tierra. Ediciones Biblioteca Nacional, 2015, 26 y 65 respectivamente.
12 N. Parra en Cárdenas. Op. cit.
13 Glotfelty. Op. cit., xx (la traducción es nuestra).
14 Morton, T. Ecology Without Nature. Harvard UP, 2007, 4 (la traducción es nuestra).
15 Oyarzún. Op. cit., 28 y 29 respectivamente.
16 Sabucedo, J. M. & Rodríguez, M. Medios de comunicación de masas y conducta política. Biblioteca Nueva, 1997.
17 Morton, T. Hyperobjects Philosophy and Ecology after the End of the World. University of Minnesota Press, 2013, 7.
18 N. Parra en Cárdenas. Op. cit., 179.
19 Heise. Op. cit., 21 (la traducción es nuestra).
20 Heise desarrolla este mismo argumento en el Capítulo I: “From the Blue Planet to Google Earth”, del libro antes citado.
21 Williams, R. “Un problema de perspectiva”. Del campo a la ciudad. Alcira Bixio, trad. Paidós, 2001, 33-37.
22 Latour, B. “From Critique to Composition: a Seminar with Prof. Bruno Latour” en Dublin City University. Publicado en línea en marzo de 2012 a través de Youtube.
23 Bate, J. The Song of the Earth. Harvard UP, 2002, 199-200.
24 Morton, Op. cit., 2007. La noción de ecocritique es desarrollada por Morton a lo largo del texto para referirse a una crítica que es autorreflexiva.
Capítulo 2
Ecologías y ecologismos
Para continuar con este panorama del campo de los estudios ambientales es necesario aclarar algunos conceptos que aparecerán frecuentemente en este texto. De los más generales a lo más específicos, precisamente por los efectos del sobreuso del término, comenzaremos por esbozar la noción de ecología que funda el concepto de ecocrítica.
La ecología se enmarca dentro de las ciencias naturales y tiene carácter interdisciplinario. Como decíamos antes, el término ecología fue acuñado en 1866 por el científico alemán Ernst Haeckel para referirse al estudio de las relaciones de los seres vivos dentro de su ecosistema natural. No obstante, las publicaciones e ilustraciones de María Sibylla Merian (1647-1717), reconocida hoy entre los fundadores de la entomología, a fines del siglo XVII y comienzo del XVIII, dan cuentan de que ella ya había estudiado los ecosistemas que sostienen principalmente los ciclos de las mariposas.1 No obstante, no fue sino hasta 1935, con el artículo “The Use and Abuse of Vegetational Concepts and Terms”, que el botánico inglés Arthur Tansley definió el concepto de ecosistema como objeto de estudio específico de la ecología, diferenciándola así de otras ciencias.2 De tal modo, volviendo a la definición de Williams que usamos al inicio, la ecología estudia “las relaciones entre las plantas y los animales entre sí, y con su hábitat”3. Asimismo, en las tradiciones de los pueblos antiguos del mundo, vemos que el hábitat no es solo exclusivo de plantas y animales, sino que en él también está inmerso el ser humano. Esta diferencia radical con el proceso de distanciamiento moderno de la Naturaleza común, resulta un elemento central como ejemplo para la recuperación —por parte de los estudios ambientales— de las tradiciones, metáforas y esquemas que permiten volver la mirada desde un lugar diferente a los paradigmas que piensan al ser humano desintegrado de la Naturaleza como reino común.
La experiencia de fusión con el medio, en general reducida al concepto de cosmovisión, considera el entorno que cohabita con otras especies no simplemente como una dimensión de uso y recurso, sino que, como decíamos antes, la condición de posibilidad de la existencia misma.
Como mencionamos anteriormente, el ecologismo y los movimientos ecologistas contemporáneos surgen a mediados del siglo pasado. Un testigo de este proceso y destacado impulsor del ecologismo en Chile fue el poeta Nicanor Parra, tanto en su discurso público como en su obra poética. En una entrevista de 1982, N. Parra afirma que, en los años 1960, los hippies en los Estados Unidos respondieron a la alarma ecológica que despertó el libro de Carson, Silent Spring, y la teoría de Lovelock.4 Asimismo, sostiene haber mutado de la antipoesía a la ecopoesía tras conocer los escritos de Bertrand Russell, quien ya en 1953 denuncia el impacto de la ciencia y tecnología en la sociedad.5 Además, de los datos que demostraban la capacidad limitada de producción de alimento en el planeta Tierra respecto de la proyección del crecimiento de la población que reportaba el informe Meadows, la perspectiva no era precisamente auspiciosa.6 Al mismo tiempo, como sugiere Arnaldo Donoso, la publicación del texto póstumo del intelectual chileno Luis Oyarzún, en 1972, Defensa de la Tierra, configura un marco referencial a nivel nacional que dialoga con las primeras aproximaciones al fenómeno ambiental global, mostrando los impactos humanos negativos sobre la Tierra, exigiendo un cambio radical en nuestro estilo de vida y desplazando la discusión desde la especificidad científica a la discusión pública.7
Desde estas primeras voces, con el tiempo, se ha instalado en la sociedad occidental cierto grado de conciencia y compromiso ambiental que se manifiesta, ya sea en la adopción de comportamientos amigables con el medioambiente, como en la identificación de la necesidad de representación política de los problemas que acarrea dicho cambio. A modo de ejemplo, en el espectro político internacional encontramos que, en Alemania, desde 1980, el partido Bündnis 90 / Die Grünen (Alianza 90/ Los Verdes) se ha constituido en un modelo para otras democracias que han ampliado y acogido el tema ambiental al interior de los paradigmas tradicionales de la política. Asimismo, en el Parlamento Europeo, desde febrero de 2004, el Partido Verde Europeo cuenta con la participación de representantes de 24 países. En Chile, el Partido Humanista, fundado en 1984, fue denominado específicamente Partido Humanista Verde entre 1990 y 1994.8 Su ideología defiende el humanismo, el ecologismo, la no violencia y el socialismo. Al mismo tiempo, dadas las dificultades para establecer una continuidad partidaria, hoy se escucha fuerte la propuesta de establecer grupos circunstanciales por temas y ya no por ideales comunes de partido. Un ejemplo de esto es cómo las comunidades de la región de Aysén lograron detener la construcción de represas en la zona. El centro de lo que los unía era un tema concreto y eso determina la reunión; una que tuvo logros nunca antes vistos en la política chilena, rompiendo la lógica de izquierda y derecha política.9
Entre los ecologistas existen posturas muy diversas en cuanto