esta mirada retrospectiva, donde Naturaleza y ecosistema convergen desde acepciones diversas —la primera como objeto, la segunda, como dimensión vital global— no es pertinente considerarlas desde ya aisladas. La ecopoesía y la geopoética3 —conceptos que no son fáciles de separar— determinan el campo de la ecocrítica y amplían permanentemente los corpus literarios y de producciones culturales en general; además de rescatar discursos con sensibilidad ecológica o potencial de lectura verde que fueron creados antes de la cristalización de dichas categorías ecológicas. Ese tipo de textos son el núcleo fundamental de las humanidades ambientales hoy, ya que están en sintonía con la Naturaleza o tienen una “vocación ecológica”, como lo propuso hace ya casi dos décadas Mauricio Ostria al reflexionar acerca de la ecocrítica en Chile.4 Como ya dijimos, el que hoy en día existan términos para designar los conceptos, no excluye formas anteriores de relación con el mundo y el medioambiente que resultan ecológicas, a veces, mucho más que el más consecuente de los discursos políticos, sociales y económicos que buscan una superación del Antropoceno en la actualidad.