Aunque no es dable fijar los millares de años que lleva de estar poblado nuestro continente, puede decirse que por fragmentos de alfarería, adornos y utensilios hallados en Méjico, en Centro América y el Perú, por las diversas razas que existen en todo este hemisferio; por los muchos y variados idiomas que se conocen; y por la flora y fauna extinguidas, se comprueba haber existido el hombre americano desde tan remota fecha, que se pierde en la noche de los tiempos.[28] Mr. Bennet Dowler calcula el crecimiento y duración de las diversas capas de selvas americanas, habitadas por hombres, en cincuenta y siete mil años.
Más de cuatrocientas lenguas creyeron contar los españoles cuando llegaron á este continente, y tantos dialectos que era difícil enumerarlos. En un principio, pensaron que la filología comparada podía demostrar el origen asiático de los indios; pero la lingüística moderna, que no se fija en arbitrarias etimologías, sino en la gramática ó esencia de los idiomas, ha llegado á poner fuera de duda que ni eran tantas las lenguas madres americanas, como se pensara entonces, ni hay nada que denote analogía entre las de éste y el otro continente[29], bien es verdad que si algo arguye gran cultura antigua entre los aborígenes, es ese número siempre crecido de idiomas y dialectos, tan apropiados para significar no sólo los seres materiales, sino los afectos del ánimo y las aspiraciones filosóficas y espiritualistas de creaciones religiosas ó fantásticas[30]. Hasta palabras onomatopéyicas, sonoras y poéticas tienen esos idiomas, que hoy se estudian con interés en Europa. Es frecuente encontrar en ellos palabras muy largas y compuestas, que significan toda una sentencia, v. g.: "amatlacuilolitquitca-tlaxtlahuilli" que quiere decir literalmente "el pago recibido por llevar un papel, en el cual se escribió alguna cosa," (estampilla de correo).
En la obra monumental del historiador norteamericano Mr. Hubert Howe Bancroft, sobre las razas originarias de América, se hace un estudio profundo y filosófico de la lingüística de esta parte del globo, y se clasifican los idiomas y dialectos de los primeros pobladores de las costas del Pacífico.[31] "Las lenguas de las naciones civilizadas de Centro-América, dice aquel autor, siendo todas más ó menos análogas, pueden muy bien clasificarse entre la familia Maya-Quiché, constituyendo el maya la lengua madre. Comenzando por las comarcas cercanas al río Goazacoalco, después pasando por Tabasco, Chiapas, Yucatán, Guatemala y parte del Salvador, Honduras y Nicaragua, ocupa el maya la misma importante posición, de un modo relativo, en el Sur, que el azteca hacia el Norte. Además, esparcidas sobre esta inmensa área, hay dos ramas, todavía más hacia el Norte, aisladas de la lengua madre, el huasteca y el totonaca de Tamaulipas y Veracruz. Sin incluir el último referido, probablemente la más completa enumeración de todas esas lenguas la dió el Licenciado Diego García del Palacio, en una carta dirigida al rey de España, en el año 1576. Omitiendo el azteca, que él incluye en su catálogo, el sumario que hace es sustancialmente como sigue: en Chiapas, el chapaneco, tloque, zotzil y zeldal-quelén; en Soconusco, un idioma que él designa como la lengua madre, y otro llamado vebetlateca; en Suchitepéquez y Guatemala, el mame, achí, guatemalteco, chinanteco, hutateco y chirichota; en la Verapaz, el pokonchi y el caschi-colchi; en los valles de Acacebastla y Chiquimula, el tlacacebasta y el apay; y en la comarca de San Miguel, el potón, taulepa y ulúa. Otros autores mencionan en Guatemala, el quiché, el cackchiquel, el zutujil, el chorte, el alaguilac, el caichi, el ixil, el zoque, el coxoh, el chañabal, el chol, el uzpanteca, el aguacateca y el quecchi; y en Yucatán, la lengua originaria, el maya. Entre estos idiomas, así enumerados por diferentes autores, no es del todo inverosímil que algunos hayan sido mencionados dos veces, bajo diferentes nombres[32]. La mayor parte, si no todos ellos, se refieren al maya, cuyo mejor dialecto llamado tzendal, se dice que es la lengua más antigua que se habló en estos países. En suma, aparecen ser variaciones de algunas pocas lenguas, de remota antigüedad, que á su vez brotaron del maya, que es la más antigua. Esta última, debo decir que forma el centro lingüístico, del cual irradian todas las otras, disminuyendo en consanguinidad, según la distancia de dicho centro, perdiendo, por intercalación y adopción de palabras extranjeras, sus formas aborígenes, hasta que, al tocar la parte más lejana del círculo, se hace difícil reconocer la conexión con la fuente de donde emanan.[33]
El Maya, con sus múltiples dependencias, puede bien compararse, en su construcción y capacidad, al azteca. A este respecto, se le ha alabado mucho por filólogos y anticuarios. Aunque monosilábico en muchas palabras, no tiene, como acontece con las lenguas de ese género, gran cantidad de sonidos duros y guturales, sino que, por el contrario, es suave y sonoro. Los dialectos que se hablan en Yucatán y cerca de Belice, son los más puros y elegantes de la familia maya, y mientras más lejana es la distancia de esa región, más grandes son las variaciones de la lengua madre[34]."
El doctor D. C. Herman Berendt, (con quien, el que escribe las presentes líneas tuvo la honra de cultivar relaciones personales, era un sapientísimo americanista) y en el magnífico discurso que, sobre la antigua civilización de Centro América pronunció ante la Sociedad Geográfica Americana de los Estados Unidos, el 10 de julio de 1876, después de una introducción, en la cual manifiesta cuán difícil es penetrar en la antigua historia y civilización de los indios de la América Central, estudia los idiomas primitivos, para concluir fijando tres grupos, bien demarcados, de antigua civilización. El primero es el de los mayas, compuesto de diezisiete tribus; el idioma original ofrece el primer lugar, por su perfección y pureza. Los más aproximados á él son el chontal en Tabasco, que no debe confundirse con el popoluca de Honduras, enteramente distinto; el tzendal y el zotzil de Chiapas. Hablando de los chontales, el doctor refiere el descubrimiento, en 1869, de las ruinas de Ceutla, aquella importante ciudad cuyos habitantes fueron bautizados por Cortés, y cuyas antigüedades son de mucho mérito científico.
Parecido, pero más estimado que los últimos, es el chol ó echolchi, lengua de los sembradores de maíz, actualmente hablado en Tenozique, Santo Domingo, cerca de Palenque, y por una parte de los indios lacandones; el chorti, del vecindario de Copán, es según Jiménez y Brasseur, idéntico con el chol y el kekchi de la Alta Verapaz y con su subdialecto cakchi; el pocomchi, también de la Verapaz, y el pocomán del Sur de Guatemala, se parecen mucho.
El quiché de Verapaz, el cakchiquel de Guatemala y el tzutuhil de las orillas de la laguna de Atitlán, forman, con el taxil, otra división del grupo maya.
Los que más varían del original constituyen una división entre los tzendales y quichés, geográficamente hablando, y son los idiomas chancabal en Comitán, man en Soconusco y pocomán. Hay otros pocomanes, llamados chujes en Chiapas.
El segundo grupo está en el otro extremo de Centro América, y abraza tribus cuya civilización estaba ya declinando cuando llegaron los españoles á posesionarse de Castilla del Oro. De los Coíbas ó Cuevas, todavía han quedado, en las antigüedades, muestras de una civilización bastante avanzada. Sus trabajos en piedra son notables, y en la elaboración del oro habían adquirido una perfección que asombra á los más hábiles plateros del día. Muy conocidos son los idolitos de oro que, en otro tiempo, vinieron en bastante número de Chiriquí, y algunos otros lugares. Los coibas hablaban, aunque muy divididos, un solo idioma; y la comparación de los que hoy usan las numerosas tribus residentes en las costas y en las orillas de los ríos del Istmo, con los fragmentos del original, conservados por los primeros exploradores de aquel país, comprueba satisfactoriamente la descendencia de los actuales semisalvajes de aquellos indios tan civilizados. Quedan sin aclararse las relaciones entre los coibas y sus vecinos; al Norte los indios de Nicaragua, al Sur los chibchas.
Entre los dos grupos ya mencionados, se halla el tercero, el de los chorotegas, que al tiempo de la conquista ocupaban tres secciones en las orillas del Pacífico. Aquí el doctor Berendt tuvo que luchar con los mayores obstáculos, para obtener el material necesario; porque ya los últimos descendientes de esa nación, que ocupan las márgenes de las lagunas de Masaya, no hablan más que el español. Afortunadamente pudo encontrar unos viejos que recordaban palabras y frases aprendidas en su juventud, y éstas bastaron para convencerlo de que el idioma mangue ó chorotega, es igual al chapaneco. Según Oviedo, Torquemada y Herrera, los chorotegas habitaron primero la ciudad de Cholula, en Anahuac, en Méjico, y de allí tomaron el nombre de cholutecas, que se corrompió en chorotegas. Después emigraron á los desiertos entre Tehuantepec y Soconusco, y en seguida,