Los Indios, su Historia y su Civilización. Antonio Batres Jáuregui. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Antonio Batres Jáuregui
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 4057664141163
Скачать книгу
de las lenguas de los indios de Centro-América.—Doctrina cristiana, en cakchiquel, por el primer obispo de Guatemala señor Marroquín.

      En los tiempos modernos se ha puesto empeño en profundizar, al través de los siglos, la historia americana, rastreando hasta los orígenes de las primeras tribus que habitaron esta parte del mundo. Háse creído, por algunos, que la dirección de los vientos y la de las corrientes marinas, pudieron traer pobladores involuntarios del Asia á la América meridional, por el Pacífico, y del Africa á las costas del Brasil, por el Atlántico. Si alguna vez se heló el estrecho de Bering ó si era antes un istmo, no sería fácil probarlo[17]; pero los grupos de islas entre el Asia y la América del Norte, pudieron, en todo caso, servir de escala para transmigraciones de un continente al otro; así como las que se hallan en el Atlántico y en el Pacífico facilitarían la comunicación entre la América Meridional, la Oceanía y el Africa.

      "Las inmigraciones, dice el erudito autor de la historia ecuatoriana[18], pudieron ser voluntarias, poniéndose algunas tribus en camino, y haciéndose á la vela en busca de tierras donde establecerse, pues las prolongadas sequías, el hambre, la guerra, la exuberancia de población, obliga con frecuencia aún á los pueblos agricultores á abandonar sus hogares y á emprender largas y penosas marchas; pero más á menudo, las inmigraciones serían involuntarias y forzadas, viéndose arrastrados los viajeros á puntos que ni siquiera habían imaginado. El río negro (Kouro Siwo), de los Japoneses y la corriente marítima de Tessán han arrojado más de una vez, en los tiempos históricos, juncos chinos de casi trescientas toneladas á las costas de California; y así mismo embarcaciones americanas han ido á dar en las Canarias, ó desde esas islas han venido á las costas de Venezuela, traídas por la gran corriente del Atlántico, que corre de un hemisferio á otro, rodeado por el golfo de Méjico.[19]

      No es muy improbable que los chinos hayan conocido la existencia de América, pues el país de Fou-Sang, de que se habla en alguna de sus tradiciones, parece que no puede ser otro sino la costa occidental de Méjico en la América del Norte.[20]

      Algunas creencias religiosas; varias prácticas del culto, tanto en Méjico como en el Perú, y sobre todo, ciertas estatuas y bajos relieves de las célebres ruinas de Palenque en la América Central, parecen rastros ó indicios seguros de la predicación del Budismo en estas regiones; la cual manifiesta que, en tiempos muy remotos, el antiguo continente, estaba en comunicación con el nuevo.[21]

      Si se observa con cuidado la fauna del extremo setentrional de la América y también la flora, se encontrará que una gran parte del continente antiguo tiene, bajo ese respecto, no sólo semejanza sino hasta casi identidad con las regiones americanas próximas, y esta identidad es mayor en la fauna y en la flora paleontológicas. De donde, acaso podría deducirse que en épocas geológicas anteriores á la actual, la América estuvo unida por el Norte al Asia y á la Europa, formando un solo continente.[22]

      La posibilidad de inmigraciones del continente antiguo al continente americano, ya no puede ser puesta en duda. Las tradiciones de los pueblos americanos conservan además el recuerdo de inmigraciones antiquísimas, à las que estaba unido el origen de ellos, y su establecimiento en los países en que los encontraron los conquistadores europeos. Y ¡cosa notable! todas esas tradiciones hacen venir del Norte las tribus á que se refieren: el Norte ha sido, pues, en la historia de América, como en la de Europa, el punto de partida de las grandes inmigraciones. La Historia antigua del Ecuador ha conservado vivo el recuerdo de la famosa inmigración de los Caras á las costas de Esmeraldas sobre el Pacífico: los Caras llegaron navegando en grandes balsas y, á lo que parece, venían de algún punto situado al Noreste. Pero esta inmigración podemos decir que es muy moderna; y, como todas las demás inmigraciones de que se conserva memoria en America, los recién llegados encontraron ya pobladas las regiones, adonde aportaron. ¿Se podrá fijar una época en que haya principiado á ser poblada la América?

      Los constructores de los grandes atrincheramientos, los que levantaban altozanos y túmulos, los edificadores de habitaciones fortificadas en las rocas, ¿llegarían también á la América meridional?[23]

      El continente americano, acaso, no ha tenido en todos tiempos la misma extensión ni la misma configuración física que tiene ahora. El período glacial debió haber producido hondas modificaciones en la corteza terrestre, y, hasta ahora, no conocemos bien ni su duración ni las causas que lo produjeron. No obstante, la existencia de enormes mamíferos, cuyos huesos fósiles se encuentran en abundancia, hace presumir que nuestro continente, en las épocas terciaria y cuaternaria, ha sufrido modificaciones trascendentales en su superficie. Cuando esos gigantescos paquidermos, cuando esos colosales desdentados y prosbocídeos vagaban por nuestro suelo, acaso la gran cordillera de los Andes todavía no se había elevado. Las condiciones que para la vida animal se encontraban entonces en América, debieron ser muy diversas de las que ofrece actualmente: aquellos colosos del reino animal necesitaban en verdad un clima, una temperatura y unos alimentos que no hallarían ahora, si vivieran en los mismos lugares donde han existido antes, como lo manifiesta la abundancia de sus restos fósiles. Durante la época glacial, la dirección de los vientos, la abundancia de las lluvias y los demás fenómenos meteorológicos debieron ser muy variados.

      Las aguas del mar no se aumentan, pero la corteza sólida de la tierra se levanta ó se deprime gradualmente, por causas que todavía nos son desconocidas: observamos el fenómeno, apreciamos los hundimientos y los levantamientos del terreno, en puntos determinados de mayor ó menor extensión, pero la ciencia no puede darnos todavía de estos hechos una explicación satisfactoria. ¿Cuál sería el aspecto de la América antes de la formación de la cordillera de los Andes? ¿Qué ríos la regaban entonces? ¿Cuál era el clima que reinaba en ella?

      Lo ordinario es que las transformaciones que se observan en el globo terrestre se produzcan lenta y paulatinamente: un fenómeno tan trascendental como el levantamiento de la cordillera de los Andes, debió ocasionar cambios y mudanzas muy grandes en toda la superficie de nuestro planeta. Acaso lo que era tierra continental pasó á ser fondo de los mares en algunas partes, y se rompió el antiguo equilibrio entre los océanos, produciendo variaciones asombrosas en la distribución primitiva de las aguas y de los continentes en todo el globo terrestre. Acaso, también, entonces fué cuando desapareció aquel gran continente, denominado la Atlántida, en las tradiciones egipcias y helénicas no destituidas de todo fundamento.[24].—"

      El abate Brasseur de Bourbourg ha supuesto que el continente americano ocupaba, en un principio, el golfo de México y el mar Caribe, y se extendía en forma de península al través del Atlántico, de tal suerte que las islas Canarias pudieron haber formado parte de él. Toda esta porción extendida del continente fué, hace muchas edades, sumergida por una tremenda convulsión de la naturaleza, acerca de la cual han quedado tradiciones y documentos escritos en varios pueblos americanos[25]. Yucatán, Honduras y Guatemala también fueron sumergidas; pero el continente después se elevó lo bastante para rescatarlos del océano. Muchos hombres de ciencia opinan que hubo en un tiempo vasta extensión de tierra firme entre Europa y América. Con todo, esa teoría del erudito anticuario francés ha sido combatida por historiadores eminentes como Bancroft, quien encuentra más aceptable el admitir que la raza americana es autóctona, confesando en todo caso, que hasta hoy no está resuelta esa cuestión de orígenes.

      La verdad es que todos los escritores están de acuerdo en atribuir remotísima antigüedad al hombre americano, bien que algunos, como se acaba de decir, no convienen en la unidad de la especie humana, ni siquiera en que sea una la raza indígena de América.[26] Alcides de Orbigny, en su obra clásica sobre las razas indígenas de la América Meridional, señala tres grandes grupos y hasta siete variedades. La brasilio-guaraní, la pampeana y la ando-peruana, que son realmente diversas. La maya-quiché, la cakchiquel y la atami son distintas.[27] Los dorasques, guaimíes, talamancas, cuchiras, güetares y chorotegas, que se encuentran por Costa Rica, difieren en mucho de los zendales, zotziles y zoques, que se hallaban al otro extremo del istmo de Centro-América. El abate Brasseur de Bourbourg, acepta el sistema mosaico, de la unidad de las razas; pero conviene en que, aun entre los indios de esta parte del mundo, hay gran variedad de tipos. Existen, dice, tribus blancas, que en lo limpio del color sobrepasan á la mayor parte de las naciones asiáticas. En Michoacán, en algunas