93 Mitchell, Donald, óp. cit., p. 255.
Thomson, óp. cit., p. 111.
94 South America (órgano de la eusa). Londres: julio–septiembre, 1918, p. 22.
95 Heussi, Karl. Kompendium der Kirchengeschichte. Tübingen: 1957, p. 444.
96 Evangelical Christendom. Londres: septiembre, 1847, p. 287.
97 Grubb, Kenneth G. South America the Land of the Future. Londres: 1931, p. 20; y Millham, W. T. Heroes of the Cross in South America. Londres: 1947, p. 15.
98 Nelson, Wilton. Vista panorámica de la historia de la Iglesia Católica Romana en América Latina, 1973, manuscrito, p. 7.
99 Ídem, p. 8.
100 Ritchie, Juan. El cristiano. Lima: Abril de 1921, “Apuntes para la historia del movimiento evangélico durante el primer siglo de la República”, p. 52.
101 Bahamonde. The Establishment of Evangelical Christianity in Peru, Hartford Seminary Foundation, Tesis de grado, Mayo, 1952, p. 49.
102 Mackay, óp. cit., p. 165.
103 Bahamonde, óp. cit., p. 54.
104 Taylor, William. Our South American Cousins. Nueva York: 1880, p. 103.
105 Nelson, Wilton, óp. cit., p. 8.
106 Considine, John J. New Horizons in Latin America. Nueva York: 1958; y Coleman, William J. Latin-American Catholicism: A Study of the Chimbote Report. Nueva York: Maryknoll Publication.
107 Considine, John J., óp. cit., p. 196.
Capítulo 5
La implantación del protestantismo
La siembra de la Palabra por medio del colportaje
El 25 de julio de 1823, Teófilo Parvin y Juan C. Brigham salieron de Boston rumbo a Buenos Aires con instrucciones de la Junta Americana de Comisionados para Misiones en el Extranjero de explorar las posibilidades de iniciar una obra misionera protestante en Sudamérica108. Había sido política de Thomson capacitar a los latinoamericanos para ayudarse a sí mismos y dependieran enteramente de la cooperación de ellos mismos. Como ya se ha dicho, la obra de Thomson no era proselitista, ni tenía como fin establecer una iglesia protestante. Procuraba más bien fomentar una reforma dentro de la Iglesia Católica. Con el viaje de Parvin y Brigham, se inicia otra etapa. Aunque el propósito de ayudar a los latinoamericanos a ayudarse a sí mismos se mantenía en pie, la meta inmediata era fundar una iglesia protestante sin esperar la cooperación previa de los latinos. Parvin se quedó en Argentina, y Brigham salió solo en octubre de 1824; pasó por Chile y llegó a Lima en julio de 1825. Allí encontró cuatro cajones llenos de Sagradas Escrituras. Uno iba destinado a Thomson, pero había llegado tarde. Los otros tres debían haberse enviado a Chile, pero se habían extraviado. Debido a la pobreza de la gente después de la guerra, Brigham decidió vender estos ejemplares de la Escrituras a precios muy rebajados, y en algunos casos simplemente las regaló109.
Recomendó a la Sociedad Bíblica Americana que, en vista de la crisis económica debido a la guerra, se subsidiara fuertemente la venta de Biblias y Nuevos Testamentos en Sudamérica, política que siguió vigente hasta hace poco. Es una lástima que no se haya perpetuado la política de Thomson porque, hasta cierto punto, la de Brigham creó una dependencia. Sin embargo, este tenía razón en un aspecto, pues el cobrar precios realistas habría ocasionado que se vendiera Biblias sólo a la clase acomodada, sin mayor provecho, pues esta difícilmente habría roto con la Iglesia Católica. Para implantar una iglesia protestante era necesario hacer circular primero la Biblia entre los pobres, quienes no tenían una posición social que perder.
Asimismo, Juan Brigham recomendó a la Junta Americana de Comisionados para Misiones en el Extranjero que esperara para fundar una obra misionera protestante hasta que los países de esta parte del mundo se hubieran desarrollado más en un sentido liberal.
Se ha criticado a Brigham por este consejo. Según Wenceslao Bahamonde, eso hizo que la Junta Americana perdiera su interés en la evangelización de Sudamérica110. Con todo, es difícil imaginar qué otra cosa pudo haber recomendado Brigham, pues tanto en Chile y Perú como en varios otros países latinoamericanos, se prohibía el culto no católico. En el Perú hasta 1836, desacatar esa prohibición se castigaba con la pena de muerte111. Sin embargo, es probable que Brigham no se haya dado cuenta de la fuerza de la reacción conservadora que se avecinaba, ni de los años que habrían de pasar para que el movimiento liberal avanzara lo suficiente para hacer posible el comienzo de una evangelización protestante.
En 1826, la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera nombró a Lucas Matthews como agente para la costa occidental de Sudamérica. Después de visitar Chile y Bolivia, llegó a Lima en 1828; pero ya no existía el interés que habían encontrado Thomson y Brigham. Con pena, tuvo que vender 400 docenas de Nuevos Testamentos a precio muy bajo a un comerciante que las iba a vender en los alrededores de Lima y Trujillo112. Después de haber Brigham rebajado artificialmente el costo, era natural que la gente no quisiera pagar el precio verdadero. Pero las dificultades que experimentó Matthews se debían también a otros factores. Bajo la presión de contribuyentes importantes, la Sociedad Británica había decidido en 1825 descontinuar la versión católica de Scío de San Miguel y publicar únicamente la versión protestante de Reina Valera, la cual no tenía los libros apócrifos del Antiguo Testamento113. Por haberse traducido directamente del hebreo y del griego, la versión Reina Valera era indudablemente mejor que cualquier versión católica de esa época, las cuales eran traducciones de la Vulgata Latina, pero no se podía esperar que a los sudamericanos les agradara una decisión impuesta desde fuera, sin haberles consultado de antemano. Este cambio de versión dio pie a que se dijera que eran Biblias falsificadas, lo cual aún hoy se escucha a veces. En 1842, la Sociedad Americana también descontinuó la versión Scío de San Miguel para publicar únicamente la versión de Reina Valera, y, por fin, encontró que se podía vender la versión protestante sin dificultad114. Con todo, este cambio acentuó las dificultades de los primeros colportores, y por años dio la impresión de que la venta de Biblias era una forma de propaganda protestante, cuando en realidad las Sagradas Escrituras son una herencia común del cristianismo.
El otro factor que dificultó la obra de colportaje en esa época fue la reacción