Miradas Cruzadas 2-3. Jorge Martin. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jorge Martin
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789978775356
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Introducción

      La lectura de las Epístolas Paulinas se abordará desde H. Arendt y A. Badiou. Arendt asume la impotencia de una voluntad enfrentada a sí misma; Badiou determina la militancia desde una postura anti dialéctica. ¿Cómo se vinculan estos puntos de vista? Vale decir, ¿cómo se suscriben a las Epístolas del apóstol de Tarso? Este ensayo extiende las tesis de cada autor hasta el límite en el que aparece la posibilidad de ubicar las trazas de una teoría del sujeto; en ese intento, la interpretación de La epístola a los Romanos, es el núcleo de sentido, así como la lectura de Gálatas da cuenta de la legitimación del apóstol a partir de lo trascendental. Cada aspecto, sentido y legitimación, tendrán un eco en las posturas de los dos filósofos que se ponen en relación. En este marco, la primera parte abordará dos términos, pneuma/sacks, como paradigma de la voluntad dividida que parece en la tesis de Arendt sobre Pablo; la segunda parte recoge la verdad del acontecimiento que propone Badiou sobre la figura de Cristo; finalmente el ensayo se dirigirá hacia la posibilidad de delimitar una teoría del sujeto, sostenida en la interioridad que resulta de La vida del espíritu1 y en la exterioridad, afirmada en San Pablo. La fundación del universalismo2; los dos ámbitos integrarán al sujeto que, en última instancia, halla su rastro en la actualización de las epístolas paulinas fuertemente determinadas por una intención política.

      En este caso lo que separa cada término es una diferencia. En las dos Epístolas que sirven de referencia a este trabajo, Gálatas y Romanos, es posible determinar la condición de Pablo desde la cual se lanza al proyecto de fundar comunidades; el hombre interior del que habla Arendt es un sujeto dividido en tanto enfrenta la voluntad dividida que sostiene, por un lado, el deseo y, por otro, la ley. Solo será posible salir de la condición aporética de la voluntad en la medida que se asuma lo político de la decisión; sin embargo, sostiene Arendt, las experiencias que constituyen capacidad humana para la volición, en tanto se originan en las concepciones hebreas, no son políticas, es decir, no tienen que ver con el mundo exterior del sujeto, sino con su interioridad; de allí que este sujeto solamente pueda dialogar en soledad, alejado del mundo de las apariencias, tal como lo señala Platón cuando se refiere al “diálogo silencioso” como sinónimo de “pensar”.3 Sin embargo, se verá más adelante, hay un enfrentamiento entre los discursos griego y judío, que marcan la postura sobre el sujeto y su interioridad.

      En Gálatas está definida la condición de Pablo autodenominado como el “fariseo extremadamente fervoroso” (1:14), en tanto buscaba practicar “todos los preceptos escritos en el libro de la Ley” (3:10). Esta prescripción, sin embargo, resultaba imposible pues, tal como señala en Romanos, el hecho de hallarse escindido, de ser “dos en uno”, lo condena a una permanente lucha interna que enfrenta deseo y razón. Vale señalar que el tono de las epístolas es disruptivo y violento, como anota Borkamm, biógrafo del profeta; la carta que dirige a los Gálatas, supone la prédica a una comunidad ya fundada, donde lo que quiere consolidar es el significado del Cristo crucificado y resucitado;4 como dice Borkamm, hay tres conflictos que se evidencian en este gesto; primero, la necesidad de legitimarse como apóstol, segundo la disputa con Pedro respecto de la universalidad del mensaje que se dirige a cualquier sujeto, sin mediaciones y, tercero, la opción por el amor frente a la ley.5 La carta a Romanos, en cambio, está marcada por el deseo de fundar una comunidad en el espacio mismo del reino de la iglesia de Pedro; de allí que el gesto del profeta se dirija al mandamiento de amor, con lo cual afirma una teología de la universalidad de la que surge un fuerte contenido político; de esta forma,

      Pablo entiende la universalidad de la ley de un modo enteramente nuevo. Con ello alude no sólo a la validez de la ley para todos ‒como ya se había hecho mucho tiempo antes que él en el judaísmo helenístico‒ sino que se refiere a cómo la ley tiene unas repercusiones que abarcan y comprenden a todos: la ley declara culpables ante Dios a todos, judíos y gentiles. Sólo esta ineludible solidaridad de todos en el estado de perdición bajo las leyes es lo auténticamente revolucionario del mensaje de Pablo6.

      En Romanos escribe sobre la tragedia del hombre que no logra consolidarse en la armonía de los contrarios que lo habitan y lo llevan al mal; Arendt cita, “en queriendo hacer el bien (to kalón), es el mal el que se me presenta” (7:21), “yo hubiera ignorado la concupiscencia si la ley no dijera: “No te des a la concupiscencia”. Así es el precepto de la ley lo que suscitó “toda suerte de concupiscencias; pues sin ley el pecado estaba muerto (7: 7-8)”7. La salida será, como ya se anotó, el mandato del amor o lo que Pablo llama la gracia.

      En estas breves, pero precisas referencias a las dos epístolas paulinas, se encuentran los aspectos centrales que determinan al sujeto, Pablo, en medio de un conflicto entre su interioridad y la exterioridad; pero, más aún, este conflicto da cuenta de un interior que se debate entre el espíritu, pneuma, y la carne, sacks. El trabajo de esta escisión remite a la disputa con Pedro respecto de los requerimientos para ser cristiano, mismos que suponen ser, primero, judío; en este orden se entiende la importancia que la prédica de Pedro da a los ritos como forma de consolidar al pueblo elegido; sin embargo, Pablo predica la universalidad del mensaje y, por tanto, la conversión directa; esto es posible, dice Borkamm, solo si el sujeto ha sido desustancializado, gesto que, en última instancia, lleva a pensar en una política no expansionista.

      En la interioridad de Pablo, la escisión pneuma/sacks, determinará la volición, sostiene Arendt; en efecto, aun cuando el profeta no se refiera a la voluntad ‒término que surgirá mucho más tarde‒, entiende que la ley divina manda en el espíritu, en tanto que le ley de “sus miembros”, exige que haga “lo que odia en su profundo interior”8, de manera que la decisión se juega entre el deber hacer de la ley antigua y deber querer de la ley nueva. Ahora bien, lo complejo del mandato, “debes querer”, enfrenta al más profundo interior de sujeto, su espíritu, con el deseo que circula en la carne. En este contexto, Pablo señala que, dice Arendt remitiéndose a Gálatas, “La tarea principal del espíritu no es sólo el gobierno de los apetitos y hacer obediente a la carne, sino provocar su mortificación ‒crucificarla « con sus pasiones y deseos » (Gálatas, 5:24), lo que de hecho está más allá del poder humano.”9 En esta medida, la carne es un obstáculo para la espiritualidad propia del hombre interior pero, sobre todo, advierte Arendt, será la “metáfora de una resistencia interna”10 que juega en las decisiones, es decir, en la voluntad; esta concepción da cuenta del desprecio por el cuerpo que se halla en Pablo.

      Badiou aborda al sujeto que se halla en Pablo desde Romanos: “El pensamiento de la carne es muerte, el pensamiento del espíritu es vida”11; son dos vías subjetivas que constituyen al sujeto, espíritu y carne, las cuales, a su vez, constituyen lo real en vida y muerte; Pablo afirmará la vida ‒aquí y ahora, dice Badiou‒ a través de la vía del espíritu y no de la carne, en tanto la vida se centra en sí misma y no en la ley.12 Esta lectura de los textos paulinos actualiza la posibilidad de pensar en un sujeto militante de la vida que, en tanto supera la ley e instaura el acontecimiento en los siguientes términos: “Lo que da poder a una verdad, y determina la fidelidad subjetiva, es la dirección a todos de la relación consigo mismo inducida por el acontecimiento, y no esa relación misma”,13 así dicho, la ley se sujeta bien al espíritu, bien a la carne; es por esta sujeción que Badiou aborda al sujeto en una problemática compleja que solo tendrá solución en la relación de cada uno con la exterioridad; por otro lado, la verdad del acontecimiento abolirá la ley que se ha sostenido en el dolor y en el pecado.

      Otro aspecto fundamental respecto de la forma en que Pablo asume el término pneuma, se da en tanto “opone una demostración de espíritu (πεῦμα, el soplo) y de fuerza (δύναμις). La sabiduría de los hombres se opone a la fuerza de Dios. Se trata, pues, de intervenir, οὐκ ἐν σοϕία λόγου, sin la sabiduría del lenguaje.”14 Esta consideración permite afirmar, dice Badiou, la anti filosofía del profeta, en función de la afirmación de una subjetividad que escapa a cualquier forma de universalidad, sea de la ley o de la naturaleza. Sin embargo, la relevancia que rescata Badiou de la concepción de Pablo sobre la carne, introduce una oposición