Jacques Cousteau funda la CMAS
La CMAS, Confédération Mondiale des Activités Subaquatiques, se funda en Mónaco en 1959 bajo la presidencia del comandante Jacques Cousteau. Reagrupa las federaciones, las asociaciones y los organismos nacionales que operan en el sector de las actividades subacuáticas. Sustituye al Comité de deportes subacuáticos de la Confederación internacional de pesca deportiva fundado en 1952. La lengua oficial de la CMAS es el francés. Hasta aquí la Confédération había homologado todos los récords. La llegada de los nuevos aspirantes coincide con una política más severa: los –59 m de Williams, en Polinesia en septiembre de 1965; los –60 m de Mayol, establecido en las Bahamas en junio de 1966, y los –64 m de Robert Croft (Florida, febrero de 1967) no fueron aceptados como válidos aunque sí entren, por derecho, en la historia de la inmersión. Enzo Maiorca, por su parte, no se duerme en los laureles y en noviembre de 1966, desciende en las aguas de su Siracusa natal a –62 m con todos los honores de la oficialidad. El hecho de que Croft haya llegado a –64 m no lo desalienta: en Cuba, en septiembre de 1967, baja a la misma profundidad.
Maiorca y Mayol: el desafío
Las técnicas de inmersión son diferentes: Croft, fuerte y con una capacidad pulmonar impresionante (nueve litros y medio), se zambulle desnudo, sin aletas ni gafas, y cuando regresa lo hace escalando por el cabo guía. Mayol, en cambio, introduce las técnicas yoga, y trata de sustituir con la concentración psíquica un físico que no es precisamente de Tarzán. En cuanto a Enzo Maiorca, constancia y determinación constituyen los elementos fundamentales de su modo de meterse a capofitto nel turchino, o «de cabeza en el turquesa»1. Croft, que evidentemente no da mucha importancia a la CMAS, insiste con sus récords: en diciembre de 1967 alcanza, en Florida, los –67 m netos, pero apenas un mes después, también en Florida, el francés nacido en Shangai Jacques Mayol toca los –70 m. El estadounidense responde en agosto de 1968 con –73 m. Para la CMAS todo es esfuerzo malgastado; no homologa ni una de todas estas prestaciones. Después de esto, Croft se ve obligado a salir de escena a causa de un enfisema pulmonar. El estímulo para Enzo Maiorca es, en cualquier caso, suficiente para llevarlo en agosto de 1969 a –72 m, y justo un año después, siempre en aguas de Ognina, a –74 m. Pasa un mes y Mayol, en Japón, alcanza primero –75 m y después –76 m.
El 5 de diciembre de 1970 la CMAS, siguiendo una decisión muy severa tomada por la propia comisión médica, comunica que no pretende efectuar ninguna homologación de récords de inmersión en apnea. Una de las razones de más peso para ello es el peligro que supone para los submarinistas de asistencia. Para la CMAS estas marcas tienen sólo un interés científico y la Confederación les concede un académico, aunque inútil, reconocimiento como experimentación. Mayol se alinea con la investigación, mientras Maiorca inicialmente no acepta hacer otro tanto, para ceder al final ante el atractivo del espíritu de competición.
Una foto reciente de Jacques Mayol, padre de las nuevas técnicas de apnea.
La polémica de la década de 1970
Exaltado por los –76 m de Mayol, Maiorca, en agosto de 1971, descenderá a los abismos hasta –77 m. Se repetirá con puntualidad en Ognina y en Génova en agosto de los dos años sucesivos, arrancando el testigo de las cotas –78 m y –80 m. Mayol decide entonces desplazar el desafío a casa del rival y en 1973 se presenta en la isla de Elba, donde supera en unos buenos seis metros al siciliano. La reacción de Maiorca es casi inmediata y al año siguiente elige Sorrento para dar una lección definitiva: en septiembre de 1974 baja a –87 m. Mayol, desde Elba, el año siguiente toca la cota –92 m y trece meses después, el 23 de noviembre de 1976, conquista la mítica cota de –101 m.
Los récords de los dos grandes rivales dejaron en aquellos años una estela de polémica que hizo poco honor a la disciplina. El francés sostenía que se zambullía en los abismos no para establecer ningún récord sino simplemente para realizar estudios médicos y científicos. El siciliano rebatía que, si Mayol hubiese querido someterse a la experimentación, se habría ido solo en medio del mar, con su equipo de médicos y submarinistas, lejos de las televisiones, los fotógrafos, la prensa, los jueces, los comisarios y los patrocinadores.
En 1983, Jacques Mayol toca los –105 m y en 1988, en Siracusa, también Enzo Maiorca supera el fatídico límite de los –100 m, justa meta para un grandísimo esfuerzo deportivo. Hasta ese momento no existía diferencia entre peso variable reglamentado y peso variable absoluto o no limits. La distinción, como veremos, se establecerá.
Década de 1980: los equipos evolucionan
En estos treinta años de historia, el equipamiento del apneísta registra una evolución técnica notable. Las gafas, hasta ahora rellenas de silicona para reducir el volumen interno y facilitar la compensación, se reemplazan por lentes de contacto. En las cotas actuales, las posibilidades son dos: bajar sin protegerse los ojos, como hacen la mayor parte de los atletas sudamericanos, o emplear lentillas específicas para el mar. También las aletas de goma se sustituyen por aletas más largas y rígidas. Las aletas de competición de última generación alcanzan el metro de longitud y, en los casos más sofisticados, se fabrican en fibra de carbono. Gracias a estas mejoras en los equipos, el hombre ha realizado progresos increíbles, sobre todo en el descenso en peso constante.
Peso constante: el récord de Makula
Esta especialidad tiene una historia rica y fascinante. El peso constante prevé que el atleta descienda y regrese a la superficie empujado por la fuerza de las piernas, sin poder nunca tocar el cabo y sin abandonar el lastre que lo ha ayudado a bajar. Con este reglamento, el primero en descender a la cota récord de –50 m fue Stefano Makula, un romano de origen húngaro como Bucher, que en 1978 inicia un desafío personal con Enzo Maiorca y sus alumnos Nuccio y Mario Imbesi. Por su parte, los dos hermanos tocan en septiembre de 1978 los –52 m, y en el mismo mes Maiorca baja a –55 m. En 1979 Makula iguala a Maiorca, aunque ambos serán superados por Enzo Liistro, que toca los –56 m. Nuccio Imbesi hace marcar al profundímetro –57 m en junio de 1980. Pasan 16 meses y Makula, en octubre de 1981, baja a –58. No acaba aquí porque en noviembre del mismo año Mayol, siempre él, con –61 m es el primero en batir en peso constante la barrera de los 60 m.
Transcurren algunos años de tregua en el ambiente del profundismo mundial, a excepción de alguna esporádica aparición de Stefano Makula en peso constante primero y en peso variable después, todas ellas pruebas sin homologar. En 1988, en Giannutri, Makula desciende oficiosamente a –102 m en peso variable y, un año después, el 23 de octubre, en Ponza, es víctima de un grave incidente cuando trataba de alcanzar los –110 m.
«Pipín» Ferreras
Entre tanto en Europa comienza a circular el nombre de un destacadísimo apneísta cubano, Francisco «Pipín» Ferreras, del cual hablan con estupor y maravilla todos los buceadores que visitan la isla caribeña. Se cuenta de una zambullida suya a –67 m en peso constante en el otoño de 1987, y de una sucesiva a –69 m en 1988 en las aguas de Cayo Largo. Estas marcas no son homologadas porque la subida se hizo con la ayuda del cabo, cosa absolutamente prohibida por el reglamento. Aquél fue seguramente un año importante