El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eliseo Vila
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религия: прочее
Год издания: 0
isbn: 9788417131753
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      C. H. SPURGEON

      Estructura: El primer versículo (10:1) es una exclamación de sorpresa que resume en propósito del salmo: invocar la interposición de Dios para que libre a su pueblo, pobre y perseguido. Los versículos del dos al once (10:2-11) describen, con rudeza, el carácter y comportamiento de los opresores. En el versículo doce (10:12) resuena de nuevo, aunque con más fuerza y claridad, el mismo grito de angustia del versículo primero (10:1). A continuación, en los versículos del trece al quince (10:13-15), describe con claridad el ojo de Dios observando todas las acciones y crueldades de los malos; y basándose en esta omnisciencia divina, anticipa con gozo, en los versículos dieciséis al dieciocho (10:16-18), el juicio final, donde los oprimidos serán liberados. Tanto para la Iglesia de Dios en tiempos de persecución, como para todos los creyentes que individualmente gimen bajo la mano de un opresor soberbio, este salmo aporta palabras de consuelo adecuadas, tanto para la meditación como para la alabanza.

      C. H. SPURGEON

      Versión poética:

      UT QUID DOMINE RECESSISTI LONGE

       ¿Por qué, Señor te alejas de nosotros?

       ¿por qué cuando nos miras afligidos,

       nos desamparas tanto? Pues entonces

       necesitamos más de tus auxilios.

       Se indigna el pobre, cuando ve que el malo,

       en su orgullo es feliz; dispón, Dios mío,

       que solo sirvan a su propia ruina

       de su feroz soberbia los delirios.

       También los pecadores se insolentan,

       cuando ven que prosperan sus designios,

       aunque sean culpables, perniciosos,

       y que se acerquen mucho a ser delitos.

       Así la indignación de Dios provocan,

       y habiendo esta llegado a lo infinito,

       ¿cómo el Señor no toma alta venganza?

       ¿cómo vivir los deja tan tranquilos?

       Jamás piensa en su Dios el que es malvado,

       y siempre multiplica sus delirios;

       como al Señor no teme, nada omite

       para oprimir mejor a su enemigo.

       Porque dice entre sí: no, nadie puede

       bajarme de esta altura en que me miro,

       nadie puede quitarme mi fortuna,

       y la dulce abundancia con que vivo.

       Su boca llena está de maldiciones,

       de amarguras, de engaños y artificios,

       y sus labios no se abren sino solo

       para hacer mal a otros, y afligirlos.

       Acecha al inocente con astucia,

       para más a su salvo comprimirlo,

       y para que le ayuden a lograrlo,

       suele también juntarse con el rico.

       Tiene los ojos fijos sobre el pobre,

       buscando la ocasión de destruirlo,

       como el león que a la boca de su cueva

       con impaciencia aguarda al corderillo.

       No hay arte, no hay insidia que no emplee

       para que se le acerque el desvalido,

       mas no tiene otro fin que despojarlo,

       y apropiarse de sus bienes, aunque chicos.

       Lo hará caer en sus astutas redes,

       y cuando ya lo tenga bien asido

       se arrojará sobre él para domarlo,

       y asegurar por fuerza su dominio.

       Dijo en su corazón el insolente:

       ya se ha olvidado Dios, o no ha querido

       ver lo que hacemos: pues que vuelve el rostro

       para no ver del mundo los delitos.

       Levántate, Señor, y muestra el brazo

       con que al mundo gobiernas escondido,

       no dejes tanto tiempo en abandono

       a los pobres que sufren tan sumisos.

       ¿Por qué el malvado a hacer el mal se atreve?

       porque piensa que Dios el mal no ha visto;

       más se engaña, Señor, porque tú siempre

       tienes tus ojos sobre el justo fijos,

       Para pesar sus penas y dolores,

       para probar su esfuerzo y su cariño,

       y descargar después tu fuerte mano

       sobre sus enconados enemigos.

       El pobre, por el mundo maltratado,

       será por tus bondades socorrido,

       y hallará en ti el amparo, que los hombres

       le niegan sin rubor para su alivio.

       Mas tú castigarás tanta dureza,

       y harás desaparecer a los malignos,

       de modo que no dejen en la tierra

       de ellos ni de sus maldades un vestigio.

       El Señor es quien reina eternamente

       más allá de los siglos de los siglos;

       mas vosotras, naciones extranjeras

       que sois nuestros feroces enemigos;

       pues que rebeldes a sus santas leyes,

       no os sujetáis a su feliz dominio,

       seréis exterminadas, y esta tierra

       no dará habitación a vuestros hijos.

       Porque el Señor escuchará piadoso

       el ruego de sus justos afligidos;

       los ardientes deseos de sus almas

       te obligarán, mi Dios, a oír sus gritos.

       Oirás a los humildes que te imploran,

       serás para los pobres compasivo,

       y no permitirás que