y en presencia también de todo el pueblo
alegre cantaré tus alabanzas.
Que no tengan, Señor, estos malvados
el gusto inicuo, la feroz jactancia
de decir que han logrado sus designios,
y que puesto me tienen a sus plantas.
Ve cómo me aborrecen y persiguen
sin motivo ninguno, y no les basta,
puesto que al odio la traición añaden,
y se atreven a hacerme buena cara.
Me hablan como si fueran mis amigos,
pero luego me hieren por la espalda,
ni piensan más que solo en engañarme
con falaz y dolosa confianza.
Al punto que creyeron que mi ruina
era cierta, y estaba consumada,
gritaron: bueno, bueno, ya le vemos
como nuestro furor le deseaba.
Y tú que eres, mi Dios, fiel testigo
de todas estas cosas, ¿cómo callas?
levántate, Señor, pues que eres justo,
examina, y sentencia da a mi causa.
Pronúnciala, Señor, según hallare
tu justicia infalible y soberana:
mas no permitas que tener consigan
complacencia tan áspera y amarga.
Que no digan sus duros corazones
bueno, bueno, alégrese nuestra alma,
que ya vencido está, ya está perdido,
y hemos logrado al fin nuestra venganza.
Que al contrario, Señor, en vez del gozo
que pretenden tener con mis desgracias,
se estampe en sus semblantes la vergüenza
con el negro carácter de la infamia.
Confúndelos, Señor, que me aborrecen,
y con mucha insolencia de mí hablan;
confúndelos, que atroces me persiguen,
y su furia un instante no descansa.
Da este dulce consuelo a los honrados
que mi candor y mi inocencia claman,
para que glorifiquen tu justicia
y puedan tributarte humildes gracias.
Que digan sin cesar: sea bendito
el Señor que ha calmado nuestras ansias,
y que quiso benévolo y propicio,
dar la paz a su siervo, que lo ama.
Y mi lengua también tierna y humilde,
de amor y gratitud arrebatada,
celebrará tu próvida justicia,
y cantará sin cesar tus alabanzas.
DEL “SALTERIO POÉTICO ESPAÑOL”, SIGLO XVIII
Salmo completo: Bonar6 titula este Salmo: «Rotunda y lapidaria declaración de un Justo sobre aquellos que le aborrecen sin causa», y añade el siguiente comentario: «En el transcurso del día sin fin de la eternidad, aún el propio Señor Jesús entonará las “alabanzas” del Padre7 con un marcado énfasis en su “justicia”, una justicia que será universalmente declarada y claramente expuesta tanto en el destino de los que odiaban el Redentor ofrecido, como en la salvación de aquellos que le recibieron aceptando el ofrecimiento. Y no habrá en esta justicia nada que aquellos que somos suyos por derecho de pertenencia no vayamos a poder compartir plenamente, puesto que en aquel día nuestros puntos de vista sobre la justicia serán mucho más claros y exhaustivos de lo que son ahora. Entonces entenderemos cosas que ahora se nos hacen muy difíciles: cómo pudo Samuel cortar en pedazos a Agag delante de Jehová;8 y los ejércitos piadosos de Israel exterminar en Canaán bajo las ordenes del Señor, a hombres, mujeres y niños inocentes.9 Y no solo podremos estar plenamente de acuerdo en la sentencia: “Sean avergonzados y confundidos” (35:4), sino incluso cantar: “Amén, Aleluya” sobre el humo del tormento.10 Deberíamos, en alguna medida, ser capaces de asimilar y hacer nuestros ahora cada uno de los versículos de este Salmo, en el espíritu en que el Juez los pronuncia, sintiéndonos sus colaboradores en la labor de juzgar al mundo;11 puesto que de todos modos, es una tarea que nos corresponderá asumir cuando lo que está escrito en las estrofas de este salmo tenga su definitivo cumplimiento.
ANDREW ALEXANDER BONAR [1810-1892]
“Christ and His Church in the Book of Psalms”, 1859
Vers. 1. Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden; pelea contra los que me combaten. [Pleitea, oh Jehová, con los que contra mí contienden; pelea contra los que me combaten. RVR] [Combate, oh Señor, a los que me combaten; ataca a los que me atacan. LBLA] [¡Oh YHVH, contiende con los que contienden contra mí! ¡Pelea contra los que me combaten! BTX] [Defiéndeme, Señor, de los que me atacan; combate a los que me combaten. NVI] [Señor, ataca a los que me atacan, haz frente a los que luchan contra m. BLP] [Oh Señor, ponte en contra de los que se me oponen; pelea contra los que luchan contra mí. NTV]
Pleitea,12 oh Jehová,13 con los que contra mí contienden.14 Declárate en contra de aquellos que abogan contra mí; ataca a los que me atacan; lidia con mis contendientes.15 Si instan su demanda ante el tribunal de justicia, Señor, enfréntate allí con ellos, y golpéalos con sus propias armas. Cada uno de los santos de Dios disfrutará de este privilegio: el acusador de los hermanos16 se enfrentará al Abogado de los creyentes.17
Pelea contra los que me combaten. Si mis adversarios utilizan la fuerza y el engaño, sé tú contrincante adecuado; opón tu fuerza a la suya. Esto hace Jesús con todos sus amados, para los cuales es intercesor y defensor, mediador y campeón;18 sea cual sea la ayuda que necesiten, él se la proporcionará; cualquiera que sea la agresión, su defensa será radical y eficaz. No fallemos a la hora de encomendar nuestro caso en manos del Señor. Vana es la ayuda del hombre, pero la interposición de los cielos es segura. Lo que el salmista implora como merced, puede considerarse promesa a todos los santos: en juicio contarán con un defensor divino, en caso de conflicto con protección celestial.
C. H. SPURGEON
Pleitea, oh Jehová, con los que contra mí contienden; pelea contra los que me combaten. Estas palabras del salmista dan lugar a diversas consideraciones:
1. ¿Te condena el mundo por tu celo en el servicio a Dios? ¿Te reprocha y desprecia por tu insistencia en seguir obrando el bien? ¿Te imputa toda clase de falsedades, con hipocresía farisaica, sin tan siquiera sonrojarse?