Job nos ha dejado orientación para los días que vivimos: “Este compromiso establecí con mis ojos: No mirar lujuriosamente a ninguna mujer” (Job 31:1, La Biblia al Día). ¿Cómo cree usted que viviría Job en nuestra cultura actual? Él entendió la sabiduría de Proverbios 6:27: “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan?” El compromiso de Job prohibía una segunda mirada. Eso significa tratar a las mujeres con dignidad, mirándolas con respeto. Si la forma de vestir o el comportamiento de una mujer es perturbador, mírela a los ojos, no en ningún otro lugar; ¡y aléjese lo más rápidamente que pueda!
La mente abarca también la lengua (véase el capítulo 11 de este libro) porque, como Jesús dijo, “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). Pablo es más específico: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias” (Efesios 5:3,4). Significa que no debe haber humor sexual, ni chistes de mal gusto, ni vulgaridades, a los cuales están tan propensos muchos cristianos para probar que no están “fuera de onda”.
Los límites9
Ponga límite alrededor de su vida, sobre todo si trabaja con mujeres. Evite la intimidad verbal con las mujeres, a no ser con su esposa. No le revele intimidades a otra mujer, ni la inunde con sus problemas personales. La intimidad es una gran necesidad en la vida de la mayoría de las personas, y hablar de asuntos personales, especialmente de los problemas propios, puede llenar la necesidad de intimidad que tiene la otra persona, despertando su deseo de más intimidad. Muchas relaciones extramaritales comenzaron de esa manera.
Hablando ahora a nivel práctico, no toque a las mujeres. No las trate con el afecto informal con que trata a las mujeres de su familia. Son muchos los desastres que comenzaron con un toque fraternal o paternal, que se convirtió después en un hombro comprensivo. Usted puede aun tener que correr el riesgo de ser erróneamente considerado como “distante” o “frío” por algunas mujeres.
Siempre que usted coma o viaje con alguna mujer, hágase acompañar por una tercera persona. Esto puede ser incómodo, pero brindará la oportunidad de explicar sus razones, lo cual, en la mayoría de los casos le ganará respeto en vez de censura. Muchas de sus colegas de trabajo se sentirán así más cómodas en su trato profesional con usted.
Nunca coquetee, ni siquiera en broma. El flirteo es intrínsecamente halagador. Usted puede pensar que resulta simpático, pero eso a menudo despierta en la mujer deseos no correspondidos.
La realidad
Sea realista en cuanto a su sexualidad. ¡No sucumba a la vana prédica gnóstica de que usted es un cristiano lleno del Espíritu Santo que “nunca haría cosa semejante”. Recuerdo muy bien a un hombre que con suma indignación tronaba que él estaba a salvo del pecado sexual. ¡Pero cayó pocos meses después! Enfrente la verdad. ¡Así como cayó el rey David usted también puede caer!
El temor a Dios
Por último, está la disciplina del temor a Dios. Esto fue lo que ayudó a José a rechazar las tentaciones de la esposa de Potifar. “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9). También le ayudó a huir. “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22).
La presión de nuestra cultura nos oprime con sus obsesiones y sus racionalizaciones sexuales, y muchos en la iglesia de Cristo han cedido bajo su peso, tal y como lo demuestran las estadísticas. Para no ser parte de esas estadísticas hay que esforzarse disciplinadamente. ¿Somos hombres de verdad? ¿Somos hombres de Dios? ¡Quiera Dios que así sea!
Alimento para pensar
“A la Iglesia evangélica contemporánea, se le considerada ampliamente, ‘Corintia’ hasta la médula. Está guisándose en los jugos derretidos de su propia sensualidad.” ¿Está de acuerdo o no? ¿Qué con respecto a su propia iglesia? ¿Qué con respecto a su propia vida personal?
“En este tiempo [de la lujuria] Dios.. .Pierde toda realidad.... Satanás no nos llena con odio contra Dios, sino con un olvido de Dios” (Dietrich Bonhoeffer). ¿Haa encontrado que esto sea cierto en sus propias batallas con la tentación?
¿Cuál es la manera más efectiva para prevenir los deslices morales?
¿Será 1 Tesalonicenses 4:3-8 muy cerrada para considerarla como una atadura para los hombres cristianos de hoy? ¿Por qué sí o por qué no? Si no, ¿cómo podemos hacer para que este pasaje nos sirva para obtener la victoria en nuestra lucha por la pureza? ¿Qué tiene la santidad de Dios que ver con nuestra santidad? (ver Levítico19:2)
Acerca de la inmoralidad predominante de nuestra cultura, ¿cómo es posible que esperemos mantener nuestros pensamientos y conducta puros? ¿Es realmente necesaria la amonestación de mantener “límitesen nuestras relaciones con las mujeres en nuestra vida? ¿No es esto poner a las mujeres muy baja estima? ¿Y a nosotros mismos?
La aplicación/respuesta
¿De qué le habló Dios más específicamente, más poderosamente en este capítulo? ¡Háblale a Él acerca de eso en este momento!
¡Piensa en esto!
Haga una lista de por lo menos media docena de aplicaciones específicas y prácticas con respecto a la moral sexual de la experiencia de David en 2 Samuel 11.
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LA DISCIPLINA DEL MATRIMONIO
POR LO GENERAL, tengo la mejor perspectiva en las ceremonias de casamiento cristianas, ya que estoy de pie a aproximadamente un metro de distancia de la feliz pareja. La piel de los novios brilla con la luminosidad ambarina despedida por la luz parpadeante de los cirios que alumbran detrás de mí. Lo veo todo: los ojos humedecidos, las manos temblorosas, los guiños furtivos, el mutuo ardor de sus almas; y escucho las palabras que sus padres repitieron una vez antes que ellos: “.. para bien o para mal, en pobreza o en riqueza; en enfermedad o en salud.” Se están sometiendo a lo de más alcance en la vida, a los intereses, sentimientos y aspiraciones de la comunidad cristiana, a la vida misma.
A veces, en mi disfrute de la ceremonia, mi mente se pone a vagar e imagino la boda final cuando Cristo nos desposará oficialmente con Él, para volver de inmediato a la realidad de la parábola viviente que está frente a mis ojos. ¿Cómo le irá a esta pareja en su matrimonio con el paso de los años? ¿Venerará la esposa a su marido? ¿Amará él a la que ahora es su hermosa novia, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella? ¿La amará con un amor sublime y santificador? ¿La amará como se ama a sí mismo? Mi sincera oración es que así sea.
Así fue y sigue siendo en la vida de Robertson McQuilkin, el dilecto ex rector de la Universidad Bíblica de Columbia, y de su esposa Muriel, quien sufre de los estragos avanzados de la enfermedad de Alzheimer o demencia precoz. En marzo de 1990 el doctor McQuilkin presentó su renuncia mediante una carta, en estos términos:
Mi querida esposa Muriel ha venido sufriendo un debilitamiento progresivo de su salud mental desde hace aproximadamente ocho años.
Hasta ahora había podido ocuparme tanto de sus necesidades cada vez mayores, como de mi responsabilidad de dirigir la Universidad Bíblica de Columbia. Pero recientemente resulta evidente que Muriel se siente alegre la mayor parte del tiempo que paso con ella, y casi nada feliz cuando me ausento. Pero no se trata sólo de que no se siente feliz, sino que se llena con el temor - y aun del terror - de que me ha perdido, y siempre va en busca de mí cuando salgo de la casa. Entonces puede llenarse de ira si no me encuentra. Por tanto, me resulta claro que ella necesita ahora de todo mi tiempo.
Quizá